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lunes, 16 de febrero de 2009

Eliphas Lévi -- EL LIBRO DE LOS ESPLENDORES

Eliphas Lévi
EL LIBRO DE LOS ESPLENDORES
*
ÍNDICE
Prefacio
PRIMERA PARTE
El Idra Suta o el Gran Sínodo. Comentario del Siphra
Dzeniutta por Simeón Ben-Jochai
SECCIÓN SEGUNDA
El Coloquio
Siphra Dzeniutta, Libro Oculto
SEGUNDA PARTE
La Gloria Cristiana
La Leyenda de Khrisna
TERCERA PARTE
La Estrella Flamígera.
Leyendas Masónicas, Extraídas de un Ritual Masónico del
Siglo VIII
Baphomet
Profesión de Fe
Los Elementos de la Cábala.
*
PREFACIO
El judaísmo es la más antigua, la más racional y la más verdadera de las religiones.
Jesús, que se proponía reformar el judaísmo, no ha aconsejado a sus discípulos
separarse de él.
La reforma de Jesús, no habiéndose aceptado por los jefes de la Sinagoga, resulta
que el maestro de los cristianos, desconocido por la autoridad legítima, ha llegado a ser una
herejía que ha invadido el mundo.
Maltratados al principio por los judíos, los cristianos, cuando han sido más fuertes,
han proscrito y perseguido a los judíos con más vergonzoso y bajo encarnizamiento. Se han
quemado sus libros en vez de estudiarlos, y la alta filosofía de los Hebreos está perdida para
el mundo cristiano.
No obstante, los apóstoles presintieron que el sacerdocio de los gentiles duraría
poco o que la nueva fe se debilitaría andando el tiempo. Entonces decían: la salvación nos
llegará de Israel y la gran revolución religiosa que nos aproxima a nuestros Padres, será
como un paso de la muerte hacia la vida.
En efecto, los Hebreos poseen una ciencia que San Pablo sospechaba sin conocerla,
y San Juan iniciado por Jesús, ocultaba y revelaba a la vez con jeroglíficos gigantescos en
el Apocalipsis, tomados en su mayoría de las profecías de Ezequiel. Existe, entre ellos, un
libro místico y maravilloso que se llama El Zohar o Esplendor. Libro inmenso, más
importante que el Talmud, que sólo es el desarrollo de una teogonía en algunas páginas,
que se denomina SIPHRA DZENIUTTA.
Damos en este libro, que Guillaume Postel nos ha traído de Oriente, el magnífico
comentario de Rabí Simeón Ben-Jochai y le agregamos las principales leyendas de la
tradición masónica, tomada por completo de la cabala de los Hebreos.
El templo de Salomón (Hijo y sucesor de David, 1020-962 a. C. Fue un rey sabio y
organizador; pero se entregó a la injuria. N. del T.)
era, en efecto, un edificio completamente
simbólico. Su plano, sus construcciones, sus ornamentos, sus bases, representaban la
síntesis de todas las ciencias.
Era el universo, era la filosofía, era el cielo, Salomón había concebido el plano,
Hiram (Célebre arquitecto y escultor de Tiro, en 1000 a. C., enviado por el rey de Tiro a Salomón para
dirigir los trabajos del Templo de Jerusalén) lo había ejecutado con elevada inteligencia, los
directores de los trabajos tenían la ciencia de los detalles, los obreros trabajaban con arreglo
a los planos de los maestros. Esta jerarquía, tan racional y tan precisa, se toma en la
masonería por el tipo de sociedad perfecta. La masonería es el judaísmo ecléctico e
independiente. Los F... M... quieren reedificar, es decir, reconstruir la sociedad primitiva
sobre las bases de la jerarquía inteligente y de iniciación progresiva, sin sufrir las trabas de
sacerdotes y de reyes, y por eso se denominaban francmasones, es decir constructores
libres.
La publicación de esta obra dará a comprender la desconfianza con que los
sacerdotes del catolicismo miran a la masonería, que es el judaísmo reformado con arreglo
al pensamiento de Jesús y de su apóstol Juan el Evangelista, cuya revelación cabalística se
ha referido siempre al evangelio del cristianismo oculto y de las escuelas del gnosticismo
no profanado. A estas escuelas se afilian los juanistas, los templarios no idólatras y los altos
iniciados de la masonería oculta. Allí están las claves del porvenir, por conservarse los
secretos de la revelación única y universal, de la cual el judaísmo, la primera y única quizá
de todas las religiones, ha predicado la doctrina por el mundo.
Un solo Dios, un solo pueblo, una sola ciencia, una sola ley, una sola fe, un solo rey.
Eso es lo que quiere el judaísmo, que espera siempre su templo y su Mesías.
- ¿Cuándo vendrá el Mesías?. -pregunta Rabí (Título que dan los judíos a los sabios de su
ley. N. del T
.) Simeón al profeta Elías, que descendía frecuentemente del cielo, para platicar
con el maestro del Zohar.
- Hoy mismo - le respondía el profeta -, vete a la puerta de Roma y verás.
Rabí Simeón fue a la puerta de Roma, donde permaneció todo el día, volviendo sin
ver más que menesterosos cubiertos de úlceras y un desconocido de pobre apariencia que
les consolaba y curaba sus llagas. Al llegar a su casa encontró a Elías y le dijo:
- Maestro ¿por qué os habéis burlado de vuestro servidor?.
- No me he burlado - dijo el profeta -, ¿no has visto a un hombre que ejercía la
caridad?. Pues bien, te digo que el reino de la caridad es el del Mesías, y si tú quieres que el
Mesías venga todos los días, practica diariamente la caridad.
La caridad, según el apóstol San Juan es resumen y objeto final del cristianismo.
La caridad, según San Pablo, es todo lo que debe sobrevivir a las profecías que han
resultado vanas y a la ciencia superada por el progreso.
La caridad, según el mismo apóstol, es superior a la esperanza y a la fe.
Los cristianos que maldecían a los judíos les llamaban deicidas y los judíos que
despreciaban a los cristianos les denominaban idólatras, faltando unos y otros a la religión,
que les recomienda la caridad.
La caridad es el sentimiento profundo y eficaz de la humanidad solidaria.
El judaísmo debe tender a la masonería una mano fraternal, pues la profesión de la
fe de los masones, no ateos, es el símbolo de Maimonides y los cristianos encontrarán en
los ritos de sus altos grados toda la revelación alegórica de Jesucristo.
En la masonería la alianza y fusión del judaísmo cabalístico y del cristianismo
neoplatónico de San Juan es ya un hecho realizado. Ya existe en el mundo una alianza
israelita universal que recibe en su seno a las gentes honradas de todas las religiones y de la
cual el honorable M. Cremieux es actualmente presidente. El gran rabino Isidor es
partidario del progreso, de la reforma y del libre pensamiento. Los judíos iluminados rinden
homenaje a la moral de los evangelios, y los cristianos instruidos reconocen la sabiduría y
profundas enseñanzas del Talmud; la ciencia y el librepensamiento aproximan a los que el
fanatismo divide. El estudio de la cabala fundiría en un solo y mismo pueblo a israelitas y
cristianos.
En vano la ignorancia y el fanatismo querrán perpetuar la guerra; la paz esta ya
iniciada en nombre de la filosofía, y en el mañana quedará ratificada por la religión libre,
dominadora de las pasiones humanas.
Ese gran acontecimiento precisa prepararlo dando a conocer a los hombres de
ciencia las magnificencias ocultas de la sabiduría judaica. Por eso publicamos la traducción
y explicación de la teogonía del Zohar contenida en el SIPHRA DZENIUTTA; se verá lo
maestro que eran estos rabinos de la gran escuela cabalística. Nada más extraño y bello que
el gran Sínodo cuyas deliberaciones están en el libro del IDRA SUTA.
No hay nada oculto que no deba ser manifestado, ha dicho Jesús, y lo que se
murmura al oído debe gritarse por encima de los tejados.
Y agrega, la luz no se ha hecho para ser puesta bajo el celemín; hay que colocarla en
el candelero para que ilumine a todos los que estén en casa.
La casa de la humanidad es el mundo, el candelero es la ciencia y la luz es la razón
vivificada e inmortalizada por la fe.
NOTA DEL EDITOR
Advertimos al lector que las citas de la Biblia corresponden a la traducción del
original Hebreo y no a la Vulgata, razón por la cual se hallarán diferencias.
*
PRIMERA PARTE
*
EL IDRA SUTA O EL GRAN SÍNODO
COMENTARIO DEL SIPHRA - DZENIUTTA POR
SIMEÓN BEN-JOCHAI
I
Jerusalén acababa de ser destruida por los romanos. Estaba prohibido a los judíos,
bajo la pena de muerte, ir a llorar ante las ruinas de su patria. La nación entera fue
dispersada y las tradiciones santas se perdieron. La verdadera cabala había cedido el puesto
a sutilidades pueriles y supersticiosas. Los que pretendían conservar la herencia de la
doctrina oculta, sólo eran adivinos y hechiceros, con justicia proscriptos por las leyes de las
naciones. Entonces fue cuando un rabino venerable, llamado Simeón Ben-Jochai, reunió en
su derredor a los últimos iniciados de la ciencia primitiva y resolvió explicarles el libro de
la alta teogonía, denominado el libro del MISTERIO. Todos sabían el texto de memoria,
pero el rabino Simeón era el único que conocía el sentido profundo de este libro, que se
transmitía de boca en boca y de pensamiento a pensamiento, sin jamás explicarlo ni
escribirlo.
Para reunirlos he aquí las palabras que les dirigió:
- ¿Por qué en estos días tormentosos permanecéis como una casa que se apoya en
una sola columna o como el hombre que se tiene en un pie?. Es tiempo de obrar por el
Señor, pues los hombres han perdido el verdadero sentido de la ley.
Nuestros días se acaban, el Maestro nos llama, la mies está desparramada y los
vendimiadores extraviados no saben dónde esta la viña.
Reuníos en esta campiña que fue un vergel, hoy día abandonada. Venid como para
combatir, armados de prudencia, de sabiduría, de inteligencia, de ciencia y de atención; que
vuestros pies queden libres como vuestras manos.
Reconoced como único maestro a Aquél que dispone de la vida y de la muerte, y
nosotros proferiremos, reunidos, las palabras de verdad que los santos del cielo quieran oír
y que vengan en nuestro derredor a escuchar.
En el día señalado los rabinos se reunieron en medio de los campos, en un espacio
circular rodeado de muros.
Llegan silenciosamente; Rabí Simeón se sienta en medio de ellos, y al verlos a todos
reunidos llora.
- ¡Desgraciado de mí - exclama -, si revelo los grandes misterios!. ¡Desgraciado de
mí si los dejo ignorados!.
Los rabinos permanecieron silenciosos.
Al fin, uno de ellos, llamado Rabí Abba, tomó la palabra y dijo:
- Con permiso del Maestro. ¿No está escrito: Los secretos del Señor pertenecen a los
que le temen?. Y todos los que estamos aquí ¿no tememos al Señor, y no estamos ya
iniciados en los menesteres secretos del Templo?.
He aquí los nombres de los que estaban presentes: Rabí Eleazar, hijo del Rabí
Simeón; Rabí Abba Jéhuda; Rabí José, hijo de Jacob; Rabí Isaac; Rabí Thiskia, hijo de Raf;
Rabí José y Rabí Jesa.
Todos, para iniciarse en el secreto, dirigieron sus manos a la de Rabí Simeón con el
dedo hacia el cielo. Después se sentaron al aire, ocultos por la sombra de los grandes
árboles.
Rabí Simeón se levantó y oró; después se sentó y les dijo: - Venid y posad vuestra
mano derecha sobre mi pecho.
Así lo hicieron; y él tomando todas las manos con las suyas les dijo: - ¡Maldito sea
aquel que se fabrique un ídolo y lo oculte!. ¡Desgraciado el que cubra la mentira con velos
de misterio!.
Los ocho rabinos respondieron: Amén.
Rabí Simeón continuó:
- No hay más que un verdadero Dios, ante el cual los dioses no son nada; tampoco
hay más que un solo verdadero pueblo, que es el que adora al verdadero Dios.
Después llamó a su hijo Eleazar y le hizo sentar ante él. Al otro lado colocó a Rabí
Abba y dijo: Nosotros formamos el triángulo, que es el tipo primordial de todo lo que
existe; nosotros representamos la puerta del templo y sus dos columnas.
Rabí Simeón no habló más y sus discípulos guardaron silencio. Entonces se oyó un
murmullo confuso como el de una gran asamblea.
Eran los espíritus del cielo que habían descendido para escuchar. Los discípulos se
estremecieron, pero el Rabí Simeón les manifestó: - No temáis nada y regocijaos. Está
escrito; Señor, he sentido tu presencia y he temblado.
Dios ha reinado sobre los hombres en otro tiempo por el temor, pero en la
actualidad nos gobierna por el amor.
¿No se ha dicho: Amarás a tu Dios; y no ha dicho EL mismo: Yo os he amado?.
Después agregó; - La doctrina es para las almas serenas; las almas agitadas y sin
equilibrio no pueden comprenderla; ¿se puede asegurar un clavo en una muralla móvil,
pronto a derrumbarse al menor choque?.
El mundo entero está fundado en el misterio, y se necesita discreción cuando se trata
de asuntos terrestres, cuando más reservados debemos ser cuando se trata de dogmas
secretos que Dios no revela ni a los más elevados de sus ángeles?.
El cielo se inclina para escucharnos; pero yo no me expresaré sin velos. La tierra se
emociona para oírnos; pero yo no les hablaré sin parábolas.
Somos en este momento la puerta y las columnas del Universo.
En fin. Rabí Simeón habló y una tradición conservada en el arcano de los arcanos
nos asegura que cuando abrió la boca la tierra tembló bajo sus pies, y sus discípulos
sintieron la conmoción.
II
Habló primeramente de los reyes que han reinado en el Edén antes de la venida del
rey de Israel, imágenes de potencias mal equilibradas que se manifestaron al principio en el
Universo con el triunfo de la armonía.
Dios, dijo, cuando quiso crear cubrió con veló su gloria y en los pliegues de ese velo
proyectó su sombra.
De esa sombra se destacaron los gigantes que dijeron: “Somos reyes, cuando no
éramos más que fantasmas”.
Ellos aparecieron porque Dios se había ocultado iniciando la noche en el caos, y
desaparecieron cuando dirigió hacia Oriente la cabeza luminosa, la cabeza que la
humanidad proclama su Dios, el sol regulador de nuestras aspiraciones y pensamientos.
Los dioses son las ilusiones ópticas de la sombra y Dios es la síntesis de los
esplendores. Los usurpadores caen cuando el rey asciende a su trono, y cuando Dios
aparece los dioses se desvanecen.
III
Después, cuando hubo permitido la existencia de la noche, para que aparecieran las
estrellas. Dios se volvió hacia la sombra que engendró, y la miró para darle forma.
Impresionó una imagen en el velo con que había cubierto su gloria, y esa imagen le
sonrió; y quiso que esta imagen fuese la suya para crear al hombre a semejanza de ella.
Ensayó en cierto modo la prisión que quería dar a los espíritus creados. Miraba la
figura que debía ser algún día la del hombre y su corazón se estremeció, pues presumió las
quejas de su criatura.
Tú quieres someterte a la ley, decía, pruébame que esta ley es justa sometiéndome
tú mismo a ella.
Y Dios se hizo hombre para ser amado y comprendido por los hombres.
Así le conocemos sin conocerle; nos muestra una forma sin tenerla. Lo suponemos
viejo cuando, en realidad no tiene edad.
Está sentado en un trono, del que se escapan eternamente millones de chispas y
predice el porvenir de los mundos.
Su cabellera radiante hallase sembrada de estrellas.
El Universo gravita en derredor de su cabeza y los soles se bañan en su luz.
IV
La imagen divina es doble. Tiene la cabeza luminosa y la cabeza sombría; el ideal
negro; la cabeza superior y la cabeza inferior. Una es el sueño del Hombre-Dios; la otra es
la suposición del Dios-Hombre. Una, la forma del Dios de la Sabiduría; la otra, el ídolo del
vulgo.
Toda luz, en efecto, supone una sombra, y no llega a ser claridad más que por
oposición de esa sombra.
La cabeza luminosa vierte sobre la cabeza negra un rocío de esplendor. Ábreme, mi
bien amado, dijo Dios a la inteligencia, puesto que mi cabeza está inundada de rocío y por
los bucles de mis cabellos resbalan las lágrimas de la noche. Ese rocío es el maná del que se
alimentan las almas de los justos. Los elegidos tienen hambre y la calman con exceso en las
campiñas del cielo.
Las gotas son perlas redondas, brillantes como el diamante y limpias como el cristal.
Son blancas y brillan con todos los colores, pues la simple y única verdad es el
esplendor de todas las cosas.
V
La imagen divina tiene trece rayos: cuatro a cada lado del triángulo que la limitan y
uno en la junta o vértice superior.
Dibujadlo en el cielo con vuestro pensamiento, trazad las líneas de estrella y
contendrá tres millones seiscientos mil mundos.
El anciano superior, denominado Macroprosopo o la gran hipótesis creadora, se
llama también Arich-Anphin, es decir, el rostro inmenso. El otro, el dios humano, la
sombra del Microprosopo, es decir, la hipótesis restringida, se titula Seir-Anphin o cara
menor.
Cuando este rostro mira la faz de luz, aumenta y llega a ser armonioso. Entonces
todo se ordena, pero no puede ser permanente, pues los pensamientos del hombre son
variables como él.
Pero un rayo de luz reúne siempre la sombra a la claridad. Ese rayo cruza las
innumerables concepciones del pensamiento humano y las unifica al esplendor divino.
La cabeza luminosa extiende su blancura sobre todas las cabezas que piensan
conforme a la ley y la razón.
VI
La cabeza del anciano supremo es un recipiente inviolable, en el que se contiene la
sabiduría a la manera de un vino estacionado.
Esa sabiduría es impenetrable; se la posee en silencio; y no es alterada por las
vicisitudes del tiempo.
Ella es la luz, pero la cabeza negra es la lámpara. El aceite de la inteligencia le es
medido y su claridad se manifiesta por treinta y dos vías.
El Dios revelado, es el Dios velado. Esa sombra humana de Dios, es como el
misterioso Edén, de donde surgía un manantial que alimentaba cuatro ríos.
Nada surge de Dios. Su sustancia no se esparce. Nada sale de EL ni nada entra, pues
es impenetrable e inmutable. Todo lo que comienza, todo lo que aparece, todo lo que se
divide, todo lo que obra y pasa, comienza, perece, se divide, y pasa en su sombra. Pero EL
es inmutable en su luz y permanece tranquilo como el vino añejo que no se agita nunca y
que reposa en su tonel.
No tratéis de penetrar los pensamientos de la cabeza misteriosa. Sus pensamientos
íntimos están ocultos, pero sus pensamientos exteriores y creadores resplandecen como una
cabellera blanca y sin sombra, cuyos cabellos no se entrelazan los unos con los otros.
VII
Cada cabello es un rayo de luz que relaciona millones de mundos. Los cabellos se
dividen en su frente y caen a los dos lados, pero cada lado es el lado derecho. Pues en la
imagen en la que constituye la cabeza blanca no hay lado izquierdo.
El lado izquierdo de la cabeza es la cabeza negra, pues en el simbolismo tradicional,
lo inferior equivale a la izquierda.
Entre lo superior y lo inferior de la imagen no debe haber más antagonismo que el
que existe entre la mano derecha y la izquierda del hombre, puesto que la armonía resulta
de la analogía de los contrarios.
Israel en el desierto, exclamó desalentado:
¿Dios está con nosotros o no está?.
Se referían al conocido y no al desconocido.
Así separaban la cabeza blanca de la cabeza negra.
El dios de sombra se transformaba en fantasma exterminador.
Eran castigados porque habían dudado por falta de confianza y amor.
No se comprende a Dios, pero se le ama, y es el amor el que origina la fe.
Dios se oculta al espíritu del hombre, pero se revela a su corazón.
Cuando el hombre afirma: No creo en Dios, es como si dijera: No amo. Y la voz de
sombra le responde: Tú morirás, porque tu corazón abjura de la vida.
El Microprosopo es la gran noche de la fe, y en ella viven y suspiran los justos.
Extienden sus manos y se prenden a los cabellos del padre, de los que se deslizan gotas de
luz que iluminan la noche.
Entre las dos partes de la cabellera suprema está el sendero de la alta iniciación, el
sendero del medio, el sendero de la armonía de los contrarios.
Allí todo se comprende y se concilia. Allí únicamente el bien triunfa y el mal no
existe.
Ese sendero es el del supremo equilibrio y se denomina el último juicio de Dios.
Los cabellos de la cabeza blanca se esparcen igualmente bien ordenados por todos
lados, pero no cubren las orejas.
Los oídos del Señor están siempre atentos para escuchar la oración.
Nada podrá impedir el que oiga el clamor del huérfano y la queja del oprimido.
*
SECCIÓN SEGUNDA
*
EL COLOQUIO
I
En la frente de la cabeza Suprema reside la majestad de las majestades; la
benevolencia de todas las benevolencias; el bello placer de los excelsos placeres. A ese
amor debe corresponder la voluntad de la humanidad, figurada por el frente del
Microprosopo.
La frente del hombre colectivo se denomina Razón. Frecuentemente está velada por
tinieblas, pero cuando se descubre. Dios acoge las oraciones de Israel. Pero ¿cuándo es que
se descubre?.
Rabí Simeón se detiene un instante para renovar su pregunta:
- Sí, ¿cuándo?.
Y volviéndose hacia Rabí Eléazar, su hijo, repite:
- ¿Cuándo es que se descubre?.
- Al enunciarse la oración, que se hace en común el día del Señor - respondió Rabí
Eleazar.
- ¿Cómo - preguntó el maestro.
- Los hombres, cuando oran, se prosternan ante un Dios que se representan irritado;
la frente de la cabeza sombría se carga entonces de nubes y parece como si el rayo de
dispusiera a estallar; pero la sombra se entreabre ante un rayo de la faz suprema: la
serenidad eterna imprime su mirada en la sombra y hasta la frente de la faz negra se
ilumina.
Cuando los justos oran se dirigen a la bondad divina y el sentimiento de bondad
disipa en ellos las sombras del temor. La serenidad de la faz del hombre, es la irradiación
del rostro divino.
Cuando la cólera se apacigua en el corazón del hombre, sueña con el perdón de
Dios; pero sólo es el hombre quien perdona, pues Dios jamás se irrita.
Adán es arrojado del paraíso terrestre por la ira y la ironía de la cabeza sombría;
pero la faz luminosa le sonríe siempre en el paraíso celeste.
El Edén dividido por los cuatro ríos es un misterio de la cabeza sombría. Los
símbolos oscuros salen del pensamiento oscuro, el dios dogmático es el padre de las
alegorías misteriosas.
El Edén superior no tiene divisiones ni exclusiones; no hay manzanos en el jardín
del Supremo Dios.
Pero el Padre es el único que conoce su Edén, el que comprende su amor, siempre
inflexible por no ser ni débil ni colérico.
II
Continuemos dibujando mentalmente la cabeza jeroglífica que nos representa al
Padre. ¿Qué ojos le daremos?.
Ojos diferentes de los mortales: ojos sin cejas y sin párpados.
Pues Dios jamás dormita ni cierra los ojos.
¿No está escrito?. Jamás sueña, nunca duerme el que es guardián de Israel.
Se ha escrito también: La vista del Señor recorre sin cesar el Universo entero y, por
consiguiente, se ha dicho: La mirada del Señor se detiene sobre los que le temen; el ojo de
Adonai está fijo sobre Israel.
¿Hay alguna contradicción?. No, no verdad; pues el Señor que mira al Universo
entero es el dios de la luz, y aquel que mira y prefiere darla a Israel sería una injusticia y,
por consecuencia una vergüenza; si Dios no atendiera al mismo tiempo a todo el Universo.
El ojo del privilegio vería mal si no estuviera sostenido y rectificado por el ojo de la
justicia. Por esto damos dos ojos a la cabeza suprema; pero esos dos ojos son los dos focos
de una elipse, y esa elipse no constituye más que un solo ojo.
Ese único ojo tiene tres rayos y tres aureolas.
Las aureolas son coronas que constituyen el triple reinado de las cosas visibles de
Dios.
Son los ojos, pero cuando se les quiere distinguir, se sintetizan en un solo ojo.
El ojo derecho es el único compuesto de luz y de sombra, pues las dos caras no son
más que una como los dos ojos sólo forman uno.
El ojo izquierdo es el del Microprosopo, y éste posee cejas, que frunce, y párpados
que entorna.
Dormita con frecuencia, pues está hecho a imagen del hombre y es al que refiere
cuando se dice: Señor despiértate y dirígenos tus miradas.
¡Desgraciado del hombre que ve el ojo de Dios, rojo e inflamado por la cólera!.
¿El que crea en un Dios que se irrita dónde buscará su perdón?.
El Anciano de los días es todo bondad, y el rayo de su mirada es una luz siempre
blanca y pura.
¡Dichosa es la parte del hombre, justa y sabia, que todo lo ve con esa pureza y esa
blancura!. Está escrito: Venid, familia de Jacob y marchad con la luz de Adonai.
El nombre del Supremo Maestro queda, no obstante, rodeado de misterio.
Ninguna parte queda sin explicación en la ley, excepto aquel pasaje en que Dios dijo
a Abraham: “Te juro por Mí mismo que tu Israel será bendito”.
¿Quién puede empeñarse por juramento sino el Dios humano?. Y ¿qué es Israel en
el orden divino más que la fe divina de Israel?.
Y si Dios dijo, por boca del profeta: Israel, tú serás mi gloria, ¿no es el Dios de la
sombra quien quiere glorificarse en el esplendor del Dios de la luz de Israel?.
Para darle algún nombre le denominaremos el Anciano de los días. En efecto, se
dice en la profecía de Daniel: He visto desmoronarse los tronos y al Anciano de los días
sentado.
Levántate, Rabí Jéhuda, y desde tu sitio dinos cuáles son los tronos que se derrocan.
- Está escrito - dijo Rabí Jéhuda -: Su trono es el foco del fuego que da vida. Dios se
sienta en ese trono y el fuego vivifica, en lugar de devorar y destruir.
Si Dios deja el trono, el foco se extingue por miedo de consumir los mundos. Donde
Dios se aposenta allí está el equilibrio.
Cuando su potencia se acumula en un centro, se crea un universo y todos los demás
se desplazan para gravitar alrededor de éste, pues Dios anda y se sienta para continuar
andando.
Y Rabí Simeón dijo a Rabí Jéhuda: - Que Dios te guíe por los caminos eternos y se
pose en tus pensamientos.
III
Venid y ved. Está escrito: Soy Yo mismo en todos los seres. Desde el principio soy,
y en las postrimerías de todos estoy también completo.
Todo es EL, pues todo lo revela; EL se oculta en cuanto existe. Su soplo anima
todo lo que respira, y por, esto, entre los misterios de su rostro alegórico, explicaremos
ahora el significado de la nariz. De la nariz depende especialmente el cabelo de una
fisonomía.
Mas la cabeza de luz y la cabeza de sombra tienen caracteres diferentes.
La nariz de la cabeza Suprema sopla la vida hacia la cabeza inferior.
De una de esas narices procede la vida personal, y de la otra la vida colectiva.
Pero el alma única, resultado de ese doble soplo, es el apaciguamiento y el perdón.
Es el soplo el que debe, en tiempos del Mesías, apaciguar las tempestades y calmar
las cóleras.
El espíritu de sabiduría y de inteligencia.
El espíritu de consejo y de fuerza.
El espíritu de ciencia y de temor del Señor.
¿Son espíritus diferentes?. Hemos dicho que el soplo del Padre es único. Levántate
Rabí José.
Rabí José se levantó y desde su puesto dijo: - En los días del Mesías la sabiduría no
se ocultará, porque las inteligencias se agudizarán.
El soplo del Padre, es espíritu de Dios, vendrá con los seis espíritus que forman uno
solo, como las gradas del trono de Salomón servían de base a un solo trono.
Así se explican los siete espíritus ante el trono, de que hablan los antiguos profetas.
Son los siete matices de la luz, las siete notas musicales, las siete aspiraciones que forman
el soplo único del espíritu.
- Pues los tronos - dijo Rabí Simeón - esperan la paz del mundo venidero.
Mientras tanto, venid a observad: Cuando el profeta Ezequiel invoca el espíritu para
vivificar a los muertos, llama a los cuatro soplos que componen el espíritu vital.
¿Cuáles son esos cuatro soplos inspiradores?. El de Dios hacia el hombre, el del
hombre hacia Dios, y el que resulta de esta mezcla, pues el gran soplo inmenso y eterno de
Dios gira alrededor del mundo y vuelve a la boca del Padre. Esos cuatro soplos se sintetizan
en uno solo que es el espíritu vital.
También el profeta, volviéndose hacia los cuatro puntos cardinales, llamaba a un
solo espíritu.
¿No se ha dicho que en tiempo del rey Mesías, cuando el espíritu de inteligencia y
de ciencia, se extienda por toda la carne, toda alma humana conocerá la verdad sin
necesidad de investigarla?.
Porque entonces, las almas, cuando los velos de la mentira se hayan desgarrado para
siempre, no estando separadas por la variedad de los errores fraternizarían entre sí y serán
transparentes como un cristal.
Cada cual irradiará hacia todos, y recibirá las irradiaciones de todos mediante una
especie de aspiración y de respiración universal.
Así todo espíritu viviente se compondrá de cuatro soplos.
Entonces ocurrirá una resurrección universal de la vida intelectual.
Los cuatro espíritus sintetizados en el cuadro circunscrito por el triangulo explica,
en el simbolismo de los números, el misterio de los siete espíritus.
La nariz de la cabeza suprema, expira creaciones siempre nuevas. La de la cabeza
sombría exhala la destrucción y el incendio.
La cabeza negra aspira la vida y expira muerte. La cabeza blanca absorbe la muerte
y exhala la vida.
¿Quién puede concebir estas extrañas y monstruosas cabezas?. ¿Quién las ha visto
alguna vez y quién alcanzará a comprenderlas?. Los reyes de los reyes, es decir, los
maestros de la sabiduría son los únicos que pueden comprender dónde y por qué están
trazadas, y cuan verdadero es el axioma que afirma que existen y no existen.
Los misterios de la barba blanca
Rabí Simeón se había detenido un instante; tomó de nuevo la palabra y dijo: -
Desgraciado del que extiende una mano profana hacia la majestuosa barba del Padre de los
padres. Esa barba, es una gloria que borra todas las glorias; es un misterio que envuelve
todos los misterios. Nadie la ha visto jamás y nadie puede tocarla.
La barba es el ornamento de los ornamentos, la majestad de las majestades.
La barba pone en comunicación las orejas con la boca y se desplaza alrededor de los
labios, como la palabra que da vida y luz a las almas.
Por eso la consideramos como la figura simbólica del Verbo. Oculta todos los
misterios y enseña todas las verdades.
Es blanca como la nieve y proyecta una sombra más tenebrosa que la noche.
Se divide en tres partes, por las que se extienden los perfumes más preciosos.
Las dos que descienden de la nariz a los extremos de la boca y que están separadas
por un espacio sin pelo.
Las dos que unen la barba al nacimiento de las orejas.
La barba misma, dividida en tres bucles, que a su vez se dividen en otros tres.
Esa barba es perfecta porque la tomamos por el Verbo, que es perfecto; ella es toda
bondad, completo equilibrio y exacta justicia.
Por encima resplandecen las mejillas, como dos manzanas bermejas, que reflejan la
luz vital sobre el sombrío Microprosopo.
El blanco y el rojo, al combinarse forman el color de la rosa misteriosa.
La blancura de la leche y el rojo de la sangre.
La blancura de la luz y el rojo del fuego.
Todo lo que es blanco y rojo en la naturaleza deriva de la rosa suprema.
Las trece disposiciones de la barba blanca representan la síntesis de todas las
verdades y el hombre que comprenda esta barba alegórica, es un hombre de verdad.
No acostumbramos a decir del hombre juicioso y fuerte, al que, antes de lanzarse a
una empresa, baja los ojos y reflexiona: ¡Es un hombre que mira su barba!.
Y aquellos que extienden la mano y juran por la barba de un anciano, lo hacen por
la verdad representada en trece formas de la barba suprema: cuatro (las cuatro letras del
nombre sagrado, las cuatro formas elementales, los cuatro ángulos del cuadrado, los cuatro
puntos cardinales del cielo) .y nueve, tres multiplicado por tres: el activo y el pasivo y su
equilibrio engendrándose a sí mismo.
Los misterios de la barba negra
¿Existe también perfecto orden y disposición en la barba del Microprosopo?.
Levántate, Rabí Isaac y desde tu sitio explícanos las formas de la barba negra.
Rabí Isaac se levantó y habló así:
- Escuchad las trece palabras del profeta Mikeas:
I.- ¿Quién se asemeja a ti. Señor?.
II.- Tú ahuyentas la injusticia.
III.- Tú pasas rápidamente sobre el pecado.
IV.- Porque tú quieres al fin salvar a tu pueblo.
V.- Tú no conservarás eternamente la cólera.
VI.- Puesto que tú quieres, tuyo es el perdón.
VII.- la misericordia nos asistirá todavía.
VIII.- El vencerá nuestras inquietudes.
IX.- El enterrará en el fondo del mar el último recuerdo de nuestras faltas.
X.- El dará la verdad por herencia a la familia de Jacob.
XI.- Y la misericordia eterna a la familia de Abraham.
XII.- Creemos en el juramento que formuló a nuestros padres.
XIII.- Creemos en la promesa de los primeros días.

Estas son, - continuó Rabí Isaac -, trece gotas del precioso bálsamo caídas en los
trece bucles de la barba suprema y que vienen a crear el orden en el caos de la barba
inferior. La barba negra tiene cabellos crespos y rudos entremezclados.
Pero las tres gotas del bálsamo misericordioso les obligan a conformarse con las
disposiciones armoniosas de la barba superior.
Porque la barba blanca proyecta la barba negra y crespa, sus cabellos largos,
sedosos y flexibles.
Y esos efluvios amorosos suavizan la rudeza de aquel sombrío vellón.
Los cabellos espesos y crespos, son frecuentemente símbolo de servidumbre
intelectual.
Y si se considera a la cabellera como la irradiación del cerebro, un pensamiento
tranquilo, lúcido debe ser representado por una cabellera lacia, suave y flexible.
Pero la boca es análoga a la cabellera, de la que tanto se diferencia. La cabellera se
echa por detrás de las orejas y cerca de éstas comienza la barba que irradia alrededor de la
boca.
La barba negra es la sombra de la barba blanca, tal como la ley es la sombra de la
libertad y la amenaza la sombra del perdón y del amor.
Ahora bien; nosotros hemos dicho que la sombra y la luz son necesarias a la
manifestación del día y que toda claridad se revela por una mezcla de luz y de sombra.
También podemos decir que en la revelación divina la sombra absoluta no existe y
que todo es luz. La luz que brilla es la luz blanca, y la luz que se oculta en la sombra es la
luz negra.
La ley está escrita sobre página blanca mediante los negros carbones que los
Serafines cogen con tenazas del altar.
La gran hoja de luz es la escrita con caracteres de fuego. Por eso representamos el
pensamiento Divino, el espíritu de las escrituras, mediante una barba blanca y suave, en
contraste con la barba crespa y dura.
Una representa al espíritu; la otra la letra de la ley.
Lo mismo sucede con las cabelleras: La del Dios de luz, es blanca como la nieve, y
los cabellos están unidos y sueltos.
La del Dios de sombra, es negra como el ala del cuervo, y los bucles se hallan
retorcidos y enmarañados.
Pero la barba blanca embalsama a la negra con sus perfumes y la cabellera de luz
irradia sus esplendores a través de la cabellera de sombra, de modo que las dos barbas y las
dos cabelleras sólo presentan una misma cabeza, que es la figura simbólica y alegórica de
Dios.
Detalles de la gran barba blanca: La Primera Parte
La primera parte de la barba misteriosa es la que comienza cerca de la oreja derecha
hasta el extremo de la boca.
La barba procede del calor viril de la sangre, y por eso puede decirse que es hija del
corazón del hombre; pero desde aquí, continuando hasta la cabellera que irradia el cerebro
se puede también decir que es hija del pensamiento.
Los pelos son tiernos como cabellos, no tienen casi longitud. Es el Verbo en su
generación divina.
Hay treinta y un pequeños bucles arreglados en perfecto orden, y cada bucle se
compone de trescientos noventa cabellos.
Estos números representan los mundos intelectuales que el pensamiento de Dios
quiere realizar mediante el Verbo. Cada mundo debe engendrar otros multiplicados por el
denario misterioso y el ternario sagrado. De la decena a la centena, de la centena al millar,
los mundos se multiplican en razón de las ideas creadoras y en proporción exacta de los
gérmenes ya formados.
Cada pelo de la barba naciente termina en un punto luminoso, y cada punto
luminoso es el origen de un sol.
Para recibir al sol, se abre una noche que el nuevo astro debe fecundar, noche
plagada de fantasmas y de horror, que el sol naciente ilumina y disipa con una sonrisa.
Y sólo se puede percibir la barba suprema por el resplandor que produce en la barba
la sombra.
¿No se dice en el libro de los Salmos: El perfume de la cabeza suprema llega hasta
la barba del Padre, y, por tanto, sobre la barba de Aarón?.
¿Quién es Aarón?. El gran sacerdote. ¿Y quién es el gran sacerdote sino la figura de
la sombra y la personificación humana del Dios negro?.
El salmo que acabamos de citar comienza por decir que la perfección del bien y el
triunfo de la dicha ocurrirán cuando los hermanos se unan.
¿Quienes son los hermanos, sino los dos viejos?.
Dios, tiene necesidad del pontífice para nosotros, pero el pontífice llegará a ser la
noche de la muerte, si él se separa de Dios.
Dios da a la luz al sacerdote y el sacerdote presta su sombra a Dios.
El sacerdote es el hermano de Dios, así como la sombra es la hermana de la luz.
Lo que el sacerdote ve sobre la tierra en el ejercicio del gran sacerdote, Dios lo
realiza también en el cielo; con la diferencia de la derecha y de la izquierda, del día y de la
noche, de la cólera que condena y de la mansedumbre que reconcilia y une.
Así es como la armonía religiosa resulta de la magia de los contrarios.
- ¡Entonces - dijo Rabí Simeón a Rabí Isaac -, puesto que la armonía suprema
irradia sobre ti; puesto que la barba luminosa es el signo de la fuerza eterna; podremos ver
en conjunto el rostro del Anciano de los días y gozar la paz y la alegría de las almas
iluminadas por el mundo del porvenir!.
La Segunda Parte
- Levántate, Rabí Chiskija, y desde tu sitio dinos las glorias de una parte de la barba
santa.
Rabí Chiskija se levantó y habló así:
- Está escrito: Pertenezco a mi bien amado y su condescendencia me satura. Para los
hombres, para cada uno de nosotros, el pensamientos y de todas las formas.
Veo un río de luz que desciende del entendimiento divino y se transforma en
trescientas treinta y cinco voces armoniosas.
En esa luz se baña la noche.
Veo formas tenebrosas sumergirse en las ondas cristalinas para emerger blancas
como las olas.
Rogué a las inteligencias superiores que me explicaran lo que veía.
Me respondieron: Tú ves de qué modo Dios borra la injusticia.
Pues entre su oído y su boca, entre su entendimiento y su Verbo, no hay sitio para la
mentira.
En la luz viva, en la luz ilimitada la sombra, no podría existir, pues, es necesario que
haya blancura y que ésta se transforme en luz.
Así es como Dios transformará en bien el mal que hacen los hombres. Eso es lo que
me inspira la segunda parte de la barba santa, análoga y paralela a la primera.
Rabí Chiskija, habiendo hablado así, volvió a su asiento.
Entonces dijo Rabí Simeón: - El mundo no es un enigma, si un infierno. Se ha
beneficiado por el viejo supremo, ¡Oh. Rabí Chiskija!, porque has consolado nuestros
corazones.
Todos los rayos convergen hacia su centro; veo al armonioso conjunto de la obra del
Creador. Desde las alturas donde nos encontramos, podemos vislumbrar la tierra santificada
por el próximo nacimiento de sus predestinados.
Vemos lo que no vio el propio Moisés cuando ascendió, por segunda vez, al monte
Sinaí.
El sol de justicia, en el cual creemos, es el sol que deberá Iluminar nuestros rostros.
Siento el mío resplandecer de fe y esperanza, y, más feliz que Moisés, sé por qué mi
rostro irradia luz. Moisés apenas sabía que su faz se había vuelto luminosa en la
contemplación de Dios.
Veo ante mis ojos aquella barba alegórica, como si hubiera sido esculpida por un
hábil artista en trece partes que representan la unión de la verdad.
A medida que las explicáis, veo todas sus partes disponerse en hermoso orden y
reunirse a aquella cabeza ideal que damos por soporte a la misteriosa corona.
El rey se me aparece entonces con sus innumerables años. Los efectos se unen a sus
causas, ligados entre sí, y colocados delante por los principios, y el principio de los
principios reina y domina en su centro, que está en todas partes.
- ¡Regocijaos!, ¡Oh, compañeros míos! con esta revelación santa, porque,
ciertamente, el mundo no comprenderá lo que nosotros comprendemos, ni verá lo que
nosotros vemos al contemplar el reino del Mesías!.
Las Otras Partes
De este modo los grandes rabinos realizaban sucesivamente el análisis de la barba
santa. Aquí la explicación debe dejar sitio al texto cuya afectada oscuridad oculta sutilezas
y lagunas.
Por la cabellera que irradia su luz en torno del cráneo, escuchan esos grandes
hierofantes los pensamientos divinos, y por la barba que irradia en torno de la boca,
simbolizan las palabras santas. La cabellera es el verbo de Dios, que se conoce a sí mismo;
la barba es la palabra de Dios manifestada: ya en sus obras, ora en las escrituras inspiradas.
Esta barba se divide en trece partes, porque la teología secreta de los cabalistas se refiere a
las nueve cifras que componen todos los nombres de los números tomada como el álgebra
de las ideas, es el Bereschith; la ciencia de las letras del nombre sagrado, es la Mercavah,
Beraschith o Bereschith, quiere decir génesis, generación o genealogía. Mercavah quiere
decir carruaje, como si las cuatro letras simbólicas fueran las ruedas del carruaje de Dios
que vio Ezequiel en su visión. Eran ruedas de luz que giraban concéntricamente; eran
esferas celestes, círculos entrecruzados, cuyos centros están en todas partes, así como las
circunferencias y su centro común, pero la circunferencia definitiva en ninguna parte.
Pero, en realidad, el nombre de Jehová no tiene más que tres letras porque la cuarta
es una repetición de la segunda Yod-He-Vau-He.
Así, los trece mechones de la barba suprema, equivalen al ciclo de doce, más el
centro, que será preciso dar a estos números para disponerlos en círculo en el reloj de los
tiempos.
Estas sutilezas teológicas, relacionadas con abstracciones numerales, eran, por
decirlo así, la escolástica de los antiguos rabinos; padres de la filosofía cabalística. Tales
deducciones, bastantes exactas y a menudo sublimes y otras veces pueriles, eran el
resultado de ese método. “Dios - dijo Salomón -, ha creado todo con número, peso y
medida”. Inculcaron en la mente de ciertos calculistas ingenuos que el Algebra era el juego
sagrado de Prometeo, y que se podía crear hombres con solo pronunciar algunas palabras.
Esto es verdad algunas veces, según lo saben los grandes oradores, pero solo de una manera
metafórica. Sin duda, la materia obedece al movimiento resultante de las fuerzas, que
pueden estar determinadas por números. Más los números, para los hebreos, están figurados
por las letras del alfabeto, y es mediante éstas que Dios ha creado el espacio y los mundos;
la letra es, en efecto, el signo convencional de la fuerza, pero no es la fuerza. Así como en
el libro del Zohar, que estamos analizando, los grandes rabinos reunidos en torno al Rabí
Simeón, formulan sus ideas sobre la divinidad en torno de la figura alegórica de una cabeza
humana, en la que los ojos y los oídos representan la inteligencia; los cabellos, los
pensamientos; la barba, la palabra, o más bien, las expresiones y las manifestaciones de la
verdad. Han dicho que esta cabeza no existe en forma visible y tangible, que Dios es
inaccesible a nuestros sentidos e inteligencia; que no podemos comprenderle sino en sus
relaciones con nosotros lo que no ha impedido a gran número de hombres supersticiosos
atribuir a Dios figura humana, no sólo en la antigüedad, sino en épocas muy próximas a la
nuestra.
Así, Swedenborg, ese místico admirable, sostenía que el Universo es, en realidad,
un hombre inmenso, con cabellos luminosos, brazos y piernas estrelladas; que este hombre
está hecho tan inmenso y tan brillante que ningún ojo humano puede verle. Aun en nuestros
días, los mormones se imaginan que el Universo es limitado, y que Dios, bajo la forma de
un hombre gigantesco que ocupa el centro, está sentado sobre una colosal Urim-Thumin,
es decir, sobre dos piedras talladas en innumerables facetas, en las que ve reflejarse cuánto
pasa en los mundos. En tal sentido no son más progresivas que los escandinavos, quienes
sientan a Odín sobre una encina, por cuyo tronco una ardilla sube y baja sin cesar para
decirle al oído cuánto ocurre en el Universo.
Pasemos por alto los detalles de los trece mechones de la barba alegórica, a fin de
no fatigar a nuestros lectores, y volvamos a la conclusión que saca de ellos Rabí Simeón.
Conclusión
Respecto a la figura alegórica del Microprosopo
Rabí Simeón dijo entonces a sus compañeros: - Acabáis de bordar un velo que nos
permite, sin ser desvanecidos ni cegados, levantar nuestros ojos hacia la luz eterna.
Veía realizarse el trabajo mientras hablabais; vuestros pensamientos determinaban
la imagen y la imagen venía, por sí misma, a plasmarse sobre esta alfombra maravillosa.
Así es como Moisés hizo bordar en otro templo el velo del Santo Tabernáculo,
extendido sobre cuatro columnas y circundado de anillos de oro.
El altar de los sacrificios tenía ángulos semejantes al cuadrado que se podía trazar
en todos los círculos del cielo, y en medio del altar había una barra, terminada por un
garfio, que servía para atizar el fuego del sacrificio, porque no se solía tocar el fuego con
las manos.
Nuestras alegorías son como aquella barra, que nos sirve para tocar las verdades
ardientes.
Nos acercamos mediante una mente regulada por la ley de las analogías y por la
exactitud de los números. Lo que sabemos sirve de base a lo que creemos. El orden que
vemos exige el que suponemos en las alturas, donde nada está librado al azar, donde todo se
ordena en forma legítima y armoniosa. Habláis y se dibuja el cuadro. Vuestra voz
determina las formas que han de aparecer y éstas se ubican magníficamente como los
florones de una corona.
Se conmueven las columnas del templo; parecen renacer y salir de la tierra para
escucharnos.
Los ejércitos del cielo os rodean y su admirable disciplina confirma vuestras
palabras.
- ¡Oh! sed felices en el mundo futuro, puesto que las frases que salen de vuestra
boca son de antemano reguladas por la verdad y la justicia, y siguen la línea recta, sin
torcerse jamás, ni a la derecha ni a la izquierda.
El Dios santísimo que bendecís se regocija de oírlas y las escucha para cumplirlas.
Porque, en el mundo del futuro, todas las buenas palabras proferidas en éste se
convertirán en formas vivas. Vosotros sois los creadores del bien, vosotros que formuláis
mediante el Verbo todo lo que es verdad.
La verdad es un vino delicioso que jamás se evapora. Cae sobre la tierra gota a gota,
y escapándose de la copa de los sabios, llega hasta la tumba para humedecer los labios de
los muertos, descendiendo hasta el corazón de nuestros padres dormidos, y haciéndoles
hablar como en un sueño.
Porque la verdad siempre está viva, y se adueña de aquellos que la escuchan
conmovidos.
Y cuando los hijos que se hallan en la tierra les rinden pleitesía, los padres que en
ella duermen sonríen y responden suavemente: Amén.
El Microprosopo
No conocemos en los libros antiguos nada tan grande como el sínodo de los
verdaderos iniciados, ocupados en construir mediante la verdad y la razón una figura
jeroglífica de Dios. Saben que toda forma, para ser visible, exige luz y proyecta una
sombra. Pero la sombra, ¿puede representar, por sí misma, la inteligencia suprema?.
Indudablemente, no. No puede representar más que el velo; la antigua Isis estaba velada.
Cuando Moisés hablaba de Dios, cubría su cabeza con un velo. Toda la teología de los
antiguos está velada por alegorías más o menos transparentes; la mitología no es otra cosa.
A ella han sucedido los misterios, que son el velo negro, despojado de sus bordados,
acusando cada vez más esta faz de sombra adivinada por el gran Rabí Simeón. Pero todo
esto se remonta a la ficción primera, de suerte que las lágrimas que traducimos,
analizándolas, parecen ser el origen de todos los simbolismos y el principio de todos los
dogmas.
Nada tan hermoso y consolador como esa explicación dada a ciertas figuras de la
Biblia, representando a Dios irritado, arrepentido o variable como los hombres. Nos dirá
Simeón Ben-Jochai que estas apasionadas contradicciones no pertenecen más que a la
figura de sombra, y que son el espejismo de las pasiones humanas. La figura de luz siempre
está radiante y tranquila; pero Dios, que no tiene rostro; permanece inmutable en torno de
esa luz y de esa sombra. El hombre que busca a Dios hallará tan sólo el ideal del hombre,
pues, ¿cómo puede lo finito concebir lo infinito?.
El vulgo necesita un Dios que se le parezca. Si el Señor no se ofende cuando pecan,
creerán que el mal permanece impune y sus desordenadas acciones no tendrán freno. Si el
Señor no es duro, severo, misterioso, difícil de adivinar y de contentar, se dejarán llevar al
descuido y a la pereza: el niño indócil necesita ser castigado, y el padre debe mostrarse
enojado, aunque sienta deseos de reír ante las diabluras del pequeño.
Así, siguiendo a nuestros antiguos maestros, la imagen de la divinidad tiene dos
caras: una, que mira los crímenes del hombre y se irrita; otra, que contempla la eterna
justicia y sonríe.
El misterio de la alta iniciación era igualmente conocido por los griegos, que a veces
daban a Plutón los atributos de Júpiter; en Egipto invocaban al Serapis negro, y se han
conservado imágenes de Baco, en que el dios, cuyas aventuras recuerdan la historia de
Moisés, gritaba en su fiesta: ¡Io Evohé! (Yod-He-Vau-He), representando las cuatro letras
del nombre de Jehová, con dos caras, como Jano: una, joven y hermosa como la de Apolo;
la otra grotesca como la del Silencio.
Apolo y Baco caracterizan los principios de exaltación entre los hombres: el
entusiasmo y la embriaguez. Las almas sublimes se embriagan de poesía; las almas
vulgares buscan el entusiasmo en el vértigo provocado por el vino. Mas el vino no es para
el vulgo la sola causa de embriaguez; los hombres sin educación se marean con el humo
que se les sube a la cabeza: los deseos insaciables, los apetitos desordenados, la vanidad, el
fanatismo. Hay imaginaciones ascéticas más locas y desordenadas que las de las Bacantes
en los pretendidos defensores de la religión, que convierten la dulzura en amargura y la
predicación en Sátira, condenados por la incorruptible naturaleza a llevar máscara de
sátiros. Sus labios están quemados por la insolencia, y sus ojos bizcos denuncian, a pesar
suyo, la perversidad de su alma.
La paz de sombra que describen nuestros rabinos no es por lo tanto, el Dios de los
Garasse, de los Patonilleto de los Veuillot; es el Dios velado de Moisés, el Dios posterior, si
es posible llamarle así, haciendo alusión a una cita alegórica de la Biblia, Moisés ruega a
Dios, a Dios invisible que se deje ver por él. “Mira por la abertura de la roca, responde el
Señor, pasaré poniendo mi mano en la abertura y cuando haya pasado me verás por detrás”,
hombres contemplar sin que queden cegados por la luz. El Dios de luz es aquél con el cual
sueñan los prudentes, el Dios de sombra es con el que sueñan los insensatos. La locura
humana lo ve todo al revés, y si no fuera permitido emplear la metáfora atrevida de Moisés,
la faz que las multitudes adoran no es sino el anverso de la ficción divina, la sombra
posterior de Dios. Videbis posteriora mea”.
CONTINUACIÓN DEL TEXTO DEL ZOHAR
Prólogo sobre el Microprosopo
Disponeos ahora y aplicaos a la descripción simbólica del Microprosopo, ese velo
de sombra dispuesto y mesurado con una forma de luz, esa ficción visible que vuelve
accesible a nuestras miradas el esplendor emanado de lo invisible: el viejo negro en quien
se destila y sobre el que se refleja la luz del viejo blanco.
Tenéis por guía la cordura, y como instrumental la precisión el orden, la justicia y la
belleza.
Dad una forma a los pensamientos humanos que se remontan hacia el autor invisible
de todas las formas.
Y que esta forma sea la humana, pues nosotros buscamos al rey que debe reinar
entre los hombres.
Que sea de forma humana, para que podamos sentarla sobre un trono y adorarla.
¿No dice el Profeta: He visto un trono en el cielo y sobre este trono algo inmenso
que parecía una figura humana?.
Démosle la figura humana, porque es para nosotros la síntesis de todas las formas.
Porque el nombre de hombre es para nosotros la síntesis de todos los hombres.
Démosle la figura humana, porque ella encierra para nosotros todos los arcanos del
pensamiento y todos los misterios del mundo antiguo; del mundo que ha sido creado antes
del hombre y que no ha podido encontrar su equilibrio hasta el día en que ha aparecido la
figura de Adán.
Los reyes de Edom
Leemos en el libro del Misterio: Antes que el Anciano de los ancianos hubiera
revelado sus proporciones, permitió la acción de fuerzas gigantescas, parecidas a los reyes
que, antes de la venida del pueblo de Dios, reinaban sobre la tierra de Edom.
Entregó la naturaleza a los opuestos, con lo cual fueron destruidos los unos por los
otros, pues no pudieron concertarse en proporciones para formar los miembros de un
cuerpo, envista de que les faltaba una cabeza.
Entonces, esos Elohims terrestres, esos reyes anárquicos del mundo fueron
destruidos, pero no aniquilados.
Destruidos como potencias desordenadas, fueron conservados como potencias
conquistables.
Y su ubicación resultó hallarse con orden cuando se creó el orden en la naturaleza.
Por otra parte, nada se destruye, todo se transforma; y cuando los seres cambian
para obedecer la orden eterna, es lo que entre los hombres se llama morir.
¡El mismo rey de Egipto no ha muerto; ha descendido de su trono para dejar sitio al
Eterno!.
Se dice que Adán ha dado nombre a todos los seres, porque con la llegada de Adán
se constituyó la naturaleza en jerarquía; y encontrándose por primera vez todos los seres en
su lugar, tuvieron una razón para ser determinados por el hombre.
El único de los monstruos preadamitas no destruidos, fue el gran Andrógino, macho
y hembra como la palmera.
Es la fuerza creadora que existía antes de Adán, y que Dios no destruirá.
Existía, pero no estaba regulada; trabajaba pero la ley de su trabajo no estaba
determinada, mientras no produjera su obra maestra, la forma viviente de Adán.
EL CRÁNEO DEL MCROPROSOPO Y SUS ANEXOS
El aire sutil, el fuego y el rocío
Cuando la cabeza blanca se propuso añadir un adorno a su belleza, destacó un rayo
de luz.
Sopló sobre aquel rayo para enfriarlo, y éste se hizo sólido.
Sopló y se hinchó como un cráneo transparente y azulado que contenía miradas de
mundos.
Esta cavidad contiene el rocío eterno blanco y del lado del padre y rojo del lado del
hijo. Es el rocío de la luz y de la vida, el rocío que fecunda el Universo y que resucita a los
muertos.
Unos resucitan en la luz, otros en el fuego.
Unos, en la eterna blancura de la paz; otros, en el rojo del fuego y en los tormentos
de la guerra.
Los malvados son, en cierto modo, los que enrojecen de vergüenza la faz del padre.
En el cráneo del hombre universal, hijo único de Dios, reside la ciencia, con sus
treinta y dos vías y sus cincuenta puertas.
LOS CABELLOS DEL MICROPROSOPO
Los cabellos representan los pensamientos, porque irradian en torno de la cabeza.
Hay, en torno de la cabeza del Microprosopo, miríadas de miríadas y millones de
millones de cabellos negros, encrespados y entrelazados.
Allí se encuentran mezclados en proporción adecuada, la luz y la sombra, lo
verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto. En medio del cabello hay una línea recta y pura,
que corresponde con la de la cabeza blanca.
Porque el equilibrio es el mismo, y para Dios, lo mismo que para el hombre, las
leyes que rigen la balanza son idénticas en el cielo y en la tierra.
Entre los pensamientos del hombre unos son duros y despiadados, otros dulces y
flexibles.
La misma balanza los pesa y corrige los rigores de la izquierda con la misericordia
de la derecha.
LA FRENTE DEL MICROPROSOPO
Los ojos y sus colores
Cuando irradia la fuente de luz, se descubre la frente de sombra.
Cuando la cólera ensombrece la frente del Dios de los hombres, los cabellos negros
y crespos se erizan, y un soplo de cólera les hace silbar como las serpientes.
Las plegarias de la ignorancia se elevan como un humo negro y vuelven más
tenebrosas la frente del ídolo.
Surge de la sombra y asciende recta hacia la luz.
Entonces se inclina la cabeza celeste, y la frente tenebrosa, que está debajo, se llena
de esplendor.
Cesa la cólera, se aplaca la tempestad, y la venganza se convierte en perdón.
Los ojos
Tienen cejas negras y espesas. En torno de sus ojos se erizan las pestañas, que
tienen el color de las tinieblas.
Cuando sus pupilas sombrías se elevan parece despertar. Sus miradas se iluminan
con un reflejo de luz suprema parecido a la mirada de Dios.
A EL es a quien se dirige el Profeta cuando dice: “¡Despierta Señor!, ¿Por qué
duermes tanto tiempo?. ¿No es hora de sacudir, al fin, tu sueño?”.
Es que durante el sueño del Dios de sombra las naciones extranjeras ejercen su
dominio sobre Israel.
El Dios del hombre dormita, cuando la fe del hombre se adormece.
Pero cuando nuestro Dios despierta, entorna los ojos, y mirando de reojo a las
naciones que nos oprimen, las aplasta con sus rayos.
Sus ojos, cuando están abiertos, son dulces como los ojos de las palomas, y en ellos
se encuentran los colores primitivos: el blanco, el negro, el amarillo, el rojo.
El negro de los ojos del Microprosopo se asemeja a aquella piedra que sale del
abismo, una vez cada mil años, el abismo del gran mar.
Y cuando aparece esta piedra, se forma una gran tempestad, se encrespan las aguas
y el ruido que producen es oído por la serpiente inmensa que se llama Leviatán.
Esta piedra emerge del abismo profundo, rueda en el torbellino del mar, sale al
exterior, y entonces se produce una negrura, ante la cual se borran las demás negruras.
Los iniciados saben que en esta negrura se ocultan todos los misterios de la ciencia.
Tal es la negrura del ojo del Anciano, que encierra y sobrepuja todas las
oscuridades, hasta las más profundas.
Su blancura es la que le presta esa mirada suprema; es la leche de la misericordia
que cae sobre EL, gota a gota, como si fueran lágrimas.
Su rayo es el fuego que destruye y renueva la vida.
Su mirada de bondad es de color leonado y resplandeciente como el oro. Cuando se
irrita o cuando amenaza, titilan dos lágrimas en sus ojos.
Su rayo brilla; su enojo ahonda el abismo; su fuego se enciende para devorar sus
víctimas.
Las potencias de la tierra se transforman; los cedros son abatidos como briznas de
hierbas; la sima de cola; la cólera de aplaca, el Dios de sombra se apacigua y sobre las
lágrimas suspensas brilla un rayo de luz emanado de la claridad de un Dios de amor.
La culpa se abate, las lágrimas brotan y al brotar extinguen el fuego del infierno
eterno.
LA NARIZ Y LA BARBA
Análisis
Simeón Ben-Jochai continúa explicando el libro del Misterio y describe la anatomía
del Dios negro. Este Dios no es ni el Ahrimán de los persas, ni el principio malo de los
maniqueos: es una concepción más elevada; es una penumbra, mediadora entre la luz
infinita y las débiles miradas del hombre; es un velo hecho a semejanza de la humanidad,
en la que Dios se digna velar su gloria. En esta sombra se encuentra la razón de todos los
misterios. Esa sombra explica el Dios terrible de los profetas, el Dios que amenaza y se
hace temer. Es el Dios de los sacerdotes; el Dios que pide sacrificios, el Dios que se
adormece, y despierta al ruido de las trompetas del templo; el Dios que se arrepiente de
haber creado al hombre, y que, vencido por las plegarias y las ofrendas, se aplaca en el
momento de castigar.
Es preciso observar que esta concepción de la divinidad, lejos de parecer falsa a los
grandes rabinos reveladores del misterio, la tienen por muy legítima y necesaria.
El santuario antiguo estaba velado, y cuando el velo se rompía, anunciaba el fin de
una religión y de un mundo. El velo no se rompe sin que la tierra tiemble, que fue lo que
ocurrió a la muerte de Cristo; pero un santuario sin velo, es un santuario profanado. Pronto
Calígula llevará a él sus ídolos aguardando las antorchas lanzadas por los soldados de Tito.
Una voz exclama: “Los dioses se van”. Mientras tanto el cristotianismo, en silencio prepara
otro Santuario y extiende otro velo.
Es preciso representarse las cabezas jeroglíficas de los dos ancianos, en forma
concéntrica y sobrepuestas; de suerte que una sea el duplicado de la otra, pero invertida: lo
que es una es lo blanco será negro en la otra, y viceversa.
Los grandes rabinos se refieren minuciosamente a los detalles de estas dos cabezas
enumerando los mechones de los cabellos, y las divisiones de la barba; describiendo la
nariz de cada una y los soplos contrarios que se escapan de sus cuatro orificios. La nariz
larga y majestuosa del padre supremo, respira la vida eterna; la corta y arrugada del Dios
irascible, respira humo y fuego; es el volcán de la vida terrena. Así es también como los
grandes rabinos parecen entender el fuego eterno del infierno, es decir, la ficción inferior.
- Este fuego – dicen - no puede ser extinguido sino por el del altar, y este humo no
puede disiparse más que por el del sacrificio. Se representa a este Dios negro, de nariz
humeante que simboliza el infierno. En esta descripción, el Dios negro se asemeja a nuestro
diablo, debiéndose a esta ficción de los rabinos el Ahrimán de los persas, el Dios malo de
los maniqueos y el diablo de los cristianos, todos de igual origen.
Es un símbolo desfigurado; en consecuencia no es la sombra del Dios, sino por
decirlo así, la caricatura de la sombra.
Este abuso, que ha hecho la ignorancia de una imagen atrevida, prueba la necesidad
del ocultismo y justicia a los rabinos, que rodeaban de tanto misterio los secretos de su
Kabballah.
A continuación de la nariz, describe el rabino las orejas del Dios negro. Están
cubiertas de cabellos encrespados, porque en el hombre, de quien es imagen el Dios negro,
se ofusca el entendimiento por el desorden de sus pensamientos. Cuando el Dios vulgar
dormita, sus oídos no oyen y el mal invade el mundo. El mal que ofende e irrita al Dios de
sombra no existe para el Dios de luz. Referido al orden absoluto, el desorden no existe.
Cuando el dios de los hombres despierta, sacude su cabellera y el cielo tiembla.
Entonces sus oídos se descubren y dan acceso a las plegarias. Estos son los días de victoria
para Israel; entonces triunfa de Ahrimán y detiene a sus enemigos.
De los oídos. Rabí Simeón pasa a la barba, y describe los mechones separados;
cuenta nueve, y no trece, como la barba blanca del anciano supremo, porque el Verbo
negativo del Dios de sombra no sabría explicar el cuaternario divino. El ternario,
multiplicado por sí mismo da nueve, que es el número de cualquier jerarquía y clasificación
en el método cabalístico. Hay nueve coros de ángeles y nueve clases de demonios. El
número nueve tiene, pues, su lado luminoso y su lado oscuro; pero el cuaternario
tetragramático constituye el número perfecto que no admite negativa. La negación del
cuaternario será la acción monstruosa del mal absoluto. Será el Satán de los demonólogos,
monstruo imposible y desconocido de los antiguos maestros, los grandes cabalistas hebreos.
Los nueve mechones de la barba de sombra representan el Verbo negativo. Son las
sombras de las grandes luces.
Las grandes luces son las nueve concepciones divinas que preceden a la idea de
creación.
PRIMERA LUZ
La corona o poder supremo
SOMBRA DE ESTA LUZ
El Despotismo o el Absolutismo del poder
SEGUNDALUZ
La sabiduría eterna
SOMBRA DE ESTA LUZ
La Fe ciega
TERCERALUZ
La inteligencia activa
SOMBRA DE ESTA LUZ
El dogma que se pretende inmutable y que
es fatalmente progresivo
CUARTA LUZ
La belleza espiritual
SOMBRA DE ESTA LUZ
La fe ciega
QUINTA LUZ
La justicia eterna
SOMBRA DE ESTA LUZ
La venganza divina
SEXTA LUZ
La misericordia infinita
SÉPTIMA LUZ
La victoria eterna del bien
SOMBRA DE ESTA LUZ
Abnegación y despojo voluntario
OCTAVA LUZ
Eternidad del bien
SOMBRA DE ESTA LUZ
Infierno eterno
NOVENA LUZ
Fecundidad del bien
SOMBRA DE ESTA LUZ
Celibato y esterilidad

Aquí se detienen forzosamente los números negros, porque el número diez es el de
la creación, y la creación no podría ser negativa. El celibato y la esterilidad nada producen.
El celibato ha sido siempre el sueño del misticismo, aun en el judaísmo, que
condena formalmente la esterilidad.
El ascetismo es, en efecto, incompatible con los deberes de la familia; los profetas
errantes no tenían mujeres; la familia es el mundo y el misticismo el desierto.
La familia es la vida real y el misticismo el ensueño.
La familia exige la propiedad, y el misticismo la abnegación y el despojo voluntario.
El misticismo es el sentimiento religioso llevado hasta la locura.
Por esto, debe ser regulado y atemperado mediante la autoridad sacerdotal; los
místicos son niños, que tienen como sacerdotes a sus pedagogos y tutores. Hablamos aquí
de los misterios ortodoxos, que escapan al vértigo de la locura gracias al freno de la
obediencia. Los místicos insumisos son locos que pueden llegar a enfurecerse, y a los que
sería prudente recluir.
El Microprosopo considerado como andrógino
He aquí lo que hemos aprendido, dijo Rabí Simeón: - Estas disposiciones y los
misterios del Verbo, deben revelarse solamente a los que pueden sostenerse en equilibrio
sobre sus pies apoyados en los dos platillos de la balanza. No se deben comunicar a los que
no han penetrado en la cripta de las grandes pruebas, sino a los que han entrado y vuelto a
salir.
Porque para el que entra y no sale, más le valiera no haber sido creado.
Comentario. Aquí vemos claramente que el dogma oculto de Moisés, profesado por
Rabí Simeón, procede de los santuarios del Egipto. Allí, en efecto, se sufrían grandes
pruebas antes de ser admitido a la iniciación. Tales pruebas tenían lugar en subterráneos
inmensos, de los cuales no salían jamás quienes habían cedido al temor. El adepto que salía
victorioso recibía la llave de todos los misterios religiosos, y la primera y gran revelación
que se le comunicaba al oído, pasando cerca de él, estaba contenida en esta fórmula: Osiris
es un Dios negro.
Es decir: el Dios que adoran los profanos, no es sino la sombra del verdadero Dios.
Nosotros le prestamos las cóleras del hombre, para que sea temido por los hombres.
Porque sino se presenta a los hombres un maestro que sea parecido a ellos, la idea
de la divinidad sobrepujará de tal modo su débil inteligencia que se les escapará
completamente y caerán en el ateísmo.
Cuando un hombre ha hecho mal, cae en el desorden y se coloca frente a la ley
conservadora de su felicidad. Entonces se siente desgraciado, y descontento de sí mismo.
Dice que Dios está irritado contra él, para explicar el resentimiento de su conciencia
intranquila. Entonces es preciso que aplaque a Dios con expiaciones, que, parecidas a los
castigos que se inflingen a los niños poco razonables e indóciles, imprimirán en su memoria
el horror al mal. Es preciso, ante todo, que entre en el camino del bien, y entonces, en la
calma que experimenta siente que Dios le ha perdonado. Dios, desde luego, no perdona,
puesto que no se irrita jamás; pero si decís al hombre vulgar que el juez supremo está en el
fondo de su conciencia, creerá que Dios no es más que una palabra, y llegará a discutir
fácilmente con su conciencia, atribuyendo sus escrúpulos o sus remordimientos a los
prejuicios de la educación, llegando a no tener por guía sino el interés de sus pasiones, que
son los comanditarios de la muerte.
Continuación del texto
He aquí el resumen de todas estas palabras:
El anciano de los ancianos está en el Microprosopo; la luz está oculta en la sombra;
lo grande está representado por lo pequeño; todo está en la unidad suprema; todo ha estado,
todo está y todo estará en él. No cambiará, no cambia, no ha cambiado. No tiene forma pero
se adapta a la nuestra; toma para nosotros la forma que contiene todas las formas, y el
nombre que abarca todos los nombres.
Esta forma, bajo la cual se aparece en nuestro pensamiento, no es en realidad la
suya, es la analogía de una forma. Es una cabeza ficticia, a la que adaptamos sus diademas
y sus coronas.
La forma del hombre resume todas las formas, así de las cosas superiores como de
las inferiores.
Y porque esta forma resume y representa todo lo que es, nos servimos de ella para
representar a Dios bajo la figura del viejo supremo. Así, pues, conforme a esta figura, que
es su sombra, imaginamos el Microprosopo.
Y si me preguntáis qué diferencia hay entre los dos viejos, os responderé que ambos
representan un mismo y solo pensamiento.
Son los dos lados de una imagen: vuelta hacia el cielo, la imagen es serena y
espléndida, vuelta hacia la ignorancia y los vicios del hombre, la imagen aparece
amenazadora y tenebrosa.
Así, el Señor a la salida de Egipto marchaba a la cabeza de Israel en una nube:
luminosa del lado de Israel y tenebrosa del lado de los egipcios.
¿La luz y la sombra no se oponen una a otra?.
Parecen tan irreconciliables y opuestas que cuando una se ve, la otra se eclipsa.
Concuerdan, por lo tanto, de una manera admirable, y su armonía es lo que hace
visibles todas las formas.
Pero estos arcanos no son accesibles sino a los segadores del campo sagrado.
Está escrito: El misterio del Señor pertenece a los que le temen.
Comentario. Aquí Rabí Simeón se esfuerza en explicar los misterios del Génesis, en
los cuales Dios está representado en forma humana, creando a Adán a su imagen y
semejanza. Esta forma humana atribuida a Dios es la prototípica del gran Adán, es decir de
la humanidad implícita en el Verbo de Dios.
Además, por el gran Adán, llamado Adán o Adán Kadmón protoplasto, los iniciados
judíos no entienden, como nosotros, al primer individuo humano; ellos no admiten la
existencia de este primer individuo, y hacen aparecer la raza humana simultáneamente en
toda la superficie de la tierra.
El gran Adán es para ellos la humanidad primitiva, y aun algo más que la
humanidad, porque el cuerpo de Adán encierra todos los seres y espíritus del Universo;
también le asigna las más gigantescas proporciones. Su frente toca al cénit, su mano
derecha llega al Oriente y al Occidente la izquierda. Cuando levanta el pie para iniciar la
marcha, la sombra de su talón ocasiona un eclipse de sol. Es andrógino, teniendo dos caras:
la faz masculina por delante, la femenina por detrás. Cada faz es igualmente andrógina es
decir: masculina a la derecha y femenina a la izquierda. El prototipo del gran Adán, que
está en el Microprosopo, es igualmente andrógino por delante, por detrás, a derecha y a
izquierda, arriba y abajo; lo cual muestra el equilibrio universal y la balanza de las fuerzas,
ora activas, ora positivas, en el conjunto de la naturaleza.
Algunas figuras harán comprender mejor el simbolismo, pudiendo dar aquí algunas
de las que los iniciados en las ciencias ocultas llaman pantaclos, es decir, símbolos
universales.
No seguimos a Rabí Simeón en las descripciones que hace del andrógino divino,
contenido en el prototipo, que es el viejo negro o el Dios de sombra. Son ficciones de
anatomía monstruosas que recuerdan los extraños acoplamientos de ciertos dioses híbridos
de la India. Un gran pensamiento preside, sin duda, todos estos sueños, pero su expresión se
sale de nuestros usos y costumbres. Baste decir que el rabino representa a las parejas típicas
(la del Microprosopo y la naturaleza, la mujer; y la de Adán Kadmón y su Eva), en el acto
de una eterna copulación, explicando sus ardores y desfallecimientos amorosos,
convirtiendo de este modo la inmensidad en un enorme lecho nupcial que no tiene ni
alcoba, ni ropas, ni cortinas.
LA JUSTICIA
Según el texto de Rabí Simeón

La mujer no posee la fuerza y la justicia, debiéndolas recibir del hombre.
Aspira a ello con sed indecible, pero no puede recibirlas, sino cuando está sometida.
Cuando ella domina, sólo engendra la revuelta y la violencia. Por eso la mujer se ha
hecho dueña del hombre induciéndole al pecado. Llegó a ser madre en la incontinencia de
sus deseos y engendró a Caín.
Después dijo: Dios y yo hemos creado al hombre, y este hombre es de mi propiedad.
Aún no estaba pronta para la maternidad verdadera, porque la serpiente la había
infectado con su envidia y su cólera.
El alumbramiento del cruel e implacable Caín fue violento y terrible pues agotó
todas las energías de la mujer.
Entonces se dirigió para engendrar al dulce Abel.
Estas dos generaciones contrarias no pudieron armonizar: el fuerte debe absorber
indefectiblemente al débil, y es lo que sucedió.
Entonces el Dios de sombra despertó, y arrancó del vientre de Caín a su hermano, a
quien había devorado.
Pero ni Caín ni Abel fueron considerados lo bastante justos para permanecer ante él.
Arrojó a Abel a los limbos de la vida y precipito a Caín en el gran océano de los
llantos.
Allí, se buscan todavía para combatirse y cada uno por su lado, engendran el
espíritu de debilidad y de violencia.
¡Felices de las almas que proceden en línea recta del gran Adán!. Porque los hijos
del inútil Abel y los del criminal Caín, son injustos y pecadores.
La verdadera justicia une la bondad a la fuerza y no es ni violenta ni débil.
Dichosos vosotros que comprendéis estas palabras, las palabras que reúnen la
izquierda a la derecha y que conciertan las cosas superiores con las cosas inferiores.
Dichosos vosotros, los maestros de los maestros, segadores de la santa campiña, que
contempláis y reconocéis al Señor, mirándole cara a cara, y a quienes vuestra unión al
Verbo eterno os hace dignos de la inmortalidad en el mundo futuro.
De vosotros es de quien se ha escrito: Desde hoy sabrás que el Señor reina a la vez
en lo más alto de los cielos y en loo más profundo de la tierra.
¡Por doquiera reina el Señor, el Anciano de los días. Dios!, es decir, el único, el
solo... ¡Qué su nombre sea bendito en el siglo y en los siglos de los siglos!.
Últimas palabras sobre el hombre supremo
Rabí Simeón ha dicho: Mirando abajo vemos las cosas de lo alto y observando las
cosas de lo alto, vemos las que están abajo.
Los diez dedos de nuestras manos nos recuerdan las diez coronas de la ciencia, los
hombres y su equilibrio, cinco de un lado y cinco de otro.
Lo mismo sucede con los dedos de los pies: lo que está arriba es como lo que está
abajo.
Las formas superiores gobiernan a las inferiores; lo de arriba es como lo de abajo; la
mujer es análoga al hombre.
Los contrarios gobiernan a los contrarios; los extremos se tocan, se adhieren y
reaccionan los unos sobre los otros.
El hombre y la mujer constituyen, reunidos, el cuerpo perfecto de la humanidad.
Uno es consecuencia del otro; ambos se necesitan; accionan y reaccionan
mutuamente.
La vida que los anima es la misma: así la sangre impelida por la anastomosis de las
venas, llega igualmente a la izquierda y a la derecha en todo el cuerpo.
Todos los vasos del cuerpo se riegan mutuamente, todos los nervios se comunican
en el fluido luminoso y la sensibilidad.
Como los mundos en el espacio, irradian mutuamente la luz de sus soles.
Todo lo que está fuera de esta vida mutua y universal del gran cuerpo, es inmundo.
No os acerquéis a los espíritus que están fuera de la gran comunión, porque no recibiréis de
ellos más que manchas.
Los espíritus errantes son como cabezas cortadas que siempre tienen sed, pero el
agua que beben se escapa con su sangre y no los sacia.
- Si así es, preguntaréis, ¿los mismos ángeles forman parte del gran cuerpo de la
Sinagoga?
- ¿Cómo podréis dudarlo?.
De otro modo no tendrán parte ni en la santidad, ni en la vida.
Porque la Sinagoga de los sabios es el cuerpo de la humanidad, es el cuerpo de
Dios.
El ángel del Señor, en la profecía de Daniel ¿no se llama Gabriel?. Luego ¿que
quiere decir Gabriel sino el hombre por excelencia, el hombre de Dios o el hombre-Dios?.
La tradición nos enseña que los espíritus inmundos no pueden revestir las bellezas
de la forma humana, porque no han entrado en la armonía del cuerpo perfecto.
Están errantes y dan vueltas por el mundo, sin poder estabilizarse en forma alguna.
Por lo tanto, se sienten rechazados porque llevan en ellos la indocilidad de Caín y
son arrojados del campo, cuyos tintes brillantes son los astros.
Jamás se fijan en la verdad; unas veces quieren elevarse, otras bajar; pero ya se
eleven o bajen, siempre son inmundos.
Los espíritus impuros que proceden de Hébel (Abel), siendo más amorosos, pueden
adherirse aparentemente, al gran cuerpo.
Pero son como miembros artificiales: quedan unidos al cuerpo, pero carecen de él.
Estos espíritus son como abortos o miembros cortados, cayendo en el vacío; oyen lo
mismo que abajo (cuando pueden hacerlo), pero jamás comprenden nada, tal como lo
afirman aquellos que se han ocupado del asunto.
Nota del traductor. El gran maestro en cabala parece admitir la existencia de los
espíritus errantes diseminados por la atmósfera, espíritus indecisos que no tienen forma
definida, especie de larvas impuras que el hogar de la vida rechaza hacia las tinieblas
exteriores. Otros cabalistas, apoyados en una palabra de Jesucristo, nos dan a entender que
estas tinieblas exteriores son la gehenme o el infierno, pero que las almas no pueden
detenerse allí. En las tinieblas, las almas impuras se disecan, se consumen y reducidas
después de un tiempo de sufrimiento más o menos largo a la sencillez primera de su
principio vital, pierden el recuerdo y son de nuevo atraídas hacia la vida. (Veáse
Pneumática Kabbalistica y el libro de Isaac de Soria De revolutionibus animarumg).
He aquí la tradición sobre el misterio del libro. Cuando el prototipo conyugal se
equilibró mediante el aplacamiento del Dios de sombra, la pareja adámica se aproximó por
tercera vez.
Y resultó una generación equilibrada. Entonces se estableció la armonía entre el
cielo y la tierra.
El mundo superior fecundó al mundo inferior, porque el hombre, mediador entre el
pensamiento y la forma, había al fin encontrado la armonía.
Entonces hubo la gloria divina de arriba y la gloria divina de abajo, la schekinah del
cielo y la schekinah de la tierra.
¡Santo es el Señor de los pensamientos del cielo; santo en las formas de la tierra;
santo es el Señor, cuyo pensamiento se esparce en ideas bajo las formas y se remonta de las
formas al pensamiento!.
¡Santo, santo es el Señor, el Dios de las falanges, el Dios de los seres coordinados y
regidos entre ellos como ejércitos!.
He aquí una de nuestras tradiciones.
Hay compensaciones entre los seres. Está escrito en el Cántico de los Cánticos:
Haremos collares de oro con incrustaciones de plata.
Así es como la misericordia se une a la justicia para embellecerla.
Son como las palmeras que crecen por parejas, de suerte que el hermano no se
desarrolla jamás sin su hermana.
También sabemos que el hombre que se separa de la humanidad rehusando amor a
una compañera, no encontrará sitio después de la muerte en la gran síntesis humana, sino
que permanecerá fuera, extraño a las leyes de la atracción y a las transformaciones de la
vida.
Y la naturaleza, avergonzada de él, le hará desaparecer, como hacemos desaparecer
los cadáveres.
¿Por qué la ley nos obliga a retirar el cadáver de la mansión que fue su morada?.
Es por respeto a la forma humana, que aunque inútil, no debe ser envilecida.
Es para impedir que lo que fuera una persona se convierta en algo sin uso ni
nombre.
Es para distinguir el cuerpo venerable del hombre, de la corrupción del animal.
Cuando del hombre se trata, no se debe permitir que la muerte se afirme. El hombre
es la medida del espíritu inmortal.
Un cuerpo humano sin alma es como una lengua en la naturaleza; luego, el cadáver
es respetable a causa de su figura humana.
Es preciso apresurarse en poner fin a este contrasentido, y por eso amortajamos a
nuestros difuntos antes de la noche que sigue a su muerte.
Los hombres que renuncian a la humanidad con la esperanza de conquistar el cielo,
son como enanos que quisieron desobedecer a los gigantes y cometer un crimen contrario.
Porque está escrito: Los hijos de Dios, al ver a las hijas de los hombres, y
comprobar que eran hermosas, se inclinaron para admirarlas y fueron precipitados al
abismo.
Allí engendraron espíritus impuros y demonios, y aquél fue el tiempo en que hubo
gigantes en la tierra.
Su caída, contraria al orden de la naturaleza, y en consecuencia, imprevista del
supremo ordenador de las cosas, explica el arrepentimiento o el pesar de Dios, cuando se
dice que el Señor se arrepintió de haber creado al hombre.
Y el texto añade: “Sobre la tierra”, porque el plan divino permanecía intacto en el
cielo. El hombre no había pecado. Pero el ángel al caer habría roto el equilibrio de la tierra,
y Dios se habría visto compulsado a crear lo que deseaba.
Porque el equilibrio del hombre es también el de la naturaleza, y sin el hombre, el
mundo no existiría.
Porque el hombre es el receptáculo del pensamiento divino que crea y conserva el
mundo; el hombre es la razón de ser de la tierra; cuanto existió antes de él, fue el trabajo
preparatorio a su nacimiento, y sin su concurso la creación entera hubiera sido un aborto.
Así es como el profeta vio a los ángeles levantar un trono en el cielo, sobre el cual
se hallaba sentada una imagen semejante a la del hombre.
Y Daniel dijo que veía a uno como hijo del hombre, que ascendía lentamente hacia
el anciano de los días.
Y una vez cerca de él le mostraba la faz del Señor.
CONCLUSIÓN
Hasta aquí nuestras palabras han sido misteriosas, y ocultan un sentido elevado que
escapa al alcance del vulgo. ¡Dichoso el que sabe comprenderlas y las aplica sin
equivocarse!.
Porque estas palabras no han sido dadas sino para los maestros y los segadores del
campo sagrado, para aquellos que han entrado en la prueba y han salido de ella.
Está escrito: Las vías del Señor son rectas y los justos marchan por ellas sin
detenerse, pero los transgresores de la ley siempre hallarán algunas piedras y escollos.
Habiendo dicho todas estas cosas, lloró Rabí Simeón, y alzando la voz exclamó: ¡Si
alguno de vosotros, Oh, hermanos míos, tuviera que revelar a los profanos las cosas que
acabamos de decir, que Dios se apodere de ellos y los oculte en su gloria!.
Porque vale más que nosotros mismos salgamos del mundo, que revelar a los hijos
de él los más sublimes misterios del cielo.
Yo los he revelado a vosotros solos, en presencia del anciano de los ancianos; yo no
lo he hecho por mi gloria ni por la de la casa de mi Padre, ni por enorgullecer a mis
hermanos que están aquí congregados.
Sino solamente para impedirlos errar en las vías de la gran sabiduría, y para que no
sean borrados, como una letra mal escrita, del libro de la vida.
Luego he aquí lo que hemos aprendido.
Antes de que ellos los rabinos reunidos en el recinto de la piedra de moler el grano
hubiesen salido al campo, tres de ellos murieron súbitamente.
Fueron estos: Rabí José, Rabí Thiskia y Rabí Jesa.
Sus compañeros los vieron elevarse llevados por los santos ángeles, más allá del
velo que estaba extendido sobre sus cabezas.
Rabí Simeón profirió una palabra y se prosternó.
Después exhaló un gran grito, diciendo: - ¿Qué es esto. Dios nos perdone?. ¿Un
decreto de muerte se ha pronunciado contra nosotros por haber revelado misterios
desconocidos de todos los hombres desde el día en que Moisés, mirando cara a cara la
divina visión, estuvo de pie en el Sinaí?.
Si debemos ser castigados por ello, ¿cómo es que la muerte no ha empezado por
mí?.
Y oyó una voz que decía:
Bienaventurado tú. Rabí Simeón, y bienaventurado tu patrimonio, así como el de los
compañeros que están contigo. Acaba de seros revelado lo que el Señor no revela a toda la
familia del cielo.
¡Pero ven y mira!.
Está escrito: Esta doctrina será el patrimonio del hijo mayor, y ante el más joven se
cerrarán las puertas.
Los que acaban de morir no eran bastante fuertes para llevar tanta ciencia por la
tierra.
Han dejado entusiasmar sus almas y han sido arrebatados por sus éxtasis.
Los santos ángeles los han cogido y los han llevado por encima del velo.
Rabí Simeón respondió: - ¡Son felices!.
Y repuso la voz: Id ahora los que quedáis, porque el Señor os ha hecho fuertes
contra la tierra y contra el cielo. Vosotros estáis en perfecto equilibrio y por lo tanto
viviréis.
Se levantaron, y a su paso los perfumes surgían de la tierra.
Y Rabí Simeón añadió: - Veo ahora que la tierra será bendecida por causa de
nosotros.
Y sus rostros estaban tan radiantes, que nadie podía sostenerles la mirada.
Así es como nosotros hemos aprendido que diez entraron en el arco o círculo y no
habían salido más que siete.
Rabí Simeón estaba henchido de alegría, pero Rabí Abba experimentaba una gran
tristeza a causa de los que ya no vivían.
Pero un día que los siete estaban sentados en torno de maestro, Rabí Simeón profirió
una palabra misteriosa.
Y vieron entonces a los tres que les habían sido arrebatados. Ángeles elevados en
dignidad los servían, abriéndoles puertas doradas y mostrándoles los tesoros que les habían
destinado.
Entonces el alma de Rabí Abba se aplacó. En lo sucesivo los siete maestros no
abandonaron la morada de Rabí Simeón.
Y Rabí Simeón decía: - Somos los ojos del Señor.
Rabí Abba respondió: - Somos seis lámparas que debemos nuestra luz a la séptima y
la séptima eres tú.
Y Rabí Jehuda le llamaba el Gran Sabbat de la semana de los misterios.
Un día se les apareció Elías con su vestido de piel y su faz con el triple rayo de luz.
Y Rabí Simeón le dijo: - ¿No estabas con nosotros en el arca cuando explicamos las
palabras de la ciencia?.
Elías respondió: - Yo quise trasladarme, pero los ángeles me negaron sus alas,
porque tenía otra misión que cumplir. Yo fui aquel día a consolar y liberar a vuestros
hermanos que están en la cautividad. Yo he esparcido sobre sus cadenas un bálsamo que
deberá algún día romperlas. Porque los justos no deben estar encadenados más que con
coronas enlazadas unas a otras.
Así se encadenan los días de prueba con los de gloria y en por de la semana de
trabajo y vendrá la semana de reposo.
Entonces, toda cadena se prosternará ante el trono del Señor. Pero cuando los
últimos del pueblo sean salvados, ¡cuál no será la gloria de los justos!.
Los pueblos serán su corona y se unirán a las fiestas del Señor, que resplandecen en
el año en medio de la corona de los otros días.
Un triple banquete espera a los justos en las solemnidades del Gran Sabbat (Sábado)
del porvenir.
Está escrito: Tú llamarás al sábado las delicias de los justos y tú le comprarás al
santo del Señor.
Luego, ¿cuál es, por excelencia, el santo del Señor?.
Es Rabí Simeón Ben-Jochai, que es glorioso en el mundo y que será más glorioso
aún en el mundo futuro. Aquí termina el santo libro del Gran Sínodo.
SIPHRA DZENIUTTA
LIBRO OCULTO

CAPÍTULO I
HEMOS visto en el Libro Oculto que creando el mundo Dios hizo pesar con la
balanza lo que hasta entonces no habla sido pesado. Anteriormente los hombres no se
miraban cara a cara, es decir, la unión de los esposos no se cumplía en la misma forma
que ahora. También los reyes, primitivos murieron, porque no encontraron el alimento
adecuado; y la tierra fue aniquilada. Entonces la “Cabeza” más deseable, tuvo piedad del
mundo que iba a crear. La balanza fue suspendida en una región completamente nueva. La
balanza funcionó para los cuerpos lo mismo que para las almas; y hasta los propios seres
que aún no existían fueron pesados. Como no había seres anteriores, se hizo por esta
balanza los seres existentes y los destinados a existir más tarde. Es así como el mundo
actual ha sido formado; éste es el Misterio de los misterios. En la “Cabeza”, existe un rocío
límpido que llena la cavidad. La membrana que la recubre es misteriosa y límpida como el
aire. Pelos muy finos que están suspendidos de esta balanza (“Pelos” o “Cabellos” designan las
regiones o los atributos de Rigor). La Voluntad de las Voluntades se manifiesta por la oración de
los hombres en la tierra. El sabio, discreto vigilante, percibe esta manifestación, ve desde la
tierra luces de lo alto. Es por dos ventanas de arriba que el Espíritu celeste desciende en los
seres de aquí abajo.
“En el comienzo (Bereschith), Elohim creó el cielo y la tierra”. Este versículo
contiene seis palabras, al comienzo de las cuales figura la palabra “Bereschith”. Ese
número es el emblema de las siete partes de la “Cabeza” de donde toda bendición emana
sobre la tierra.
El segundo versículo del Génesis empieza con la palabra: “Y la tierra” (Ve-haaretz).
Es la tierra que emana la maldición; porque Dios la ha maldecido. Las Escrituras dicen que
la tierra era informe y desnuda (thohou y bohou), y que el espíritu de Elohim flotaba sobre
las aguas. Es una alusión a las trece glorias del Glorioso. El mundo subsistirá durante seis
mil años a los cuales aluden las seis primeras palabras del Génesis. Al comienzo del
séptimo milenio, todo el mundo será aniquilado en doce horas. Es a ese cataclismo que se
refieren las palabras. “Era thouhou y bohou” A la décima tercera hora del séptimo milenio.
Dios nos dispensará su misericordia y renovará el mundo reponiéndolo en el estado en que
estaba durante los seis milenios precedentes. He aquí por qué las Escrituras nos dicen
primeramente que Dios creó el cielo y la tierra, y luego nos enseñan que la tierra era
“Thohou y bohou” y que las tinieblas cubrían la faz del abismo; este estado de la tierra se
renovará efectivamente después de la creación, al comienzo del séptimo milenio. A esta
época alude el versículo (Isaías II, 11) “Y Dios será poderoso ese día”.
Entre los signos que Dios grabó en el cielo en el momento de la creación, se podía
ver una serpiente extendida a todo lo largo de la tierra y con la cola arrollada a la cabeza
deforme y mancillada. Esta serpiente pasa, una vez cada mil días por el gran océano, en
donde tiene la cabeza destrozada, así como está escrito (Salmos, LXXIV, 13): “Tú has
destrozado las cabezas de los dragones en el fondo de las aguas”. Hay dos dragones, pero es
uno solo el que muere; y es por eso que aquí la palabra “thaninim (dragones) está escrito
sin la vocal “i”, lo que da a la palabra el número singular.
Las Escrituras agregan: “Y Elohim dijo: Que la luz sea (iehi) hecha, y la luz fue
(veiehi) hecha”. Se vuelven a encontrar en este versículo los nombres sagrados: “Ieve”
“Ve”. La Vau final designa la Schekhina de abajo así como He designa la Schekhina de
arriba; ellas mantienen la balanza en equilibrio. El versículo “Y Elohim vio que la luz era
buena” designa los “Hayoth” de los cuales las Escrituras dicen que van y vienen. La palabra
“buena”, en este versículo, designa al justo del cual las Escrituras dicen que es bueno, así
como está escrito (Isaías III, 10). “Decid al justo que es bueno”. De los seis nombres que
salen de la raíz del Cuerpo celeste. Yod y He son las dos coronas que es bueno, así como
está escrito: “Decid al justo que se aman y se abrazan; de ellas sale la “Lengua” (“Lengua
Santa”, dice el Zohar, III, fol. 610, es sinónimo de “Espíritu Santo”) que habla de las cosas sublimes.
La “Lengua” está escondida entre Yod y He, así como está escrito (Isaías, XLIV, 5): “Esta
(he) dirá: Soy de Jehovah, y se glorificará con el nombre de Jacob, y escribirá con su mano
a Jehová, y se glorificará de llevar el nombre de Israel”. “He” dirá a Jehová: “Desciendo”.
Todo eso está encerrado en el nombre “Iho”. La “Lengua” esconde la Madre de la cual ha
salido (El Espíritu Santo procede de la Madre (He), y es por su operación que el He desciende aquí
abajo). El Padre está sentado en el lugar de honor y la Madre en el medio y oculta por
ambos. Desgraciado de aquél que descubre sus “partes pudibundas” (Ver sobre todo esto el
Zohar, III, folio 75a).
Las Escrituras agregan: “Y Elohim dijo: Sean hechos en el firmamento los cuerpos
luminosos del cielo”, lo que significa: Que el macho domine a la hembra, tal como está
escrito (Proverbios, X, 25): “Y el justo es el fundamento del mundo”. Cuando el Yod está
aislado, se eleva al rango superior, y la hembra se oscurece. La Madre concentra entonces
sus luces en el interior de su palacio del cual cierra la puerta. Así, la luz que emana de los
seis Nombres sagrados forma la “Clave” que cierra la “puerta” y reúne al cielo y la tierra.
Desgraciado de aquél que abra esta puerta (Tiquone, Zohar, V y XI) (que diga lo que esconde).
CAPÍTULO II
La “Barba” (“Barba” designa la Serfira “Thiphereth” (Belleza) no está mencionada en el
capítulo precedente entre las partes constituyentes de la “Cabeza”, a causa de su
superioridad sobre otras partes. Comienza en la región de las orejas y da la vuelta a la cara.
Un cabello blanco se destaca que indica las trece glorias de Dios, glorias de las cuales las
Escrituras (Jeremías, II, 6) dicen: “...Por donde nombre (Adán) no ha pasado jamás, y donde
hombre (ish) no ha morado jamás”. El grado llamado “Adán está debajo de esta “Barba”, y
con mayor razón el grado llamado “Ish”. Trece fuentes surgen de la “Barba”, de las cuales
cuatro solamente están ocultas, mientras nueve sirven para alimentar el cuerpo. En el mes
de Tishri, que es el séptimo del año, esas trece fuentes abren las trece puertas de
misericordia. Es referente a esta época del año que las Escrituras (Isaías, LV, 6) dicen:
“Buscad al Señor mientras pueda ser hallado”. Y más lejos (Levítico, XVI, 22): Y mortificaréis
vuestro cuerpo la noche del noveno mes”. “Señor (Deuteronomio, III, 24) Jehová, has
comenzado a mostrar a tu servidumbre tu grandeza”. En este versículo, el nombre de
Jehová está escrito completo, mientras que en la tierra, raras veces lo está. Hay una “Vau”
de arriba y una “Vau” de abajo, así mismo hay una “He” de abajo, pero no hay más que una
“Yod” de arriba, a la cual nada se asocia y cerca del cual nadie puede subir. Es por la unión
de la Vau y de He que se percibe débilmente la Yod, tal como las venas bajo la Epidermis.
¡Desgraciado del mundo cuando la epidermis es bastante opaca para esconder
completamente las venas!.
“La “Cabeza” está llena de rocío. Contiene tres cavidades. Dos líneas, negras como
el cuervo, forman arcos por encima de aberturas profundas dispuestas a la derecha y a la
izquierda de la “Cabeza”. Un sendero estrecho separa por arriba esas dos líneas. La Frente
no presenta arrugas, excepto cuando está irritado. Los Ojos están compuestos por tres
colores. La Nariz es fina. Tres llamas salen de las aberturas de la Nariz. El nombre “Ahí” es
la síntesis de los seis nombres precedentes. Yod ilumina a la Vau y la He. ¡Y desgraciado
del mundo, cuando la Yod se separa de la Vau y de la He por causa de los pecados de los
hombres!. Cuando la Yod se separa de la He, las Escrituras dicen: “No descubrirás en tu
Madre lo que debe quedar ignorado”.
CAPÍTULO III
La “Barba” esta realzada con nueve adornos gloriosos. El primer adorno es la
disposición de los cabellos encimados, desde la abertura de las orejas hasta la comisura de
los labios; segundo: el círculo trazado por la barba desde una comisura de los labios a la
otra; tercer adorno: los pelos saliendo de la abertura de la nariz; cuarto adorno: los bigotes;
quinto adorno: los “lunares” con forma de manchas, rojas como rosas; sexto adorno:
mechones de cabellos negros suspendidos a lo largo de las sienes; séptimo adorno: los
labios rojos como una rosa; octavo adorno: los rizos cubriendo la nuca; novena adorno: los
cabellos largos alternando con cortos. Es para responder a estos nueve adornos que David
invocó (Salmos, CXVIII, 5) por nueve veces el destinado a vencer sus enemigos. Con razón
mayor aún la misericordia se expande por el mundo cuando la “Barba” de la “Cabeza
Suprema” lo ilumina.
Está escrito (Génesis, I, 20) “Y el Señor dijo: Que las aguas produzcan animales
vivientes que naden”. “Jah” fusionó las dos luces conjuntamente, la buena agua con la
mala, el Haya inferior, el buen Haya con el malo.
Las Escrituras dicen además “Y Elohim dijo: “Hagamos hombres a nuestra
imagen”. “Ellas no dicen “Hagamos al hombre” sino: “Hagamos hombres”, con la finalidad
de excluir el “Hombre” de arriba, el cual está formado con el Nombre completo. Cuando el
Hombre de arriba está completo, el hombre de aquí abajo lo está igualmente. Jehová es el
lado macho, y Elohim es el lado hembra. También, para hacer al hombre a imagen de Dios,
ha habido que hacerlo macho y hembra. Yod designa al macho. He la hembra; Vau es el
producto de ambos. Es por eso que las Escrituras dicen: “Los creó macho y hembra; los
bendijo y les dio nombre: “Adán”, es decir, les dio el nombre del “Hombre” sentado sobre
el trono celeste y del cual ha recibido la forma, como está escrito: “Y por encima del trono
se veía algo que parecía un hombre”.
CAPÍTULO IV
La belleza del rostro no se revela sino raramente. Algunas letras que componen la
cara son visibles; pero otras quedan escondidas a los seres de arriba y de abajo. “Y Dios
dijo: Que la tierra produzca seres vivientes según su especie, los animales, los reptiles, etc.”
Más adelante las Escrituras dicen: “Tu irás en ayuda del hombre y de la bestia, Oh Señor”.
El hombre y la bestia tienen mucho de común; luego el hombre está comprendido en la
bestia y la bestia en el hombre. Cuando “Adán” vino a la tierra, la figura celeste tenía dos
espíritus, uno en el lado derecho destinado al hombre; el otro en el lado izquierdo,
destinado a los animales. Pero después del pecado de Adán, el lado izquierdo se extendió
tanto que penetró en el hombre. De este modo resultó un excedente de espíritu del lado
derecho que no pudo hallar más cuerpos de hombre para penetrar, habiendo tomado su
lugar el otro espíritu. De ahí proviene esa mezcla entre los dos espíritus, engendradora de
monstruos. Aunque las veintidós letras están escondidas en lo alto, son visibles desde
abajo. Hay igualmente una Yod velada, lo mismo que una Yod visible. La Vau, que sólo
designa el Principio macho. La He designa el Principio hembra. Se asemeja al fiel de una
balanza, los mantiene en equilibrio la Yod. De la unión de la Yod con la He salió la Vau. Es
por ello que las Escrituras dicen: (Libro de Henoc) “Los hijos de Dios, viendo que las hijas de
los hombres eran hermosas, etc.” El término: “Hijas de los hombres” designa al demonio
como está escrito: “Dos mujeres prostituidas se presentaron ante el Rey”. Los ángeles, a
quienes se refiere las Escrituras, habiendo visto la unión suprema superior entre el macho y
la hembra, han querido imitarla y se han unido a la mujer prostituta de demonio. Así han
entrado en decadencia, perdiendo la jerarquía que ocupaban anteriormente.
CAPÍTULO V
Desgracia a la nación pecadora, al pueblo cargado de iniquidades, a la raza
corrompida, a los hijos delincuentes. Han abandonado a Jehovah; han blasfemado al Santo
Israel; han vuelto hacia atrás: El nombre de Jehovah designa los siete grados,
componiéndose así: “Yod, he, veh, hi, vav, hoi, hah”. Vau está representada por el hombre,
compuesto de macho y hembra (III Reyes, III, 16). La Vau abandona al hombre cuando éste
es un delincuente. El Génesis comienza con las palabras: “Bereschith baro...” La primera
palabra está completa; la segunda está compuesta de letras formando solamente la mitad de
la primera. La primera designa al Padre y la segunda al Hijo, ora escondido, ora visible. El
Edén de arriba está escindido mientras que el Edén de abajo es entrevisto; se descubre
“Jehovah, Jah, Elohim”. La palabra “Eth” designa la unión del lado derecho con el lado
izquierdo, “Adonai” con “Ehieh” Después de la unión del cielo con la tierra. Dios dijo:
“Que el firmamento sea extendido en medio de las aguas para separar el “Santo” del “Santo
de los Santos”. “El Anciano de los días se ha extendido para entrar en contacto con seres
humildes y modestos; la boca apenas osa pronunciar esas cosas sublimes; se ha engalanado
con coronas modestas consistentes en cinco clases de agua, así como está escrito: “Y echará
sobre ella agua vivificante”. Luego, Dios vivifica. “Y Dios dijo: Mi espíritu no morará para
siempre con el hombre, porque él es carne”. Esas palabras han sido pronunciadas por el
Anciano de los días. La palabra “Jadon” significa disputar; el versículo citado tiene por lo
tanto el siguiente significado: “Mi espíritu hacia abajo por las dos ventanas de las se ha
hablado precedentemente”.
Las escrituras agregan: “Y sus días de ciento veinte años”. La Yod sola no tiene
valor numérico fijo; ora designa cien y ora tiene el valor de diez mil años. Es por ello que
las Escrituras dicen que el río del Jardín del Edén se divide en cuatro canales. Esta división
fue durante la caída de los ángeles; pero no volvió a renovarse hasta la llegada de Josué.
Los ángeles caídos no reaparecieron sino a la venida de Salomón quien, gracias a su
sabiduría, podía obtener ventaja. Ellos han caído en desgracia; pero aún están divididos en
reinos distintos. Se hacen constantemente la guerra, así como los reyes de la tierra. Trece de
sus reyes hacen la guerra a otros siete reyes. Nueve protegen a otros reyes. Un árbol oloroso
crece en medio de sus reinos; y los pájaros pueblan sus ramas. Una serpiente está enroscada
alrededor del tronco de ese árbol, teniendo la cola en la boca. La “He” paradógico de la
palabra “Capekhah” designa la trompeta del Jobel, porque, el Jobel es el símbolo de la
“He”: y cuando la He sea visible, para todos, Jehovah y Elohim serán Uno, así como ésta
escrito (El Andrógino Universal): “Y el Señor será único en ese día”.
¡Fin de los misterios ocultos concernientes al Rey, contenidos en el “Libro Oculto”.
¡Bienaventurado aquel que pueda penetrarlos y que conoce los senderos y los caminos!.
SEGUNDA PARTE
LA GLORIA CRISTIANA
La gloria cristiana es el triunfo de la inteligencia sobre la bestia de la verdad sobre
la mentira; de la luz sobre la sombra; de la humanidad sobre el diablo.
Dios se hizo hombre para impedir al diablo hacerse Dios.
¿Qué es el diablo? Es la bestia, es la sombra, es la mentira. ¿Por qué existe? Porque
la sombra es necesaria como substractum de la luz; porque el mal es el fundamento del
bien.
Así se explican las sombras de los antiguos santuarios; así se explican igualmente
las oscuridades de la Biblia. Es precisa una sombra para servir de propulsora a la luz. Es
preciso a la multitud grosera una divinidad terrible que ahuyente las pasiones humanas con
sus cóleras y sus venganzas. El Dios exterminador, el Dios de los azotes, es el Dios de
sombra, es el Dios hecho a imagen del hombre; es todo lo contrario del Dios de los sabios.
La faz negra, es como una máscara que disfruta el rostro sereno del Padre eterno de todos
los seres, para amedrentar a indóciles niños.
Esta doctrina debía ser mantenida secreta, porque no podía ser comprendida sino
por las inteligencias más elevadas.
Desgraciadamente, trascendió y ocurrió lo que se temía: las inteligencias limitadas
no comprenden al Dios ficticio de dos caras tan diferentes, y la cara de un dualismo se
introduce en el espíritu de algunos sectarios. De aquí nacieron los dogmas del falso
Zoroastro, la faz de la luz fue Ormuzd (Emanación de Zervane (Dios Supremo del Magisterio),
principio y personificación del bien, Creador del Universo, N. del T.), y la faz de sombra llegó a ser la
cabeza fatal del sombrío Ahrimán (Emanación de Zervane, principio y personificación del mal;
destructor del Universo. N. del T.). Aquel día fue creado el diablo.
Observamos que la Biblia atribuye a Dios las obras que nosotros achacamos al
usurpador del reino infernal. Es Dios quien endurece el corazón de Faraón, a fin de
castigarle, como a todo su pueblo, con espantosos azotes e impelerle al fin a la impenitencia
postrera. Es Dios quien envía uno de sus ángeles o mensajeros para extraviar el espíritu de
Achab y precipitarle en una guerra funesta.
- ¿Cómo te apoderarás de él?. - pregunta a este espíritu. Y el ángel le responde:
- Seré un espíritu de memoria en boca de los falsos profetas.
- Ve, le responde el señor, y sedúcele.
En esta época no se imaginaban que el reino de Dios pudiera ser dividido, y que
solamente se reservaba la luz para dejar a su enemigo reinar en la sombra. El Dios del mal
aún no se había inventado.
Siendo el mal la negación del bien, no sabría tener ningún poder porque la negación
del bien implica la negación de la verdad que alcanza al ser hasta en sus raíces. ¿Qué
victorias podrá alcanzar un general que se equivoca siempre?. El ser del diablo es una
mentira radical. Su genio sería una inmensa locura. Luchar eternamente contra Dios, ¡qué
quimera!. Pero para que fuera posible, era preciso que Satán se crease un Dios a su propia
imagen. No comprende siquiera lo que el niño más sencillo puede comprender. Espíritu de
ceguedad personificada. ¡Extraño poder, como el de un monarca en un reino en tinieblas!.
Todos sus pensamientos deben ser falsos; todos sus esfuerzos deben caer en el vacío. Los
locos de Bicetre tendrán derecho a burlarse de él.
Pero se diría que existen en el mundo hombres perversos que niegan la existencia de
Dios, o lo que aún es más terrible, que creen en El y que blasfeman contra él. Estos
hombres mentirosos ejercen una influencia fatal sobre los demás. Poseen el genio de la
destrucción; triunfan, seducen, devoran y la Providencia los deja obrar. Su existencia y sus
triunfos pasajeros comprueban el reinado transitorio de Satán. Cuando consiguen calumniar
y oprimir al justo, ¿puede decirse sin blasfemar que deben a Dios su victoria?. Pero si no es
Dios quien los dota de la fuerza para hacer el mal, existe pues, una sombría providencia de,
las tinieblas, un poder maldito que Dios debe vencer algún día, pero que, en el tiempo de
nuestra prueba, se eleva contra Dios, en tanto que nosotros le prestamos la complicidad de
nuestros corazones.
Existe, en efecto, un poder que hace, hasta cierto grado, todo el mal posible; pero
este poder no es maldito de Dios (de otro modo no existiría): es el que Dios da a toda
criatura inteligente para que pueda elegir entre los bajos instintos de una naturaleza limitada
o encadenada a necesidades terrenas.
Nadie puede amar el mal por el mal; encontramos en el origen de todos los vicios la
ignorancia y el error. Cuando se hace el mal es para realizar un bien. El atractivo de la
desobediencia es el amor a la libertad.
¡La libertad!. He aquí el poder que explica el mal y lo convierte en necesario.
La libertad, que podía llamarse la divinidad del hombre, es el más soberbio, el más
bello e irrevocable de los dones del Creador. La libertad no puede ser violentada por Dios
sin negarse a sí mismo. La libertad, se preciso conquistarla con la lucha, cuando no se la
posee como suprema autocracia. La libertad, es una victoria, y en consecuencia, necesita
del combate.
El atractivo fatal contra el que es preciso luchar no es un mal, es necesario; es una
fuerza ciega que hay que someter a la fuerza que procede de Dios, y que Dios mismo nos
da como un reino o como un suplicio (actividad motriz de la que es preciso apoderarse para
dirigirla, so pena de ser pulverizada por ella, molino en el que nosotros seremos el grano, si
no queremos tener el valor y la destreza de ser los propietarios y los molineros).
Teólogos del diablo, ¿suponéis que Satán es libre?. Si le es, aún puede volver al
bien; si no lo es, no es responsable de sus actos, y es un instrumento de alguien que es más
fuerte que él; es un esclavo de la justicia de Dios; todo lo que hace es lo que Dios quiere. Es
Dios quien para tentarle hace pecar y torturar a sus débiles criaturas. Entonces, Satán no es,
pues, el monarca de las tinieblas: es el agente de la luz velada. Entonces, es útil a Dios,
ejecuta las obras de Dios; Dios no le ha arrojado, puesto que aún le tiene en su mano.
Luego lo que Dios reprueba debe él rechazarlo, para siempre. El agente de Dios es el
representante de Dios, y, según las leyes de la buena política, el representante de Dios es el
mismo Dios.
¿Qué es, pues, el diablo en último análisis?. El diablo es Dios haciendo el mal.
Definición tan rigurosa como revolucionaria, porque afirma lo imposible. Digamos mejor:
el diablo es la negación de lo que Dios afirma. Ahora, bien Dios afirma el ser, el diablo
afirma la nada. Pero la nada no puede afirmar; debe ser afirmada, puesto que no es nada
más que una negación; de suerte, que si la definición última de Dios, según la Biblia, es
ésta: “El que es”, la definición del diablo debe ser necesariamente: “El que no es”.
Hemos dicho bastante contra el ídolo negro, contra el falso Dios de los persas y los
maniqueos, contra el Satán colosal y casi omnipotente con que aún sueña la superstición.
Queda por examinar el Satán jefe de lo Egrégores (Ángeles que, conforme a lo que se dice en el
Libro de Hénoch, se casaron con las hijas de Seth y tuvieron por hijos a los gigantes. Son también las
formas astrales, resultantes de la concentración colectiva durante largo tiempo. N. del T.), el ángel caído
que guarda un resto de libertad, puesto que su juicio definitivo aún no se ha pronunciado y
que se aprovecha de ello para arrastrar a los débiles, como si esperara aminorar su pecado
por el número de sus cómplices.
No encontramos nada en el Génesis ni en toda la Biblia que haga alusión a un
pecado y a una caída de los ángeles; es preciso, para encontrar huellas de ello, recurrir, al
libro apócrifo de Hénoch. Este libro, evidentemente anterior a la época cristiana, puesto que
es citado por el apóstol San Judas, era de gran autoridad entre los primeros cristianos.
Tertuliano lo cita con estima; pero no era capaz de comprenderlo, porque este áspero y duro
genio era completamente extraño a los misterios de la cabala, conservados entonces
solamente por la escuela joannita, pero ya alterados y profanados por los errores del
gnosticismo.
Los cabalistas referían las ideas absolutas al valor numeral y jeroglífico de las
veintidós letras del alfabeto primitivo, que suponen haber sido el de los hebreos. A cada
una de estas letras se le asignaba un genio; cada letra es un ser viviente, un ángel. Los que
están familiarizados con la poesía oriental comprenderán este lenguaje figurado. Pero lo
propio del vulgo es tomar todo al pie de la letra y materializarlo; ahora bien, entre estas
letras, hay dos que representan la divinidad a saber la primera y la última alef y tau, en
griego alfa y omega, y en latín a y z, de donde se ha formado el nombre Azoth, que en la
filosofía oculta es la expresión de lo absoluto.
Pero el libro de Hénoch nos cuenta que existían Egrégores, es decir, genios que no
duermen jamás, jefes de multitudes, y que veinte de estos genios se separaron de su
principio para dejarse caer.
He ahí el oscurecimiento de la verdad en el mundo. Los números se separan de la
unidad original y final. Las letras de luz se convierten en letras de sombras... Y ¿por qué?.
Es que las hijas de los hombres eran hermosas y los ángeles del cielo se pusieron
celosos.
La idea, entonces, se identificó en la forma, y el principio de su belleza,
embriagándose en la belleza misma, olvidó su comienzo y su fin.
Los ángeles caídos se congregaron en torno de su jefe Samiaxas sobre una elevada
montaña, que luego se llamó la montaña del Juramento, porque los egrégores se unieron
mediante un juramento sacrílego.
Una montaña representa simbólicamente un hogar de ideas. Horeb, el Sinaí y el
Tabor, el Calvario, el Olimpo; el Parnaso, el Vaticano, la Montaña revolucionaria son, a la
vez, realidades y alegorías.
Los nombres de los ángeles son: unos hebreos y persas los otros, porque Zoroastro y
Abraham se dan la mano en este libro misterioso.
El primero es Samiaxas.
El segundo Artakuph.
El tercero Arakiel.
El cuarto Kabaliel.
El quinto Oramammé
El sexto Ramiel.
El séptimo Siupsick.
El octavo Zalchiel.
El noveno Balchiel.
El décimo Azazel.
Ahora bien, en esta jerarquía invertida, el último debe, necesariamente, suplantar al
primero: Azazel destrona a Samiaxas y llega a ser el jefe de los demonios de la primera
decena, porque el número diez, siendo la síntesis de los números en la unidad, representa la
multitud. Y es sabido que en el Evangelio el diablo se denomina legión.
El primero, segundo, quinto y séptimo egrégores tienen nombres persas y
profanos... ¿por qué?.
Porque los verdaderos nombres pertenecen a los ángeles fieles y no pueden convenir
a los espíritus caídos, en atención a que la unidad, el binario, el ternario y septenario son las
claves de los números sagrados.
Hay una segunda decena de espíritus caídos, que son las sombras de las sombras
productos de la revolución intelectual.
El primero o el undécimo se llama Pharmarus.
El segundo o el duodécimo se llama Amariel.
El tercero o el decimotercero se llama Thanzael.
El cuarto o el decimocuarto se llama Anaguemas.
El quinto o el decimoquinto se llama Samael.
El sexto o el décimo sexto se llama Savinas.
El séptimo o el decimoséptimo se llama Ehumiel.
El octavo o el decimoctavo se llama Tyriel.
El noveno o el decimonoveno se llama Jamiel.
El décimo o el vigésimo se llama Sariel.
El significado se estos nombres son análogos a las de las letras sagradas, pero en
sentido inverso, es decir, que expresan lo contrario de lo que afirman los nombres puros.
Estos espíritus se materializan, toman formas camales para unirse a las bellezas
humanas; y de ellas resulta una raza de criminales y de gigantes parecidos a los Titanes de
la fábula que amontonaban las montañas para escalar al cielo; es decir que el espíritu
absorbido por la materia, exagera el valor de la materia y de la forma, lo que ocurrió en el
mundo antiguo y ocurre aún, desgraciadamente, en nuestros días.
Azazel, hecho rey del mundo, niega a Dios y aporta la ciencia peligrosa y la guerra.
Enseña a los hombres el uso del oro, de las pedrerías y del hierro; fabrica joyas para las
mujeres y las armas para los hombres; los hombres se disputan el oro y las mujeres,
necesitando lanzas y espadas reúne la coquetería y el duelo. El que debe ser el ángel del
reino se ha trocado en ángel de la anarquía; los hombres en lugar de civilizarse, se batirán,
para que las mujeres aparezcan magníficamente adornadas.
El undécimo ángel, el que en la baraja corresponde a la fuerza, enseña a los hombres
el arte de las fascinaciones y de los prestigios, que son la mentira de la fuerza. El noveno, el
que corresponde al número de la iniciación, les enseña a hacer caer las estrellas del cielo, es
decir, a desplazar las más luminosas verdades y arrastrarlas en la corriente del error. Los
hombres aprendieron a adivinar por el aire, por la tierra y por los demás elementos, en vez
de fiarse en la luz del ser. Se consultó los oráculos a los pálidos rayos de la luna, y fue el
séptimo ángel, el de la luz de los siete colores, el que se hizo apóstata de sí mismo,
enseñando así la creencia con las variables inspiraciones de la antorcha nocturna. Entonces
las mujeres fueron iniciadas en los grandes misterios y los hombres habiendo roto todos los
lazos de la sociedad y de la jerarquía, fueron impelidos por la rivalidad y por deseo sin
freno a devorarse los unos a los otros. Entonces, los más débiles lanzaron gritos de angustia
hacia el cielo, y los cuatro ángeles de la armonía, los que representan las letras del
tetragrama divino: Michael, el ángel de la letra jod, el genio del padre, la fuerza creadora
activa; Gabriel, el ángel de la letra hé, el representante de la madre, la fuerza creadora
pasiva; Raphael, el ángel de la letra van, el genio del trabajo creador, y Uriel, el ángel del
fuego generador; conmovidos por el grito quejumbroso de los hombres acudieron al pie del
trono de Dios y le suplicaron que hiciera cesar los espantosos desórdenes de la tierra.
Entonces es cuando Dios les anunció su designo de purificar el mundo por el diluvio, a fin
de suprimir la raza maldita de los gigantes. Y buscando cómo salvar a los oprimidos, vio
que también eran cobardes y culpables, y no encontró más que a la familia de Noé digna de
obtener la gracia del Señor.
Y Dios dijo a Raphael, él ángel de la verdadera ciencia y de la pura iniciación, el
que gobierna al planeta Mercurio, el genio sagrado del triple Hermes:
-Ve a apoderarte de Azazel y arrójale, atado de pies y manos, en las tinieblas. Le
pondrás una venda ante los ojos, a fin de que en adelante no vea ninguna luz: después,
golpeando la tierra con el pie, abrirás una sima en el desierto de Dodoel, y allí le
precipitarás en las abruptas rocas y en los picos de la piedra, y allí estará para siempre
jamás.
Después, cuando llegue el día del juicio final, será llamado a responder de sus
crímenes y condenado al fuego eterno.
En cuanto a ti, haz conocer a la tierra los medios de curarse, dale la medicina para
sus plagas. Torna hacia el lado de la verdad las revelaciones de Azazel, que han dado lugar
a tantos pecados entre los hombres.
Más adelante, el autor del libro de Hénoch, añade este notable pasaje: “Las almas de
los gigantes nacidos en una alianza monstruosa, son mitad espirituales y mitad materiales;
su origen impuro los vuelve malhechores, y son los espíritus de malicia que vagabundean
en la atmósfera. Enemigos naturales de la justicia, forman y proyectan las corrientes
impuras. Viven sin alimento y no tocan la carne de los sacrificios. Producen las visiones y
los fantasmas pero están sujetos a caer y empequeñecerse. Han muerto en otra parte y
deberán resucitar conjuntamente con los demás hijos de los hombres”.
He aquí ciertamente una espantosa revelación para los evocadores de espíritus y los
aficionados a las mesas parlantes. Es lo que en obras precedentes hemos llamado larvas y
vampiros, coagulaciones y proyecciones malsanas de la luz astral; según el libro de
Henoch, serían estas las almas híbridas y monstruosas, formadas por el comercio de los
Egrégores con las prostitutas del mundo antiguo; las almas de los gigantes exterminados
por el diluvio, exhalaciones mórbidas de la tierra y de la baba de la serpiente Pithon.
Hay que hacer tres observaciones importantes sobre esta leyenda, evidentemente
antigua:
1° Que los hechos relatados son alegóricos, como lo son en el Apocalipsis, en el
pastor de Saint-Hermas y en los cuentos del Talmud; son metamorfosis al
estilo de Ovidio. Los seres, cualesquiera sean, no pueden cambiar su
naturaleza: un hombre puede enamorarse de una linda paloma, pero jamás
convertirse en pichón; y si lograra conseguirlo, no podría deducirse de ello
que la paloma debería engendrar avestruces. Es preciso decir otro tanto de
los pretendidos ángeles, espíritus materiales, que se habían prendado de las
mujeres hasta el extremo de transformarse en hombres y que hubieran
procreado gigantes.
2° Que en este relato no se supone que los ángeles hayan querido destronar a
Dios y se hayan sublevado contra él, idea monstruosa e importada de los
Titanes de la mitología griega. Los Titanes podían, en efecto, escalar el
Olimpo, pero ¿quién puede figurarse a los ángeles ascendiendo para asaltar
el infinito?.
3° En fin, que el genio de la falsa ciencia (hecho hombre, no lo olvidemos), es
arrojado antes del diluvio atado de pies y manos y con los ojos vendados,
sobre una sima, donde debe permanecer hasta el día del juicio. No hay, pues
nada de común entre el Satán que recorre la tierra, para tentar a los hombres
y el libro de Henoch. Aunque fuera canónico en vez de apócrifo, no probaría
absolutamente nada en favor del diablo moderno.
Se ha hablado de Satán en el libro de Job, pero allí no desempeña el papel de un
ángel precipitado del cielo y arrojado para siempre de la presencia de Dios. Es una especie
de acusador público, que tiene su sede entre los Beni-Elohim, es decir, entre los hijos de los
dioses. El Señor le habla, le interroga y le confía algunas misiones. Recorre la tierra y
regresa ante Adonai para rendir cuenta de cuánto ha visto. Dios le ordena poner la prueba a
Job y lo dota con todas las calamidades. Satán hace a este hombre justo todo el mal posible.
Job triunfa de la prueba y Dios le recompensa; pero Satán, no ha sufrido castigo ni censura:
no ha hecho sino obedecer a Dios.
Por otra parte el libro de Job es una alegoría cuyo objeto es demostrar que el mal
constituye la prueba de la virtud. Los personajes de este poema oriental son simbólicos y
sus mismos nombres lo dan a conocer, Job es el afligido; Satán es la prueba en general. Y
en particular la calumnia. Los hechos narrados son absurdos como en las fábulas, pero su
sentido filosófico es muy bello. No hay en esto nada de lo cual pueda referirse la existencia
real de un personaje real llamado Satán. En el Génesis de Moisés, la serpiente es la que
tienta a la mujer; pero esta serpiente, en los mitos sagrados de la antigüedad, representa a
veces el fuego otras el fluido vital: la fuerza ondulante de la vida terrestre. En la mitología
griega Vulcano, Dios del fuego, irrita a Júpiter con su fealdad, y el dueño del Olimpo le
precipita de un puntapié a la tierra. Es el marido de Venus, la que tienta y seduce a los
mortales; había un astro lleno de llamas, donde se ocupan de forjar las almas y los rayos,
preparado así la guerra y las tempestades.
En el Evangelio, Jesús pronuncia este oráculo profundo de la sabiduría eterna:
“El diablo es embustero, lo mismo que su padre”.
El diablo no sabría pues, ser una criatura de Dios, al menos en su cualidad de diablo.
Luego ¿quién puede ser el padre del diablo?.
El padre del diablo es la mentira. El es la mentira y el padre de la mentira.
En su oposición con El, merece ser llamado el que no es, y sin embargo posee una
existencia real.
Expliquemos esta aparente contradicción: no existe ni podría existir como
personalidad única y poderosa.
El infierno es la anarquía, y no hay otro rey de los infiernos que la ficción del dios
negro, tal como la explica Rabí Simeón.
Satán no es el Ahrimán de los persas, ni el Antidiós de los maniqueos jamás ha sido
un ángel de luz. Si luz es la alucinación de los malvados.
No ha sido nunca un genio, porque es una inmensa locura.
Pero es una fuerza terrible, calculadora, astuta, que toma mil formas, que penetra
por doquier, ya amenazadora, ora aduladora, pero siempre fatal; una fuerza que Dios formó
cuando quiso formar la libertad, aunque esta fuerza produce fatalmente la esclavitud; una
fuerza que se personifica en la multitud de los que se extravían voluntariamente. En el
Evangelio se descubre que el Salvador le pregunta por su nombre, y éste responde: “Yo me
llamo Legión, porque somos una multitud”.
El diablo es la bestia, o más bien la bestialidad que inspira la locura: es el
magnetismo del mal.
Este magnetismo del mal hace que todos los súbditos del reino negro, o más bien de
la anarquía tenebrosa, se esparzan sin hablarse de un extremo al otro del mundo. Lo mismo
extravía a los paganos, perseguidores de los cristianos, que a los cristianos perseguidos del
libre pensamiento. Se apellida Nerón y Torquemada, Prudhon y Veuillot. Da zuavos al
Papa y falsos profetas a los partidarios de la moral independiente. Es polemista con Littré,
espiritista con Allan Kardec, demonólogo con M. M. de Mirville y Gougenot-
Desmouseaux. Nada lamenta tanto como los hechos del Comité de Salud Pública si no es
las hogueras de Santo Domingo y de Pío V. Preside bajo dos frases diferentes los
Congresos de Malinas y de Genova, porque es impalpable en sus prontas transformaciones.
Impulsa a los insensatos y trata de paralizar a los sabios. Su característica es siempre la
malicia y la estupidez. Ama igualmente el despotismo que la anarquía; lo que detesta por
encima de todo es la razón. Quiere que Desbarreaux sea ateo con tal de que Pascal sea
jansenista (El que sigue a la doctrina o secta del obispo de Iprés, el teólogo holandés Jansenio (1585-
1636) que combatió al Jesuita Malina en su tratado Augustinus, Inocencio X y Alejandro VII condenaron
cinco proposiciones de esta obra. (N. del T.). Es santurrón ante Ravaillac y Damiens, con matices
diferentes; filósofo con Robespierre y con Marat. Es la serpiente de mil colores y mil
pliegues; por doquiera desliza su dardo móvil y su cabeza chata. Babea sobre cuanto es
puro; despedaza cuanto es bello, atrae a si todas las vergüenzas y todas las deformidades.
Por doquier sigue a los hombres, por doquier se le encuentra; se diría que el mundo entero
es suyo. Es más horrible que el horro, más espantoso que la consternación, más cadavérico
que la muerte. Es el padre de las pesadillas, el rey de las visiones traidoras; es un pigmeo;
allí es un Escorpión casi invisible, que se desliza bajo nuestros pies. Callot y Goya no han
adivinado sino a medias sus transfiguraciones grotescas. Dante no le ha sentido con
bastante intensidad y los que esculpieron los pórticos de vuestras catedrales no han logrado
expresar toda su fealdad. ¿Quién profundizará jamás el fondo de la locura? ¿A quien ha
dicho la fiebre su última palabra? Dad al azote un cuerpo de dolores y de torturas, y
decidme hasta dónde podrán llegar en lo imposible sus horrorosas proporciones.
Entonces os responderán: “¡He ahí al diablo, he ahí al pontífice de la magia negra;
he ahí al que los hechiceros invocan y que se les aparece, prometiéndoles tesoros, para
arrojarlos al abismo!”.
La fuerza magnética, ese vínculo tan poderoso del pensamiento y de la vida, ha sido
puesto por la naturaleza al servicio del hombre: nuestras virtudes o nuestra perversidad
reunidas determinaron su trayectoria. La serpiente de Esculapio tiene la misma forma
simbólica que las serpientes de Tisifone (la primera de las Furias) y la de Moisés, quien nos
relata cómo una serpiente introdujo el pecado y la muerte en el mundo, hizo fabricar una
serpiente de cobre, para curar a los que morían en el desierto debido a las mordeduras de
éstas.
El dogma católico, es decir universal, no ha sido formulado por la iglesia, sino como
un enigma. Es aceptado pero sin ser comprendido ni aún por la propia fe, porque se ha
impuesto sin aceptar el concurso libre de la razón. A veces hasta parece contradecir a la
ciencia, porque aún no se ha sabido distinguir entre la historia y las alegorías y místicas
metáforas. Si se me dice, por ejemplo, que una Virgen ha llegado a ser madre sin cesar por
eso de ser Virgen, que un niño ha salido de ella, como un rayo emanado del sol, sin quebrar
el puro cristal, me inclino y creo, admirado a esa virgen; pero no puedo, salvo de ser un
idiota, creer que se trata de un niño material y natural, porque sé que ello no puede ser.
Cuando la Biblia me dice que las montañas han saltado como carneros y las colinas como
corderos, no lo tomo al pie de la letra. Cuando encuentro en ella que Josué ha detenido el
sol (¡ay, y por eso han condenado a Galileo!) comprendo que se trata de una expresión de la
poesía oriental para explicar que los prodigios de valor de los hebreos en aquel día han
duplicado o triplicado la jornada. Napoleón I acaso no estaba muy lejos de creer que en la
jornada de Austerliz había gobernado al sol.
Si leemos en el símbolo de Nice que el hijo de Dios ha nacido del padre antes de
todos los siglos, y al mismo tiempo se nos enseña que es eterno como un padre, debemos
comprender que el nacimiento de que se trata no se asemeja en nada a todo cuanto podemos
entender de natural y de material es esa palabra, pues el nacimiento en este caso no puede
ser sino un principio. Si a continuación encontramos en el mismo símbolo que el propio
hijo de Dios descendió de los cielos para salvar a los hombres, ¿debemos figurarnos que lo
que desciende es el infinito?. ¿Es que acaso con relación a Dios, el cielo está arriba y la
tierra abajo?. Las expresiones de la fe no guardan, pues, ninguna relación con las de la
ciencia, y las mismas palabras, cuando son empleadas por el dogmatismo, no quieren decir
las mismas cosas.
La iglesia, empleando en sus oficios las palabras del profeta David, llama al diablo
flecha que vuela durante el día, y lo innominado que se pasea durante la noche. Y aun le
llama la corriente impetuosa y el genio de gran color (ob incursu doemonio meridiano).
San Pablo dice que tenemos que combatir contra las potencias de nuestra atmósfera
(potestates aeris hujus).
¿No es esto designar claramente fuerzas más bien que personas?. Y ¿qué nos
importa, después de todo, que la Iglesia en sus exorcismos hable al demonio como de una
persona capaz de oírla?. ¿Son personas también el mar y los vientos?. Pues bien, vemos en
el Evangelio que Jesucristo les ha hablado diciendo: “¡Viento, cállate! ¡Mar, cálmate!”, y
que, al punto, como si el viento y el mar hubiesen sido capaces de oírle y obedecerle, se
produjo una calma completa.
El Evangelio que San Juan llama el Evangelio eterno, no es sino la historia de un
hombre llamado Jesús, es la historia simbólica del Hijo de Dios, la leyenda del Verbo
eterno. Las estrellas del cielo la escribieron antes del nacimiento de los hombres, y los
Magos ya la habían leído cuando vinieron a adorar la realidad viviente. Los jeroglíficos del
Egipto están llenos. Isis amamantando a Horus, es dulce como al Virgen madre, y se corona
también de estrellas con la luna bajo sus pies. Los sabios de la India adornan a Dévaki
presentando su casto pecho a Khrisna. y también han escrito su evangelio. La historia de
Khrisna y la de Cristo parecen calcadas. Se encuentran en la fábula india la serpiente de
Moisés y los hechos del Salvador contra Satán. El Evangelio es el Génesis eterno de la
libertad; es el espíritu triunfando por la dulzura de las brutalidades de la materia. Es la
descripción y la condenación del reino efímero de Satán es decir, de la mentira y de la
tiranía. En nuestro libro titulado La Ciencia de los Espíritus, hemos demostrado esta
verdad, comparando con los textos de los Evangelios canónicos de los Evangelios
apócrifos. Vamos a completar nuestro trabajo dando aquí los pasajes más notables de esta
maravillosa fábula india que estamos tentados de llamar el Evangelio de Khrisna.
LA LEYENDA DE KHRISNA
Extracto de El Bhagavadam, Libro Canónico Indio
CAPÍTULO I
La Concepción
El alma de la tierra se quejaba a Brahma diciéndole: “La raza de los gigantes, los
hijos de la impiedad, se ha multiplicado hasta lo infinito”.
“Su orgullo es insoportable y yo gimo en la opresión, bajo el peso de su iniquidad:
¡Ven en mi socorro, Oh Brahma!” (Dios supremo de la India; origen y síntesis de la Trimurti,
compuesta por Brama, Vishnú y Siva. N. del T.).
Entonces Brahma, acompañado de todos los dioses, se trasladó cerca de aquel mar
misterioso, cuyas olas son de leche, y sobre el cual Vishnú reposa en la gloria y la beatitud.
En pie sobre este mar resplandeciente de blancura, Brahma meditaba y se adoraba
en la divina Trimurti; después revelando los misterios de la voluntad suprema, dijo:
“Vishnú va hacerse hombre”.
Entonces Brahma le dijo: “Tú te harás hombre a fin de contribuir a su gloria; y
triunfará de ti, así como de la fatalidad, tu hermano”.
“Se denominará a Khrisna, es decir, Azul, porque será hijo del cielo”.
“Sabios y patriarcas, retornad a la tierra para adorarle; haceos pastores, porque será
un pastor”.
¡Oh! ¿Quién podrá hablar dignamente de las acciones de los Dioses que
comprenden esta historia divina, estarán como sumergidos en un océano de delicias. Los
males del mundo y los por venir nada podrán en contra de ellos. Este Hombre-Dios de
grandes ojos llenos de majestad se adelanta; la sonrisa se dibuja en sus labios, una señal se
halla en medio de su frente y sus cabellos rizados flotan sobre sus sienes. Los que le han
contemplado una vez no quieren dejar de admirar sus ojos.
¡Quiera que el recuerdo de este Dios, de este niño pastor, criado entre bueyes y
corderos, se halle siempre presente en todos los espíritus del cielo y de la tierra!.
CAPÍTULO II
La Natividad
Kansa rey de Madura, habiéndose enterado de que la hermosa Devaki, esposa de
Vassudeva, debía dar al mundo un niño que reinaría algún día en su puesto, resolvió matar
al niño tan pronto como Devaki llegase a ser madre.
Sin embargo, llegado el tiempo, Vishnú iluminó a Vassudeva con su luz, y ésta
reflejó y concentró esta luz en el casto seno de Devaki.
Devaki llegó, pues, a estar encinta de una manera completamente celestial y sin las
obras ordinarias del hombre.
Kansa entonces, la hizo aprisionar, pero cuando llegó la hora del nacimiento de
Khrisna, se abrió la prisión, por sí misma y el Niño-Dios fue transportado al establo de
Nanden, en medio de los pastores.
Brahma, Shiva y los demás dioses acudieron a adorarle en aquel humilde asilo, y le
cubrieron de flores. Los ángeles Gueadaruver cantaban, danzaban y hacían oír conciertos
con los más melodiosos instrumentos. Todas las estrellas y los planetas tenían un aspecto
feliz. Vassudeva se prosterno ante aquel hijo divino, le adoró, y le dijo: “¡Oh, vos, el
engendrado de Brahma y que habéis nacido entre nosotros, henos aquí aprisionados en un
cuerpo mortal, formado por el destino, y sometido a los accidentes de la materia, vos que
sois inmaterial e inaccesible a la muerte, he aquí que se acerca la hora en que Kansa venga
a mataros, haced que podamos salvaros la vida y salvarnos nosotros mismos!”.
Devaki recitó casi la misma plegaria; entonces Khrisna abrió la boca y habló.
Confortó a sus padres, les revelo altos destinos, y habiéndoles prometido la beatitud eterna,
les recomendó silencio y se comportó como los demás niños.
CAPÍTULO III
La Degollación de los Inocentes
Sin embargo, Kansa prevenido de la libertad de Devaki, corrió, a la prisión y creyó
verla allí acostada con el niño cerca de ella; un asno que estaba próximo, empezó a
rebuznar y el tirano creyó que aquello era un aviso del cielo. Desenvainó su espada. Devaki
le expresó vanamente que lo que creía niño, era una niña. Kansa lo arrojó a lo alto y levantó
su espada, a fin de recibirle en su punta; pero el niño, cerniéndose sobre su cabeza, le gritó:
“Soy la Fatalidad, tiembla; tu futuro vencedor se ha ocultado en un retiro inaccesible y en
adelante, hasta la hora de tu castigo, quedo suspendido sobre ti”.
Entonces Kansa tuvo miedo y se prosternó a los pies de Devaki, ofreciendo
presentes y dejándola en libertad de retirarse donde quisiera con Vassudeva. Mientras tanto,
Khrisna crecía y permanecía oculto.
Kansa, no obstante, estaba torturado por el temor; se enfureció y ordenó en todos
sus estados la degollación de los niños recién nacidos.
Sólo el joven Khrisna escapó a los asesinos. Los gigantes del mal, por su parte,
también se conjuraban para su perdición. Un día vinieron bajo la forma de un carro terrible
que rodaba impetuosamente y se venía sobre él para aplastarle. Khrisna le puso el pie,
sonriendo, y en cuanto su pie tocó al carro, toda la horrible máquina se rompió y los restos
cayeron en torno del divino niño sin tocarle.
Otro gigante, corriendo con la velocidad del viento arrebato a Khnsna, lo colocó
sobre sus espaldas y le arrojó en medio del mar para ahogarle, pero el niño divino se hizo
tan pesado, que el gigante, encorvado bajo el peso, se ahogó y Khrisna volvió a tierra,
caminando sobre el agua.
CAPÍTULO IV
Historias análogas a los Evangelios de la infancia
Khrisna en su infancia, queriendo parecerse a los otros hijos de los hombres, hacía a
veces travesuras que asombraban a sus mismos padres, pero que siempre terminaban
beneficiando a alguno. Así, un día se apoderó de las ropas de varias jóvenes que se
bañaban, y estás para recuperarlas tuvieron que permanecer inmóviles, con los ojos
elevados al cielo y las manos unidas sobre su cabeza. De esta suerte las hizo avergonzarse
de su inmodestia, enseñándoles al mismo tiempo la actitud de la plegaria.
Se apoderaba de la leche y de la mantequilla de los ricos para dársela a los
desgraciados. Un día, para castigarle por esa acción, le habían encadenado a un muela de un
molino; entonces rompió la cadena, levantó la muela y la lanzó contra los grandes árboles,
que se rompieron al choque. Pero de aquellos dos árboles salieron dos hombres que
adoraron al niño y le dijeron: “¡Alabado seas, Oh, tú nuestro salvador!. Somos Nalaconben
y Manierida, que en castigo de nuestras faltas estábamos encerrados en estos árboles y para
que fuéramos libres era preciso que Dios viniese a romperlos”.
Otro día, el fuego hizo presa en los árboles y en las mieses; el joven Khrisna
entreabrió la boca sonriendo y aspiró suavemente la llama. El fuego entero, separándose
entonces de la tierra, fue a extinguirse en los bermejos labios de Khrisna.
Brahma, para probarle, había ocultado el ganado confiado a su custodia. Khrisna
hizo ovejas de barro y las animó. Brahma se declaró vencido y le devolvió el ganado que
había escondido, proclamándole el creador y dueño de todas las cosas.
Poco tiempo después, los animales y los pastores, habiendo bebido agua del río de
Colinady, murieron porque Nakuendra rey de las serpientes, vencido por Guéronda,
príncipe de los Misans, se había refugiado en las aguas de aquel río. Khrisna descendió allí;
enseguida el rey de las serpientes se precipitó sobre él y le envolvió en sus anillos, pero
Khrisna se libró de ellos, obligando al reptil a encorvar la cabeza, subiéndose sobre ella y
permaneciendo en pie en medio de las aguas, empezó a tocar la flauta. Al punto, pastores y
ganados que habían muerto, renacieron a la vida. Vishnú otorgó su gracia a la serpiente,
que habiendo perdido su veneno no podía dañar más; pero le ordeno que se retirase a la isla
de Ratnagaram.
CAPÍTULO V
El Bautismo
Devendrá, dios de las aguas, creyendo que a causa de Khrisna se descuidaba
rendirle los honores debidos, hizo llover durante siete días y siete noches, para sumergir las
campiñas de los pastores; pero Khrisna, levantando con una sola mano la montaña de
Gavertonam, la interpuso entre el cielo y la tierra. Devendrá reconoció entonces su
impotencia, y prosternándose ante Khrisna, le dijo: “¡Oh, Khrisna!. ¡Sois el Ser Supremo,
no tenéis ni deseo ni pasión; sin embargo, obráis, como si los hubieseis experimentado.
Protegéis a los justos y castigáis a los malvados. En uno de vuestros instantes un número
infinito de Brahmas han pasado ya!. ¡Salvadme, Oh vos, cuyos ojos tienen la dulzura de la
flor del tamarindo!”. Khrisna sonrió y le respondió: “¡Oh, príncipe entre los dioses; os he
humillado para haceros más grande. Porque yo rebajo al que quiero salvar; sed dulce y
humilde de corazón!”.
Devendrá repuso: “Tengo orden de Brahma de consagraros y reconoceros por Rey
de los Brahmanes, por el pastor de las vacas y por el Señor de todas las almas que cultivan
la paz y la dulzura”.
Después se levantó, le dio la unción santa y le nombró pastor de los pastores.
CAPÍTULO VI
El Cantar de los Cantares
Khrisna tocaba la flauta pastoril, y todas las jóvenes le seguían. Para oírle,
abandonaban las jóvenes las casas de sus madres.
Y Khrisna les decía:
“¡Oh, mujeres! ¿No teméis la cólera de vuestros esposos? Jóvenes ¿no teméis los
reproches de vuestros padres?. Regresad cerca de los que deben estar celosos de vuestro
amor”.
Y las mujeres decían y respondían las jóvenes:
“Si abandonáramos por un hombre a nuestros padres y a nuestros esposos, seríamos
criminales, pero, ¿cómo los mortales pueden estar celosos del amor que nos arrastra hacia
un Dios”.
Entonces Khrisna, viendo cuan puros eran sus deseos, les dio toda su ternura. Las
colmó de sus divinos brazos y todas a la vez fueron dichosas, pero cada una de ellas creía
ser la única compañera fiel y la casta esposa de Khrisna.
CAPÍTULO VII
La Transfiguración
En la ocasión de un sacrificio debían celebrarse grandes fiestas en Madura, y el rey
Kansa invitó a ellas a Khrisna para tener ocasión de matarle.
El gigante Acrura vino ante él con su carro, sobre el que Khrisna no desdeñó subir.
El río de Emuney se hallaba en el camino, y Acrura, habiendo descendido para
bañarse, vio en el espejo de las ondas a Khrisna, resplandeciente de pura claridad. El Dios
tenía en la frente una triple diadema. Sus cuatro brazos estaban cargados de brazaletes de
perlas. Ojos resplandecientes brillaban como pedrerías en todo su cuerpo, y sus manos se
extendían por todas partes hasta los límites del Universo. El corazón de Acrura cambió
entonces, y cuando halló de nuevo a Khrisna sentado tranquilamente en su carro, le adoró
sinceramente y deseó que pudiera escapar a las asechanzas que le tendía el viejo Kansa, y
que saliera definitivamente victorioso de las peligrosas pruebas.
CAPÍTULO VIII
La Entrada Triunfal
Khrisna hizo entonces su entrada en la real ciudad de Madura. Estaba, pobremente
vestido, como lo están ordinariamente los pastores, y al punto encontró esclavos que
llevaban en un carruaje las vestiduras del rey. “Las vestiduras del rey son las mías” - dijo
Khrisna -, pero los esclavos se mofaron del él.
Entonces extendió las manos y cayeron muertos; el carruaje volcó y los vestidos
fueron por sí mismos a colocarse a los pies de Khrisna.
Entonces todos los habitantes de la ciudad acudieron a ofrecerle sus presentes. Los
vasos de oro y plata, las más preciosas alhajas sembraban el camino que había de recorrer;
pero no se dignó descender para recogerlas. Un pobre jardinero, llamado Sadama, llegó a su
vez y ofreció a Khrisna sus más hermosas flores. Entonces el Dios se detuvo, cogió aquella
ofrenda del pobre y preguntó lo que deseaba en cambio. - Pido que tu nombre sea
glorificado - dijo Sandama -. Pido - añadió - que el mundo entero te ame, y por lo que a mí
toca te suplico que me hagas cada vez más sensible a las quejas de los desgraciados”.
Khrisna entonces notó que amaba a Sandama y fue a descansar algunas horas en su casa.
CAPÍTULO IX
Khrisna triunfa de todos los gigantes
Kansa pereció queriendo matar a Khrisna, y el joven Dios sacó de la prisión al padre
de Kansa y le devolvió el reino que su hijo le había usurpado; después regresó a la soledad
y se entregó al estudio de los Vedas (Cada uno de los libros sagrados de la India. N. del T.); los
gigantes le hicieron la guerra y fueron vencidos todos. Un día habían rodeado con fuego la
montaña a la que se había retirado, sitiándola con innumerables fuerzas; Khrisna se elevó
sobre las llamas y, haciéndose invisible, pasó en medio de sus enemigos y se retiró a otro
lugar.
Sin embargo, estaba escrito en el cielo que Khrisna debía morir para expiar los
pecados de su raza. Sus padres eran de la tribu de los Yadawers, que debía llegar a hacerse
numerosa hasta cubrir la superficie del mundo. Pero orgullosos de su número y de sus
riquezas, insultaron a los profetas de Yxora, y el Dios temible hizo caer en medio de ellos
un cetro de hierro, diciéndoles: “He aquí la vara que quebrará el orgullo y las esperanzas de
los Yadawers”.
Consultaron a Khrisna y les aconsejó hicieran derretir y convertir en polvo la vara
de hierro. Se hizo así y la vara de hierro se arrojó a las aguas, pero ocurrió que una partícula
aguda escapó a la disolución del cetro. Habiéndola tragado un pescado, fue herido por ella
y se dejó coger por un pescador que retiró el anzuelo de una flecha, y todo esto se hizo por
la voluntad de los dioses, que para la salvación del mundo y la liberación de Vishnú
preparaban la muerte de Khrisna.
CAPÍTULO X
Discurso antes de la Pasión

También se cuenta que una mujer fea y contrahecha llevando un vaso de aceite
perfumado de gran precio, lo esparció en la cabeza de Khrisna. En seguida desapareció la
fealdad de aquella mujer, sus deformidades se borraron y se marchó dotada de hermosura
maravillosa.
Sin embargo, se acercaba la hora del gran sacrificio; los prodigios aparecieron en el
cielo y en la tierra. Los buitres gritaban en pleno día, y los cuervos graznaban durante la
noche, los caballos vomitaban fuego, el arroz crudo germinó, el sol se tiñó de diversos
colores.
Khrisna amenazó a los Yadawers con una destrucción próxima y les aconsejó
abandonar su ciudad para escapar a los azotes que iban a sufrir; pero no le escucharon, y
habiéndose dividido entre sí, se armaron de cañas puntiagudas como cuchillos, que habían
nacido de la barra de hierro reducida a polvo y arrojada a las aguas. Se había pulverizado el
cetro del despotismo, pero de su polvo habían germinado la guerra y la anarquía.
Khrisna tenía un discípulo favorito, llamado Ontaven. Este discípulo le pidió
algunas instrucciones de las que se pudiera acordar y Khrisna le dijo: “En siete días la
ciudad de Danvareguay será destruida. El Kali-yuga va a comenzar. En esta nueva era los
hombres serán malvados, mentirosos y egoístas. Serán débiles de cuerpo, enfermizos y de
corta vida; así abandonad completamente el mundo y retiraros a la soledad; allí pensaréis
siempre en mí, abandonaréis los placeres del mundo y ennobleceréis vuestras almas por una
meditación concentrada. Aprended a vivir con el pensamiento; sabed que el Universo está
en mí y que no existe sino por mí, triunfad de Maya que es la ilusión de las apariencias;
procurad la amistad de los sabios, que yo estoy en vosotros, y vosotros en mí. El que
renuncia a la vanidad del mundo por la verdad que concede la sabiduría, atraerá hacia él la
luz divina. Su corazón será puro como el agua, y reflejará mi imagen”.
“Renunciad al deseo de propiedad por las cosas temporales: es el primer paso en el
camino de la perfección; por medio de este desligamiento absoluto es como pueden ser
combatidas las pasiones”.
“El alma es la soberana de los sentidos, y yo soy el soberano del alma”.
“El espacio es mayor que los elementos, y yo soy mayor que el espacio”.
“La voluntad es más fuerte que los obstáculos, y yo soy el dueño de la voluntad”.
“Brahma es mayor que los dioses y yo soy más grande que Brahma”.
“El sol es más luminoso que los demás astros, y yo soy más luminoso y más
vivificante que el sol”.
“En las palabras, yo soy la verdad; en las promesas, yo soy el que ordena no matar a
nada de lo que tiene vida; en la limosna, yo soy la del pan; en las tentaciones, soy la
primavera que vivifica; la verdad, la sabiduría, el amor, el bien, la oración, los Vedas, la
eternidad, son mis imágenes”.
Habiendo recibido Ontaven estas instrucciones, se retiró al desierto de Badary.
CAPÍTULO XI
La muerte de Khrisna
Khrisna volvió entonces hacia los Yadawers, que eran los de su raza, y encontró que
se habían matado mutuamente. El país que había ocupado sólo era una campiña cubierta de
cadáveres. Levantó los ojos y vio las almas que había amado en la tierra volver al cielo.
Entonces, encontrándose solo y triste, se echó al pie de un zarzal misterioso que
profundizaba en la tierra sus poderosas raíces y retorcía a los lejos sus ramas, cubiertas de
hojas rojas y de espinas. Khrisna se tumbó sobre las raíces del zarzal; uno de sus pies estaba
colocado sobre el otro, y, de sus cuatro manos, dos estaban extendidas en oración y las
otras dos unidas para la plegaria. Entonces le alcanzó una flecha; una flecha lanzada al azar
por un cazador y que vino a clavar el zarzal a los pies unidos de Khrisna. Aquella flecha era
la que había sido herrada con el fragmento agudo del cetro que Khrisna había quebrado. Era
la postrera venganza de la tiranía y de la muerte.
Apenas hubo expirado cuando los tronos injustos se derrumbaron por sí mismos; su
cuerpo desapareció de pronto y se volvió a hallar, por milagros, en Geganadam, donde se le
elevó un templo y se le adoró más tarde bajo el nombre de Jagrenat.
Esta leyenda está extractada del Baghavadam, uno de los Puranas, libros sagrados
de los hindúes, a los que se atribuye la más remota antigüedad. Nosotros lo hemos dividido
en capítulos que muestran las semejanzas que pueden tener con nuestros Evangelios, cuyo
espíritu manifiesta ya por completo el maravilloso ideal de la encarnación divina. ¿Qué
brahmán degenerado tomará jamás esta poesía sagrada por historia?. Pero, ¿no aparecerá en
la India algún Renan para escribir, buscando esto y descartando aquello, una vida
descarnada y prosaica de Khrisna?.
TERCERA PARTE
LA ESTRELLA FLAMÍGERA
La estrella flamígera es un símbolo masónico, que representa lo absoluto en el ser,
en la verdad, en la realidad, en la razón y en la justicia.
Entre los misterios de la iniciación masónica constituye una leyenda misteriosa y
muy antigua, que da a comprender la alta filosofía de los evangelios y que refiere al
martirio eterno del justo, siempre oprimido por el mal, y siempre triunfante de él. En esta
leyenda, son la envidia, la concupiscencia y el orgullo los que forman las tres cabezas del
genio infernal; pero este genio es el de los hombres perversos, representados por los tres
traidores. Nos proponemos hablar aquí de la leyenda de Hiram.
La filosofía masónica, que es la de la antigua Cabala, representa una protesta contra
los cultos que ultrajan a la naturaleza. Su fundamento es el orden eterno. Su principio es la
justicia inmutable que preside las leyes del Universo; rechaza las ideas de capricho y de
privilegio; enseña la igualdad en el orden jerárquico, y mira como necesarios los grados de
la iniciación, y la clasificación de los hermanos por orden de ciencia y de mérito;
admitiendo, en fin, todas las creencias, pero rectificándolas por medio de la fe en el orden
eterno.
Entre sus símbolos admite la cruz, signo de sacrificio y de muerte, pero une a ella la
rosa, que representa el amor y la vida. La escuadra y el compás es la precisión unida a la
justicia. Desliga de los dogmas que dividen a los sacerdotes, que pueden unir a los
hombres. Predica a todos la benevolencia y la caridad.
La masonería es el primer ensayo de síntesis universal y de asociación
verdaderamente católica. Sabemos que aquí el nombre parece protestar contra la cosa. Pero
es preciso darse cuenta de este silogismo: que los entendidos católicos son los más
exclusivos de los hombres, y que los francmasones, que bajo el nombre de profanos
parecen excluir las mayorías humanas, son en realidad, los únicos partidarios serios de la
asociación universal.
¿Qué sería preciso para reconciliar la masonería con la catolicidad?. Cesar de
maldecirse y llegar a entenderse. Porque ambas doctrinas, contrarías pero no
contradictorias, son en el fondo la doble solución de un solo y único problema: la
conciliación de la razón y de la Fe. Pero, ¿cómo conciliar los contrarios?. Ya lo hemos
dicho: no confundiéndolos jamás, sino asociándolos y acordándose de ese gran axioma de
la filosofía oculta: la armonía resulta de la analogía de los contrarios.
LEYENDAS MASÓNICAS
Extractadas de un ritual manuscrito del Siglo VIII

LEYENDA PRIMERA
Salomón, el más sabio entre los reyes de su tiempo, queriendo erigir un templo al
Eterno, hizo reunir en Jerusalén a todos los obreros necesarios para construirlo. Mandó
publicar un edicto en su reino, que se esparció por toda la tierra: que quien quisiera ir a
Jerusalén para trabajar en la construcción del templo sería bien recibido y recompensado,
con la condición de que fuera virtuoso, henchido de celo y de valor y no sujeto a ningún
vicio. Pronto Jerusalén se encontró lleno de una multitud de hombres conocedores de las
altas virtudes de Salomón que solicitaban hacerse inscribir para los trabajos del templo.
Salomón, contando con un gran número de obreros, hizo tratados con todos los reyes
vecinos, en particular con el rey Tiro, para que pudiera escoger del monte Líbano los cedros
y las maderas que le convinieran, así como otros materiales.
Habían ya empezado las obras, cuando Salomón se acordó de uno llamado Hiram:
el hombre más experto de su tiempo en arquitectura, sabio virtuoso, por quien el rey de Tiro
conservaba singular estima debido a sus grandes cualidades. Se apercibió también de que
tan gran número de obreros no podía dirigirse sin grave dificultad y confusión; además las
obras comenzaban a resentirse por las continuas discusiones que reinaba entre ellos.
Salomón resolvió darles un jefe digno para mantenerlos en buen orden, y con tal efecto
eligió a Hiram, tirio de nacimiento. Envió expresamente diputados cargados de presentes al
rey de Tiro, para rogarle que le enviara aquel famoso arquitecto llamado Hiram. El rey de
Tiro, encantado del elevado concepto que Salomón tenía de él, se lo concedió, y le envió a
Hiram y a sus diputados a los que colmó de riquezas, expresándoles su sincera amistad por
Salomón, añadiendo que, además del tratado que ambos habían concertado, le concedía una
alianza ilimitada y que podía disponer de cuánto le fuera útil de su reino. Los diputados
llegaron a Jerusalén, acompañados de Hiram, el 15 de julio... uno de los hermosos días de
verano. Entraron en el palacio de Salomón. Hiram fue recibido con toda la pompa y la
magnificencia debidas a sus elevadas cualidades. El propio Salomón dio una fiesta a los
obreros para conmemorar su llegada.
Al día siguiente, Salomón reunió la cámara del consejo para arreglar los asuntos de
importancia; Hiram fue admitido en ella recibiendo los plácemes de todos los concurrentes.
Salomón le dijo, en presencia de todos: “Hiram, yo os escojo por el jefe y arquitecto mayor
del Templo, así como de los obreros; os trasmito mi potestad sobre ellos, sin que haya
necesidad de otra opinión que la vuestra; así que os miro como a un amigo a quien confiaré
el mayor de mis secretos”. En seguida salieron de la cámara del consejo y fueron a los
trabajos, donde el mismo Salomón, dijo ante todos los obreros en voz alta e inteligible,
mostrando a Hiram: “He aquí el que he escogido, por vuestro jefe para guiarnos; le
obedeceréis como a mí mismo; le concedo amplio poder sobre vosotros y sobre las obras,
bajo pena, a aquellos que no obedezcan mis órdenes y las suyas, de ser castigados de la
manera que él crea conveniente”. En seguida inspeccionaron los trabajos; todo se puso bajo
las órdenes de Hiram, quien prometió a Salomón llevarlos con el mejor orden.
Al día siguiente, Hiram reunió a todos los obreros y les dijo: “Amigos míos: el Rey,
nuestro señor, me ha confiado el cuidado de dirigiros y regular los trabajos del Templo. No
dudo que a ninguno de vosotros os falte el celo para ejecutar sus órdenes y las mías. Entre
vosotros hay algunos que merecen salarios más elevados; cada uno podrá alcanzarlo
mediante las pruebas sucesivas de su trabajo. Para tranquilidad y premio a vuestro celo, voy
a formar tres clases de obreros: la primera estará compuesta por aprendices, la segunda de
oficiales y la tercera de maestros”.
“La primera será pagada como tal, y recibirá su salario a la puerta del Templo, en la
columna J”.
“La segunda, también a la puerta del Templo, pero en la columna B”.
“Y la tercera, en el santuario del Templo”.
Se aumentaron los salarios según los grados, y cada cual se consideraba dichoso de
hallarse bajo el mando de tan digno jefe. La paz, la amistad y la concordia reinaban entre
ellos. El respetable Hiram, queriendo que todo marchase en buen orden y para evitar
confusiones entre los obreros, aplicó cada uno de los grados, signos, palabras y toques para
reconocerse, con la prohibición de comunicarlo sin permiso expreso del rey Salomón y de
su jefe; de modo que cada uno recibiría su salario de acuerdo con su signo, de suerte que
los maestros serían pagados como maestros, así como los oficiales y los aprendices.
Ajustándose a una regla, tan perfecta, todo desarrollaba en paz y las obras continuaban
según los deseos de Salomón.
¿Pero, podía persistir tan hermoso orden?. No, en efecto, tres oficiales, impulsados
por la avaricia y el deseo de percibir la paga de los maestros, resolvieron conocer la
palabra, y como ésta no la podían obtener más que del respetable maestro Hiram,
concibieron el propósito de arrancársela, de grado o por la fuerza. Como el respetable
Hiram iba diariamente al santuario del Templo para dedicar una plegaria al Eterno, hacia
las cinco de la tarde, convinieron en esperarle a la salida, para preguntarle la palabra de los
maestros; y como el Templo contaba con tres puertas, una a oriente, otra a occidente y la
tercera al mediodía, esperaron uno con una regla, otro con una palanca y tercero con un
mazo. Terminada su oración, Hiram intentó salir por la primera puerta, en la que encontró a
uno de los traidores armados de la regla, que le detuvo, preguntándole la palabra de
maestro. Asombrado Hiram, le manifestó que no era de aquella suerte como lo conseguiría
y que moriría antes de decírselo. El traidor, furioso por la negativa, le asestó un golpe con
su regla. Hiram, aturdido por el golpe, se retiró dirigiéndose a la puerta, en la que encontró
al segundo traidor que le hizo la misma pregunta que el primero, Hiram la rehusó
igualmente, lo que también enfadó al traidor, que le golpeó con la palanca. Tambaleándose,
Hiram intentó retirarse por la puerta de oriente por la que creía seguro poder salir; pero el
tercer traidor que le esperaba allí le dirigió la misma pregunta que los anteriores. Hiram le
contestó que antes prefería morir que declararle un secreto que aún no merecía. Indignado
por su negativa el traidor le dio tan terrible golpe con el mallete que lo dejó muerto. Como
aún había luz, los traidores cogieron el cuerpo de Hiram y le ocultaron en un montón de
escombros al norte del Templo, esperando la noche para transpórtale más lejos. En efecto,
cuando se hizo de noche le llevaron lejos de la ciudad, en una elevada montaña, donde le
enterraron, y como decidieron conducirle más lejos, plantaron sobre la fosa una rama de
acacia para conocer el sitio y regresaron los tres a Jerusalén.
El respetable Hiram iba todos los días, al levantarse Salomón, a darle cuenta de las
obras y recibir sus órdenes. Este, no viendo a Hiram al día siguiente, le mandó llamar con
uno de sus oficiales, que le dio cuenta de que se le había buscado por todas partes y que
nadie había podido encontrarle. Tal respuesta afligió a Salomón que quiso buscarle por sí
mismo en el Templo, y mandó practicar indagaciones precisas en toda la ciudad. Al tercer
día, al salir Salomón de elevar sus plegarias en el santuario, lo hizo por la puerta oriente,
sorprendiéndole ver huellas de sangre; las siguió hasta el montón de escombros del norte,
mandó cavar y allí no halló otra cosa sino que había sido recientemente removido. Se
estremeció de horror y aseguró que Hiram había sido asesinado. Volvió a penetrar en el
santuario del Templo para llorar en él la pérdida de tan grande hombre; en seguida volvió al
atrio del Templo, donde mandó reunir a todos los maestros y les dijo: “Hermanos míos; la
pérdida de vuestro jefe es cierta”. Ante estas palabras cada uno se unió en un profundo
dolor, lo que produjo un silencio bastante prolongado, que Salomón interrumpió diciendo
que era preciso que nueve de ellos se resolvieran a partir para buscar el cuerpo de Hiram y
conducirle al Templo. Salomón apenas terminó de hablar, cuando todos los maestros
quisieron partir, hasta los más viejos, sin pensar en la dificultad de los caminos. Viendo si
celo, Salomón les dijo que no partirían más que nueve que serían elegidos por escrutinio.
Los agraciados dieron muestras de alegría, se despojaron del calzado para estar más ágiles,
tres emprendieron la ruta del mediodía, tres la de occidente y tres la de oriente,
prometiendo reunirse al noveno día de su partida. Uno de ellos, hallándose extenuado de
fatiga, quiso descansar y al querer sentarse se agarró a una rama de acacia que encontró
cerca para ayudarse; pero aquella rama, colocada allí ex profeso, se le quedó en la mano, lo
cual le sorprendió; y viendo entonces un gran espacio de tierra recién removida, presumió
que Hiram pudiera hallarse en aquel sitio.
Recuperó nuevas fuerzas; animado de valor fue en busca de los otros maestros
reuniéndose los nueve conforme habían convenido. Les condujo al sitio de donde venía, les
refirió lo que sabía, y animados todos del mismo celo, se pusieron a remover aquella tierra.
En efecto, allí estaba enterrado el cuerpo del respetable Hiram, y cuando le descubrieron se
horrorizaron, retrocediendo y estremeciéndose. El dolor embargó sus corazones y
permanecieron largo tiempo en éxtasis; pero recuperando el valor, uno de ello penetró en la
fosa tomó a Hiram por el índice de la mano derecha, queriendo levantarle. Hiram cuya
carne ya corrompida se disgregaba, olía mal, lo que le hizo retroceder diciendo: Iclingue,
que significa “huele mal”. Otro le cogió por el dedo que sigue al índice y le sucedió lo
mismo que al primero, y se retiró diciendo: Jakin (se responde Boaz). Los maestros se
consultaron. Como ignoraban que al morir, Hiram, había conservado el secreto de los
maestros, resolvieron cambiarlo, y que la primera palabra que profirieran al retirar el
cuerpo de la fosa, fuera la usual en lo sucesivo. En seguida el más viejo de ellos entró en la
fosa, cogió al respetable Hiram y le sacó agarrándole de la muñeca derecha, apoyando el
pecho contra el suyo, así como la rodilla y el pie del mismo lado y con la mano izquierda
sujetándole por los hombros, levantando así a Hiram de la fosa. Su cuerpo produjo un ruido
sordo que los asustó, pero el maestro, siempre sereno, exclamó: Mac Benak, que quiere
decir “la carne abandona los huesos”. En seguida se repitieron el nombre los unos a los
otros y cogiéndole del brazo tomaron el cuerpo del respetable Hiram y le llevaron a
Jerusalén. Llegaron de noche, con luna llena y entraron en el Templo, donde depositaron el
cuerpo de Hiram. Informado Salomón de su llegada, acudió al Templo, acompañado de
todos los maestros, de guante blanco y delantal, rindieron al respetable Hiram los postreros
honores. Salomón le mandó inhumar en el santuario e hizo colocar sobre su tumba una
placa de oro, de forma triangular, en la que estaba grabado, en hebreo, el nombre del
Eterno; después, recompensó a los maestros con un compás de oro, que llevaron en el ojal
de sus trajes, pendientes de una cinta azul, y se comunicaron las nueve palabras, signos y
toques...
Se hacen las mismas ceremonias al retirar al candidato de su ataúd, durante la
recepción.
La palabra convenida es Gibline, el nombre del lugar en cuya cercanía estaba
encerrado el cuerpo de Hiram.
LEYENDA SEGUNDA
Habiéndolo mandado Salomón inhumar el cuerpo de Hiram en el santuario del
Templo, con la pompa y magnificencia debidas a su rango, congregó a todos los maestros y
les dijo: “Hermanos míos; los traidores que han cometido este asesinato no pueden quedar
impunes; se les debe descubrir, para lo cual os declaro que las investigaciones deben
llevarse a cabo con todo el ardor y la circunspección posible, y en caso de que sean
descubiertos, que no se les haga daño alguno, trayéndolos vivos, para reservarme la
satisfacción de la venganza. A este efecto, ordeno que veintisiete de vosotros partan para
llevar a cabo esta investigación, poniendo especial cuidado en ejecutar mis órdenes”. Todos
querían partir, para vengar la muerte, de su respetable maestro, pero Salomón siempre
respetando sus acuerdos, les repitió que era preciso fueran veintisiete, tomando nueve la
ruta de oriente, nueve la del mediodía y nueve la de occidente, y que irían armados de
mazas, para defenderse de los peligros que pudieran ocurrirles. En seguida los designó por
escrutinio verbal, y los elegidos partieron con la promesa de seguir punto por punto las
órdenes de Salomón.
Los tres traidores, asesinos de Hiram, que habían vuelto a los trabajos del Templo,
después de su crimen, viendo que se había encontrado el cuerpo de Hiram, se imaginaron
que al punto ordenaría Salomón practicar investigaciones para saber quiénes le habían
asesinado; como en efecto, conocieran por otros oficiales las órdenes de Salomón, que eran
de practicar investigaciones, salieron de Jerusalén, al anochecer, y se separaron, a fin de
que, no yendo juntos, fueran menos sospechosos. Cada cual emprendió la huida, alejándose
de Jerusalén, para ir a ocultarse en tierras extrañas. Apenas expiraba el cuarto día de
marcha cuando nueve de los maestros se encontraron extenuados de fatiga, en medio de las
rocas, en un valle, al pie de las montañas del Líbano.
Descansaron allí, y como comenzaba a anochecer, uno de ellos quedó vigilando, a
fin de no ser sorprendidos. Su misión le obligó a alejarse un poco de sus compañeros,
divisando a lo lejos una lucecita a través de la hendidura de una roca. Se estremeció,
sorprendido, pero ya más tranquilo, corrió a aquel sitio resuelto a conocer lo que era.
Apenas se hubo acercado, un sudor frío invadió todo su cuerpo, viendo la entrada de una
caverna, de la que salía aquella luz. Recuperado nuevo ánimo, resolvió penetrar. La entrada
era estrecha y muy baja, de modo que penetró con el cuerpo encorvado y la mano derecha
en la frente para evitar los salientes de la roca; avanzando los pies, uno tras otro, y
produciendo el menos ruido posible; llegando, al fin al fondo de la caverna donde vio a un
hombre acostado y dormido sobre sus manos. Al punto le reconoció como uno de los
obreros del Templo de Jerusalén de la clase de oficiales y, no dudando que se trataba de
uno de los asesinos, el deseo de vengar la muerte de Hiram le hizo olvidar las órdenes de
Salomón, y armándose de un puñal que encontró a los pies del traidor, se lo clavó varias
veces en el cuerpo y acto seguido le cortó la cabeza. Terminada esta acción se sintió
atacado de una sed devoradora cuando apareció a los pies del traidor un arroyo, en cuyas
aguas aplacó su sed, saliendo de la caverna con un puñal en una mano y en la otra la cabeza
del traidor, que llevaba por los cabellos. De este modo fue a buscar a sus camaradas,
quienes al verlo se estremecieron de horror. Les contó lo sucedido en la caverna, y de que
modo había encontrado al traidor que se había refugiado en ella. Pero sus camaradas le
dijeron que su celo exagerado los colocaba en el trance de faltar las órdenes de Salomón.
Reconociendo su falta, permaneció cohibido, pero sus camaradas, que todo lo esperaban de
la bondad del rey, le prometieron obtener gracia. En seguida reanudaron el camino de
Jerusalén, acompañados del que aún continuaba con la cabeza del traidor en una mano y el
puñal en la otra, llegando al noveno día de haber partido.
Entraron en el momento en que Salomón estaba encerrado en el santuario del
templo con los maestros, como acostumbraba a hacerlo todos los días a la terminación de
los trabajos, para recordar con dolor a su digno y respetable arquitecto Hiram. Penetraron
los nueve, es decir, ocho reunidos, y el noveno llevando siempre el puñal en una mano y la
cabeza en la otra, gritando por tres veces: “Conmigo viene la venganza” y cada vez hacían
una genuflexión. Pero Salomón, estremeciéndose ante aquel espectáculo, le dijo:
“¡Desgraciado!. ¿Qué has hecho?. ¿No te había dicho que me reservaras el cuidado de la
venganza?”.
Entonces, todos los maestros, rodilla en tierra, gritaron: “¡Gracia para él!”,
afirmando que su excesivo celo le había hecho olvidar sus órdenes; Salomón lleno de
bondad, le perdonó, ordenando que la cabeza del traidor fuera expuesta en el extremo de
una pértiga guarnecida de hierro, en una de las puertas del templo, a la vista de todos los
obreros, lo que al punto fue ejecutado, esperando descubrir a los otros dos traidores.
LEYENDA TERCERA
Viendo Salomón que los traidores se habían dividido, creyó que sería difícil
descubrir a los otros dos, y, en consecuencia, mandó publicar un edicto en todo su reino,
por el que prohibía dar hospitalidad a ningún desconocido que no fuera provisto de
pasaporte; prometiendo grandes recompensas a los que pudieran traerle los traidores a
Jerusalén o darle noticias de ellos. Un obrero que trabajaba en las carreteras de Tiro, sabía
de un hombre extranjero que se había refugiado en una caverna, próxima a la carretera,
quien le había confiado su secreto y haciéndole prometer arrancarse la lengua antes que
revelarlo. Como aquel hombre venía todos los días a la ciudad vecina a buscar víveres para
el traidor que estaba en la caverna, encontrándose precisamente en la ciudad cuando la
publicación del edicto de Salomón, echó cuenta sobre la recompensa prometida a los que
descubrieran los asesinos de Hiram. El interés pudo más que la fidelidad a la promesa que
había hecho. Entonces salió y tomó el camino de Jerusalén, en el cual encontró a los nuevos
maestros comisionados para buscar los culpables, quienes apercibiéndose de que su
presencia le hacía cambiar de color, le preguntaron a dónde iba y de dónde venía. El
desconocido, haciendo ademán de arrancarse la lengua, hincó la rodilla en tierra, y besando
la mano derecha del que le interrogaba, respondió: “Como me creo que sois los enviados
del rey Salomón para buscar a los traidores que han asesinado al arquitecto del Templo,
tengo que deciros que a pesar de haber prometido el secreto, no puedo obrar de otro modo
que obedecer las órdenes del rey Salomón que se indican en el edicto que acaba de mandar
publicar. Uno de los traidores que buscáis está a un día de camino de aquí, refugiado en una
caverna, entre rocas, en las cercanías de la carretera de Tiro, próxima a un gran zarzal. Un
perro está siempre a la puerta de la caverna, que le previene cuando alguien se acerca”. Al
escuchar este relato, los maestros le dijeron que les siguiera y les condujese hasta las
proximidades de aquella caverna. Este obedeció y condujo a los maestros a la carretera de
Tiro, desde donde les mostró el sitio en que estaba el traidor. Era el decimocuarto día de su
marcha cuando le descubrieron; al anochecer vislumbraron el zarzal; el tiempo estaba
borrascoso, y al pronto lució el arco iris. Habiéndose detenido para presenciar el fenómeno,
descubrieron la caverna. Acercándose, apercibieron entonces al perro dormido y para burlar
su vigilancia se quitaron los zapatos. Una parte penetró en la caverna, donde sorprendió al
traidor dormido. Le ataron, le sujetaron y le llevaron a Jerusalén, con el desconocido que se
los había indicado. Llegaron el decimoctavo día de su partida, por la tarde, en el momento
en que terminaban los trabajos, Salomón y todos los maestros, como de costumbre, estaban
en el santuario del Templo para recordar con pena a Hiram.
Penetraron en él y presentaron el traidor a Salomón, quien le interrogó y le hizo
confesar su crimen. Le condenó a que le abrieran el cuerpo, arrancaran el corazón, cortaran
la cabeza y la colocaran al extremo de una pértiga de hierro, en una de las puertas del
Templo, lo mismo que al primero, a la vista de todos los obreros, y su cuerpo fue arrojado
al muladar para servir de pasto a los animales. Salomón recompensó al punto al
desconocido y le envió satisfecho a su país, esperando que se descubriera al tercer traidor.
LEYENDA CUARTA
Los nueve últimos maestros desesperaban ya de encontrar al tercer traidor, cuando
al vigésimo día de su marcha se hallaron perdidos en una selva del Líbano y obligados a
franquear varios sitios peligrosos, se vieron forzados a pasar allí la noche, eligiendo para
ellos sitios cómodos para guarecerse de las bestias feroces que poblaban aquellos desiertos.
Al día siguiente, al amanecer, uno de ellos fue a reconocer el sitio en que se
encontraban, advirtiendo a lo lejos a un hombre armado de un hacha, que descansaba al pie
de un peñasco. Era el traidor que buscaban, que habiéndose enterado de que sus cómplices
estaban detenidos, huía al desierto para ocultarse; y viendo que uno de los maestros se
dirigía hacia él, le reconoció por haberle visto en el Templo de Jerusalén. Entonces se
levantó y salió a su encuentro, creyendo que nada debía temer de un hombre solo, pero
observando de lejos a los ocho restantes que se acercaban a grandes pasos, huyó
precipitadamente, lo que le descubrió como culpable e hizo sospechar a los maestros que
pudiera ser el traidor a quien buscaban, decidiéndoles a perseguirle. Al fin el traidor,
fatigado por los obstáculos que franqueaba para salvarse, se vio obligado a esperarles a pie
firme, resuelto a defenderse, prefiriendo morir antes que dejarse coger. Como estaba
armado de hacha, amenazaba con no respetar a ninguno de ellos. Despreocupados de su
temeridad, los maestros, armados con sus malletes se aproximaron a .él, invitándole a
rendirse. Pero obstinado en defenderse luchó y se defendió con furor largo tiempo, sin
poder herir a ninguno. Los maestros se limitaron a parar los golpes que les asestaba, porque
no querían hacerle daño antes de conducirle a Jerusalén y presentarle vivo a Salomón. Para
mejor conseguirlo, la mitad de ellos descansaba, mientras los otros combatían. Empezaba la
noche cuando los maestros, temiendo que las tinieblas facilitaran la fuga del traidor, le
atacaron todos unidos y se apoderaron de él en el momento en que intentaba precipitarse
desde lo alto de una roca. Entonces le desarmaron, le ataron y le condujeron a Jerusalén,
donde llegaron al vigésimo séptimo día de su partida, al fin de los trabajos cotidianos, en el
momento en que Salomón y los maestros estaban en el santuario para elevar su plegaria al
Eterno y recordar con pena a Hiram. Los maestros entraron y presentaron el traidor a
Salomón, quien le interrogó; y como no podía justificarse, fue condenado a que le abrieran
el vientre y sacaran las entrañas, tras cortarle la cabeza y arrojar el resto del cuerpo al fuego
para ser reducido a cenizas, aventando éstas a los cuatro puntos cardinales. Su cabeza fue
expuesta, como la de los otros dos, al extremo de una pértiga con la punta de hierro. Sus
nombres estaban escritos sobre cada pértiga, con útiles parecidos a los que habían usado
para su crimen. Los tres eran de la tribu de Judá; el más viejo se llamaba Sebal, el segundo
Oterlut, y el tercero Stokin.
Las tres cabezas quedaron durante tres días expuestas a la vista de todos los obreros
del Templo. Al tercer día. Salomón mandó encender una gran hoguera ante la entrada
principal y arrojar en ella las tres cabezas, los útiles y los nombres, siendo todo quemado,
hasta consumirse por completo. Las cenizas fueron lanzadas a los cuatro puntos cardinales.
Terminado lo cual, Salomón dirigió los trabajos del Templo con asistencia de los
maestros y todo siguió en paz.
Historia del Caballero del León
Se ha dicho que cuando Salomón hubo perdonado a los oficiales que intentaban
sublevarse haciéndoles volver a su deber uno de ellos, que no podía olvidar el castigo que
se había infringido a sus camaradas, considerándolo injusto, resolvió atentar contra la vida
de Salomón. Se dirigió a su palacio para apuñalarle, matando a uno de los oficiales que
quiso prohibirle la entrada. Después luchó con Salomón, quien le obligó a emprender la
fuga y ocultarse en las montañas. Los guardianes de Salomón le persiguieron durante doce
días, sin encontrarle; cuando uno llamado La Bauce, divisó un león que arrastraba un
hombre a su cubil, a quien combatió, matándole. Reconoció en aquel hombre, a quien el
león había estrangulado, al que se buscaba. Entonces La Bauce le cortó la cabeza y se la
llevó a Salomón, que le recompensó dándole una cinta, símbolo de la virtud, en cuyo
extremo pendía un león de oro, representación del valor, que llevaba en la boca una maza
con la que había sido muerto.
Una vez concluido el Templo, varios obreros se dedicaron, bajo dirección de un
jefe, al trabajo de reformar las costumbres, levantar los edificios espirituales con lo cual se
hicieron recomendables por su caridad, y se les llamó los Padres Kadosh, que quiere decir
separados por la santidad de su vida.
No se sostuvieron largo tiempo porque olvidaron sus deberes, y la avaricia los
volvió hipócritas.
Los Ptolomeo Filadelfo, reyes de Egipto, príncipes de los astrólogos, eran los más
célebres y constantes amigos de la caridad, y ordenaron a setenta hermanos la versión de las
Sagradas Escrituras.
Bien pronto se apartaron los Padres de Kadosch de sus deberes, traspasando los
limites del bien obrar. Sin embargo, se conservó la orden, porque algunos de ellos,
observadores celosos de la ley que se les había impuesto, se apartaron de ellos. Eligieron
entonces un gran maestro vitalicio; parte de ellos quedaron en Siria y Sicilia, dedicándose a
las buenas obras, y los restantes fueron habitar las posesiones que tenían en Libia y
Tebaida; sus retiros fueron en seguida habitados por los solitarios conocidos bajo el nombre
de Padres del Desierto; también se les denominaba Kadosch, que quiere decir santo o
separado.
Tanto los judíos como los cristianos, no habían dicho nunca nada malo de ellos; el
gran maestro se llamaba Manchemm.
Esta orden ha persistido desde los judíos hasta los cristianos.
Después de la destrucción del Templo, muchos abrazaron el cristianismo. Se
reunieron, pues, constituyendo una sola familia. Todos sus bienes fueron comunes.
Alejandro, patriarca de Alejandría, era su mayor ornamento. Pasaban la vida alabándole y
bendiciendo a Dios, y ayudando a los pobres, a los que consideraban como sus propios
hermanos. Así como esta venerable orden se sostuvo hasta los fines del siglo sexto y hoy
todos los hermanos procuran sostener su pasado brillo.
La clave de las Palabras Masónicas
Salomón, es la personificación de la ciencia y la sabiduría suprema.
El Templo, es la realización y la figura del reino jerárquico de la verdad y la razón
sobre la tierra.
Hiram, es el hombre que ha alcanzado el poder por medio de la ciencia y la
sabiduría.
Gobierna por la razón y el orden, considerando a cada uno por sus obras.
Cada grado de la orden posee una palabra que traduce su esencia.
No hay más que una palabra para Hiram; pero ésta se pronuncia de tres maneras
diferentes.
Pronunciada por los aprendices quiere decir naturaleza y se explica mediante el
trabajo.
Pronunciada por los compañeros, quiere decir pensamiento, explicándose mediante
el estudio.
Pronunciada por los maestros, quiere decir verdad y se explica por la sabiduría.
Hay tres grados en la jerarquía de los seres.
Hay tres puertas en el Templo.
Hay tres rayos en la luz.
Hay tres fuerzas en la naturaleza.
Estas fuerzas están figuradas por la regla que une, la palanca que levanta y el
martillo que afirma.
La rebelión de los instintos brutales contra la autocracia de la sabiduría se arma,
sucesivamente, de tres fuerzas.
Hay tres rebeldes: el rebelde a la naturaleza; el rebelde a la ciencia y el rebelde a la
verdad.
Estaban representados en el infierno de los antiguos por las tres cabezas del
Cerbero.
En la Biblia, por Coré, Dathón y Abirón.
En la leyenda masónica se designan por símbolos, cuyas combinaciones
cabalísticas, varían según las iniciaciones.
El primero, al que se denomina Abirón, y homicida de Hiram, golpea al maestro con
la regla.
Así es como tantos justos fueron inmolados en nombre de la ley.
El segundo, llamado Miphiboseth, del nombre de un pretendiente al reino de David,
golpea a Hiram con la palanca. Así es como las reacciones populares contra la tiranía se
convierten en otra tiranía y atenían, más fatalmente aún, al reinado de la sabiduría y de la
virtud.
El tercero, en fin, remató a Hiram con el martillo, como hacen los restauradores
brutales de una pretendida orden que creen asegurar su autoridad aplastando a la
inteligencia.
La rama de acacia sobre la tumba de Hiram es como la cruz en los altares de Cristo.
Es la figura de la ciencia, que sostenía a la ciencia misma, y que eleva su protesta
contra los asesinos del pensamiento.
Cuando los errores de los hombres han llegado a trastornar el orden, entonces la
naturaleza interviene, al igual que Salomón en el Templo.
La muerte de Hiram debe ser vengada, los asesinos pueden quedar impunes un día,
pero la noche ha de llegar para ellos. El que ha golpeado con la regla ha provocado el
puñal.
El que ha triunfado con el martillo caerá víctima de la fuerza de que ha abusado y
será estrangulado por el león.
El que asesinó con la regla se ha descubierto por la lámpara que encendió y el
manantial en que bebía, es decir, que se le aplicarán la pena del Talión.
El que asesinó con la palanca será sorprendido cuando le falte su vigilancia como un
perro dormido.
El león que devora al que asesinó con el martillo es una de las formas de la Esfinge
de Edipo; merecerá suceder a Hiram en su dignidad, quien hubiera vencido al león.
El cadáver putrefacto de Hiram demuestra que no resucitan las formas muertas y
usadas.
Hiram es el solo, verdadero y único, el rey legítimo del mundo; de él es de quien se
dice siempre:
¡El rey ha muerto!. ¡Viva el rey!.
La masonería tiene por objeto reconstruir la monarquía de Hiram y de volver a
erigir espiritualmente el Templo.
Entonces el dragón de las tres cabezas será encadenado.
Entonces las sombras de los tres homicidas serán arrojadas a las tinieblas.
Entonces, la piedra viva, la piedra cúbica, el cubo de oro, el cubo de doce puertas, la
nueva Jerusalén, descenderá del cielo según la profecía cabalística de San Juan.
El manantial de agua que corre cerca del primer homicida indica que la rebelión de
la primera edad ha sido sofocada con el diluvio.
El zarzal ardiendo y el arco iris que permiten descubrir al segundo homicida,
representan la Santa Cabala que protesta contra los dogmas farisaicos y la idolatría de la
segunda edad.
El fin, el león vencido representa el triunfo del espíritu sobre la materia y la
sumisión de la fuerza bruta a la inteligencia, que debe ser el signo de la consumación y el
advenimiento del santum regnum.
Desde que se iniciaron los trabajos espirituales para edificar el Templo de la verdad,
Hiram ha sido muerto muchas veces y siempre ha resucitado.
Hiram es Adonis, muerto por un jabalí.
Es Pitágoras, proscrito.
Es Osiris, asesinado por Tifón.
Es Orfeo, despedazado por las Bacantes.
Es Moisés, enterrado, acaso, vivo en las cavernas del Monte Nébo.
Es Jesús asesinado por tres traidores: Caifas, Judas Iscariote y Pilatos.
Es Santiago de Molay, condenado por un papa, denunciado por un falso hermano y
quemado por orden de un rey.
La obra del Templo es la del mesianismo, es decir, de la realización del simbolismo
israelita y cristiano.
Es el restablecimiento de la verdad legitimada, de la inteligencia y de la virtud.
Es el orden, mediante el equilibrio del deber y del derecho, bases inquebrantables
del poder.
Es el restablecimiento de la iniciación jerárquica y del sacerdocio del pensamiento,
regulando la monarquía de la inteligencia y de la fuerza.
Todo cuanto se ha realizado en el mundo carecería de sentido y de alcance, si esta
obra no se llevase a cabo algún día.
Historia de Phaleg
Cuando los hombres se reunieron en la llanura de Sennaar, bajo el reinado de
Nemrod, hubo un arquitecto llamado Phaleg.
Era hijo de Heber (Patriarca de la Ley antigua antepasado de Jacob, de quien los hebreos
tomaron su nombre. N. del T.), padre de los Hebreos. Y para garantizar a los hombres contra un
nuevo diluvio, trazó el plano de una torre.
El primer asiento de la torre debía ser circular, teniendo doce puertas y setenta y dos
pilares.
El segundo cuadrado, con nueve pisos; el tercero, triangular, en espiral de cuarenta
y dos vueltas.
El cuarto, en el que la elevación de la torre sería cilíndrica, con setenta dos pisos.
Se debería subir, de unos pisos a otros, por siete escaleras.
Las puertas de cada piso se debían abrir y cerrar por mecanismos cuyo secreto sería
guardado jerárquicamente.
Todos los habitantes de la torre debían ser iguales en derechos civiles, y los de los
altos no podían vivir sin los auxilios de los de abajo, como éstos tampoco se podían
defender contra las sorpresas sin la vigilancia de aquéllos.
Tal era el plan de Phaleg.
Pero los obreros fueron infieles al gran arquitecto.
Los secretos de arriba fueron revelados a los que trabajaban abajo; no cerraron las
puertas, unas las tapiaron, otras las forzaron, para ocupar su sitio en los edificios superiores.
Después, todos quisieron trabajar a su guisa, sin cuidarse de los planos de Phaleg.
La confusión se enseñoreó de su lenguaje como de sus trabajos, y la torre se hundió
en parte y en parte quedo sin terminar, porque los obreros no quisieron ayudarse unos a
otros en su trabajo.
La confusión era su lenguaje, se produjo porque no había unidad de pensamiento.
Phaleg comprendió entonces que había esperado demasiado de los hombres, al creer
que se comprenderían.
Pero los hombres le achacaron su falta, y le denunciaron a Nemrod.
Nemrod le condenó a muerte.
Phaleg desapareció y no se supo lo que había sido de él.
Nemrod creyendo que le habían asesinado encargó que le hicieran un ídolo al que
dio el nombre de Phaleg, el cual ídolo haría oráculos en favor de la tiranía de Nemrod. Pero
Phaleg había huido al desierto.
Dio la vuelta al mundo para expiar su error demasiado generoso.
Y donde quiera que se detenía edificaba un tabernáculo triangular.
Uno de estos monumentos fue hallado en Prusia, en el año 553 entre los escombros
de una mina de sal.
A quince codos de profundidad, se encontró una construcción de forma triangular,
en la que había una columna de mármol blanco, sobre cuya base estaba escrita toda la
historia en hebreo.
Al lado de esta columna se encontró una tumba de piedra de gres (Nombre genérico de
toda roca de textura granulosa. N. del T
.), y entre el polvo, una piedra de ágata, en la que había el
siguiente epitafio:
Aquí reposan las cenizas del maestro
G... H... de la Torre de Babel...
Adonai le ha perdonado los pecados de
los hombres porque los ha amado.
Ha muerto por ellos en la humillación,
y así ha expirado el fasto de los ídolos
de Nemrod.
El paso del río Neburanaí
El septuagésimo año de la cautividad de Babilonia, estando durmiendo el rey Ciro
(Célebre rey de Persia, hijo de Cambises, fundador del imperio persa; nació en 590 a.C., y murió después
del 536. N. del T.),
tuvo un sueño que le turbó.
Vio volar una paloma sobre su cabeza, y a un león avanzar hacia él.
Y como buscase el medio de escapar a la ferocidad del león, oyó a la paloma que le
decía: “Devuélvele la libertad a los cautivos”.
Al levantarse el rey todo preocupado, le comunicaron que un sabio israelita, nacido
al otro lado del río Naburanaí, solicitaba hablarle.
El rey hizo introducir a aquel hombre sabio, y habiéndole contado su sueño, le pidió
que se lo explicara.
Zorobabel, que así se llamaba el israelita, dijo al rey que era preciso devolver a los
judíos el templo de Dios.
- ¡Oh, rey! - le dijo -. Retener a un pueblo por la fuerza, es abusar del poder.
La fuerza es el león que habéis visto en sueños; es preciso vencerle con la justicia.
La paloma es el símbolo de la misericordia y de la luz.
Ciro le dijo: “Idos, reunid vuestros hermanos, y reedificad el templo de Dios”.
Después, le entregó una cuclilla, una paleta y una llave.
También reunió los despojos del antiguo templo que había sido saqueado por sus
antecesores, y se los envió a Zorobabel.
Los israelitas, pues, se reunieron y se prepararon a pasar el río Neburanaí.
Pero los primeros que avanzaron para sondear su profundidad, fueron devorados por
los monstruos salidos del agua.
Llegaron otros, y vieron que el río acarreaba osamentas y ruinas.
Los monstruos que devoraban a lo que pasaban eran un cocodrilo y una serpiente.
El cocodrilo tenía una corona de oro sobre la cabeza, y la serpiente estaba tocada
con una tiara.
Eran los genios malos del río, y los monstruos de las aguas, que bajo mil formas
espantosas, se apoderaban de cuantos hombres intentaban cruzar el paso.
Cuando se lo contaron a Zorobabel, mandó encender grandes hogueras en la orilla
del río. Después, hizo construir un puente colgante y lanzarlo en medio de las aguas.
El puente se halló entonces sobre el río, sin que los demonios hubieran visto
construirle, pues su atención se dirigía a las hogueras de la orilla.
El pueblo de Israel pasó.
Sobre el puente estaban trazadas tres letras mágicas, que servían de talismán a los
cautivos que retornaban a su patria.
Eran las letras L∴ D∴ P∴.
Representaban la cruz, la piedra angular y el Verbo de la verdad.
La cruz expresa la creación y el sacrificio.
La piedra angular es la fundación del templo, y el Verbo de la verdad preside las
acciones de los trabajadores.
La piedra angular se denomina Kether, la cruz es Chocmach, y el Verbo de vida se
llama Binah.
Con estos signos es con los que se debía realizar la libertad de Israel.
Estas letras se pueden combinar de tres maneras: son los signos de los nueve
maestros que han vengado la muerte de Hiram; son los jeroglíficos de los tres grados de la
masonería; significa, con caracteres modernos: Libertad, Deber, Poder.
Se escriben cabalísticamente así:
P
L 􀁕 D
Donde el poder se apoya sobre el deber y la libertad. Para el vulgo, estas iniciales
quieren decir: Libertad de pasar.
Para los aprendices y compañeros, significan: Libertad de pensar.
BAPHOMET *
Tem∴ o∴ h∴ p∴ Abb
Binario verbum vitae morten et vitam equilibrans
Existen varias figuras de Baphomet.
A veces tiene la barba y los cuernos del macho cabrío, la faz de un hombre, el seno
de una mujer, la melena y las garras de un león, las alas de un águila. Los flancos y las
pezuñas de un toro.
Es la esfinge resucitada de Tebas, el monstruo sucesivamente cautivo y vencedor de
Edipo (Hijo de Layo y de Yocasta, reyes de Tebas, a quien el oráculo predijo que mataría a su padre y se
casaría con su madre, lo cual, por las extraordinarias circunstancias que envolvieron su nacimiento, llegó
a realizarse y tuvo cuatro hijos de Yocasta. N. del T.).
Es la ciencia que protesta de la idolatría por la misma monstruosidad del ídolo.
Lleva entre los cuernos la antorcha de la vida, y el alma viviente de esta antorcha es
Dios.
Se había prohibido a los israelitas dar a las concepciones divinas figura humana o de
animal; así es que no osaban esculpir en el arco y en el santuario nada más que querubes, es
decir, esfinges con cuerpos de toros y cabezas de hombres, de águilas o de león.
Tales figuras mixtas no reproducían en su totalidad, ni la forma humana ni la de
animal alguno.
Esos conjuntos híbridos de animales fantásticos daban a comprender que el signo no
era un ídolo ni la imagen de cosa alguna.
No se adora a Baphomet, sino a Dios, en esa imagen informe y viviente, sino la
representación de un pensamiento.
Sin semejanza alguna con los seres creados.
El Baphomet no es un Dios, es el signo de la iniciación; es también la figura
jeroglífica del gran tetragrama divino.
Es un recuerdo de los querubes del arco y del Santo de los santos.
El Baphomet es análogo del Dios negro de Rabí Simeón. Es el guardián de la llave
del templo.
Es el lado oscuro de la faz divina. Por eso, en las ceremonias iniciáticas, se exigía
del recipiendario que diera un beso a la faz posterior de Baphomet, o del diablo, para darle
un nombre más vulgar. Ahora bien, en el simbolismo de la cabeza de dos caras la que está
detrás de Dios es el diablo, y la de detrás del diablo es la figura jeroglífica de Dios.
¿Por qué el nombre de francmasones o masones libres?. ¿Libres de qué?. ¿Del
temor de Dios?. Sí; sin duda, porque cuando se teme a Dios es que se le mira por detrás. El
Dios formidable, es el dios negro, es el diablo.
* Para la figura de Baphomet, véase el Dogma y Ritual de la Alta Magia.
Los francmasones quieren erigir un templo espiritual al Dios único, al Dios de la
luz, al Dios de la inteligencia y de la filantropía; en cambio hacen la guerra la dios del
diablo y al diablo de dios. Pero se inclinan ante las piadosas creencias de Sócrates, de San
Vicente de Paúl y de Fénelon. Los que, con Voltaire, apelaron de buen grado a la infamia,
son aquella cabeza o más bien aquella bestia que en la Edad Media había ocupado el sitio
de Dios.
Cuanto más viva es una luz, más negra es la oscuridad que se le opone. El
cristianismo ha sido a la vez, la salvación y el azote del mundo; es la más sublime de todas
las sabidurías y la más espantosa de las locuras. Si Jesús no fuera Dios; sería el más
peligroso de los malhechores. El Jesús de Veuillot es execrable; el de Renán Inexcusable; el
del Evangelio inexplicable; pero el de Vicente de Paúl y del Fénelon, es adorable. El
cristianismo es para vosotros la condenación de la razón, el despotismo de la ignorancia y
el enemigo de la humanidad. Entendéis por cristianismo la vida de Dios en la humanidad, el
heroísmo de la filantropía, que, con el nombre de caridad, diviniza el sacrificio de los
hombres, quienes, mediante la comunión, los hacen vivir la misma vida e inspirarse en el
mismo amor.
La religión de Moisés es una verdad; el pretendido mosaísmo de los fariseos es una
mentira.
La religión de Jesús es la misma verdad que ha dado un paso hacia adelante,
revelándose a los hombres mediante una nueva manifestación. La religión de los
inquisidores y de los opresores de la conciencia humana es una mentira.
El catolicismo de los Padres de la Iglesia y de los santos es una verdad. El
catolicismo de Veuillot es una mentira.
Es esa misma mentira que la francmasonería tiene por misión combatir, en provecho
de la verdad.
La francmasonería no quiere las doctrinas de Torquemada (Primer inquisidor general de
España, vallisoletano (1420-1489). Contribuyó a la expulsión de los judíos y pronunció 800 sentencias de
muerte y 100.000 condenas menores. N. del T.), de los Escobar, sino que admite por símbolos los
de Hermes, Moisés y Jesucristo. El pelícano al pie de la cruz está bordado en la cinta de los
iniciados de mayor grado; y no prescribe más que el fanatismo, la ignorancia, la necia
credulidad y el odio, pero cree en el dogma, único en su espíritu y múltiple en sus formas,
que es el de la humanidad. Su religión no es ni el judaísmo, enemigo de los demás pueblos,
ni el catolicismo, verdaderamente digno de este nombre, es decir, la filantropía universal.
¡Es el mesianismo de los hebreos!.
Todo es verdad en los libros de Hermes. Pero la fuerza de ocultarlos a los profanos
se ha terminado por volverlos inútiles al mundo.
Todo es verdad en el dogma de Moisés; lo que es falso es el exclusivismo y el
despotismo de algunos rabinos. Todo es verdad el dogma cristiano, pero los sacerdotes
católicos han cometido las mismas faltas que los rabinos del judaísmo.
Estos dogmas se completan y se explican los unos por los otros, y su síntesis será la
religión del porvenir.
El error de los discípulos de Hermes ha sido el siguiente: Es preciso dejar el error a
los profanos y hacer la verdad impenetrable a todo el mundo, excepto a los sacerdotes,
constituyen el amargo fruto de esta doctrina.
La idolatría, el despotismo y los atentados a los sacerdotes, han sido frutos amargos
de esta doctrina.
El error de los judíos fue creer que constituían una nación única y privilegiada y que
ellos solos eran los elegidos de Dios.
Y los judíos, por cruel represalia, han sido maldecidos y perseguidos por todas las
naciones.
Los católicos han sido engañados por tres errores fundamentales:
1° Han creído que la fe se debe imponer por fuerza a la razón y hasta la ciencia,
cuyos progresos ha combinado.
2° Han atribuido al Papa una infalibilidad, no solamente conservadora y
disciplinaria, sino absoluta como la de Dios.
3° Han creído que el hombre debe empequeñecerse, anularse, convertirse en
desgraciado en esta vida para merecer la futura, mientras que por lo
contrario, el hombre debe cultivar todas sus facultades, desenvolverlas,
engrandecer su alma conocer, amar, embellecer su existencia, en una
palabra, hacerse feliz, porque la vida presente es la preparación de la futura,
y la dicha eterna del hombre comenzará cuando haya conquistado la paz
profunda que resulta de un equilibrio perfecto.
La consecuencia de estos errores ha sido la protesta de la naturaleza, de la ciencia y
de la razón, que hacen creer por un momento en la pérdida de toda la fe y en el
aniquilamiento de toda religión, en la tierra.
¡Mas el mundo no puede vivir sin religión, como no puede existir sin corazón el
hombre!. ¡Cuando hayan muerto todas las religiones vivirá la religión universal y única;
será la conformidad de todos los hombres en la creencia y en la solidaridad universal,
unidad de aspiraciones, diversidad de expresiones, fe en un solo Dios, libertad del
simbolismo y tolerancia de imágenes, ortodoxia en caridad, universalidad en cuanto al
fondo del genio de los diferentes pueblos, perfectibilidad de los dogmas, mejoramiento
posible de los cultos; pero en el fondo de esto, la grande e inmutable fe de Israel en un solo
Dios, inmaterial, inmutable y no sustancial, en el que todas las figuras convencionales e
imaginadas son ídolos, en una sola razón, que es la ley universal de todos los seres, y en
una sola nación, que es el instrumento de Dios para la creación y la conservación de los
insectos y de los universos!.
Así es como bajo los auspicios y por la influencia comercial de Israel esperamos ver
establecerse, al fin, en la tierra:
LA ASOCIACIÓN DE TODOS LOS INTERESES. LA FEDERACIÓN DE
TODOS LOS PUEBLOS. LAALIANZA DE TODOS LOS CULTOS. Y LA
SOLIDARIDAD UNIVERSAL.
PROFESIÓN DE FE *

Creemos en la soberanía eterna e infinita.
En la sabiduría inmutable y en la inteligencia creadora.
Creemos en la belleza suprema.
En la bondad equitativa y en la justicia misericordiosa y amante.
Creemos en la fecundidad del progreso y en el orden eternamente progresivo.
Creemos en el principio de la vida universal, en el principio del Ser y de los seres,
siempre distintos del Ser y de los seres, pero necesariamente presente en el Ser y en los
seres.
Creemos que el principio eterno, en todo y por todo, no podrá ser contenido,
encerrado, limitado definido de ninguna manera, y que, por consiguiente, toda forma, todo
nombre específico, toda revelación personal y exclusiva de este principio son idólatras y
equivocadas.
Creemos que el principio está en todos nosotros y habla de cada uno de nosotros por
la voz de la conciencia.
Que la conciencia no puede ser iluminada sin el concurso de la fe de la razón, y de
la piedad.
Creemos en la razón absoluta que debe dirigir y regular los razonamientos
particulares, constituir la base de la fe y la medida de todos los dogmas, bajo la pena de
fanatismo, de locura y de error.
Creemos en el amor absoluto que se llama espíritu de caridad y que inspira el
sacrificio.
Creemos que para enriquecerse es preciso dar, que se es feliz con la felicidad de los
demás, y que el egoísmo bien entendido debe empezar por el prójimo.
Creemos en la libertad, en la independencia absoluta, en la realeza, en la divinidad
relativa de la voluntad humana, cuando ésta se halla regulada por la razón soberana.
Creemos que Dios - el gran principio indefinible - no podría ser ni el déspota, ni el
verdugo de sus criaturas; que no puede recompensarlas ni castigarlas, sino que la ley lleva
en sí misma su sanción de suerte que el bien es en sí mismo, la recompensa el bien; y el mal
castigo pero también el remedio del mal.
Creemos que el espíritu de caridad sólo es inflexible cuando inspira la abnegación y
la paz, pero que todos los hombres pueden engañarse, sobre todo cuando deciden sobre
aquella que ignoran, no conocen o no comprenden.
Creemos en la catolicidad, es decir, en la universalidad del dogma.
Creemos que en religión todos los hombres inteligentes aceptan las mismas
verdades, y sólo disputan por los errores.
* Estas páginas están extractadas de las cartas de Eliphas Lévi, que el Señor Barón de
Spedalvieri ha tenido la amabilidad de facilitar copia.
Creemos que los hombres más razonables son los más pacientes, los que persiguen a
los que no piensan como ellos prueban con su violencia, que aún prevalecen en el error.
Creemos que los dioses son fantasmas, y los ídolos nada; que los cultos establecidos
deben dejar su lugar a otros nuevos, y que el sabio lo mismo puede orar en una mezquita
que en una iglesia. No obstante preferimos la mezquita a la pagoda y la iglesia a la
mezquita con tal que la iglesia no esté envilecida por un mal sacerdote.
En una palabra, creemos en Dios único y en la religión única como El en Dios,
bendiciendo a todos los dioses, y en la religión, absorbiendo o anulando todas las
religiones.
Creemos la imposibilidad de la nada, y admiramos que la nada puede ser y llegar a
ser alguna cosa.
Reconocemos en el Ser dos modalidades esenciales: la idea y la forma, la
inteligencia y la acción.
Creemos en la verdad, que es el concebido por la idea. En la realidad, que es la Idea
demostrada o demostrable por la ciencia.
En la razón, que es el Ser, expresado exactamente por el Verbo.
En la justicia, que es el Ser puesto en acción, según sus verdaderas relaciones y sus
proporciones razonables.
Creemos en la revelación perpetua y progresiva de Dios, en los desenvolvimientos
de nuestra inteligencia y de nuestro amor.
Creemos en el espíritu de verdad, inseparable del espíritu de caridad, y le llamamos,
con la iglesia católica:
Espíritu de ciencia opuesto a oscurantismo de los malos sacerdotes.
Espíritu de inteligencia, opuesto a la tontería de los supersticiosos.
Espíritu de fuerza para resistir a los prejuicios y a las calumnias de los falsos
creyentes.
Espíritu de piedad, ya filial bien social, ora humanitario, opuesto al impío egoísmo
de aquellos que tanto dejaron perecer para salvar su alma.
Espíritu de consejo, porque la verdadera caridad empieza por el espíritu y favorece
en primer término a las almas.
Y, en fin, Espíritu de temor hacia el mal que nos enseña a no dedicar al mal un culto
sacrílego figurándonos un Dios caprichoso y malvado.
Creemos que este Espíritu es el Evangelio y que ha sido el de Jesucristo.
Por eso adoramos a Dios vivo en Jesucristo, del que no hacemos un Dios distinto y
separable del mismo Dios. Jesús ha sido un hombre verdadero y completo como nosotros;
pero santificado por la plenitud del espíritu divino, hablando por su boca, viviendo y
obrando en él.
Creemos en el sentido moral y divino del Evangelio legendario, cuya letra es
imperfecta, pero cuyo espíritu es eterno.
Creemos en la Iglesia una, santa, universal, de la que la Iglesia romana ha sido el
principal puntal y la forma.
Creemos que las leyes de Moisés, de los Apóstoles y de los Papas, sus sucesores,
han sido transitorias, pero que la ley de caridad es eterna.
Razón por la cual no rechazamos ni condenamos a nadie.
Creemos que el egoísmo bien entendido empieza por los demás y que los
verdaderos ricos son aquellos que dan.
Creemos en la infalibilidad del espíritu de caridad pero no en la temeridad
dogmática de ciertos nombres.
Creemos en la vida eterna. No tememos la muerte, ni de nosotros ni de los vivos a
quienes amamos.
Admitimos íntegramente los trece artículos del Símbolo de Maimónides y, por
consiguiente, consideramos a los Israelitas como nuestros hermanos.
Admitimos que sólo Dios es Dios, y que Mahoma fue uno de sus Verbos
precursores (que es el significado de la palabra profeta) y fraternizamos también con los
musulmanes.
Pero nos quejamos de los judíos y los censuramos, por llamarnos Goí, y de los
musulmanes porque nos denominan Guiaurs. En este respecto, no acertaríamos a comulgar
con ellos, porque están fuera de la caridad.
Admitimos el Símbolo de los Apóstoles, de San Atanasio y de Nicea, reconociendo
que deben ser explicados de una manera jerárquica, y que expresan los más altos misterios
de la filosofía oculta.
Pero, reprobamos la reprobación, y excomulgamos la excomunión, por ser un
atentado contra la caridad y la solidaridad universal.
Admitimos la infalibilidad disciplinaria y arbitral del Jefe de la Iglesia, y
consideramos como pobres insensatos a los que le atribuyen una infalibilidad arbitraria.
El Papa es el intérprete legal y el conservador de las antiguas creencias, pero si las
quiere reformar, se aparta de su deber, y no tiene más autoridad que la de un loco
cualquiera.
Estudiamos la tradición, pero no le concedemos autoridad sino en materia crítica,
puesto que es el receptáculo común de las verdades y de los errores de la antigüedad.
La antigüedad de la creencia, dice Tertuliano (Quinto Séptimo Tertuliano, célebre doctor
de la Iglesia, natural de Cartago 160 - 245. Se convirtió del paganismo al cristianismo. N. del T.), no es
frecuentemente sino la vetustez del error.
Tal es la profesión de fe, que debe reunir y absorber lentamente las demás. Tal es la
religión de las almas grandes del porvenir. ¿Cuántos hombres se encuentran en la
actualidad en estado de comprenderla?. No sabría decirlo, pero pienso que si un profeta
pudiera expresarlo en voz alta, ante todos los pueblos reunidos, sería apedreado por todos
los sacerdotes, en medio del desdén de los pueblos, y apenas compadecidos por algunos
sabios.
Mientras tanto el Papa afronta tropas e inventa dogmas, Veuillot destila su hiel y
analiza los olores de París, París, a su vez, se tapa la nariz al percibir el olor de Veuillot.
Este se lava las manos y dice: ¡Es el perfume de Roma!.
¡Y la soberanía temporal, no se avergüenza de tener por estandarte a Veuillot!.
En Paris, la censura prohíbe la representación de Galileo, de Ponsard. ¿Es que acaso
no da vueltas la tierra?. ¿O es que reina siempre, renaciendo el miedo, el continuo gruñido
de la bestia contra el ángel, la coalición de las tiranías contra la inteligencia libre, la
bestialidad siempre privilegiada?. Espíritu continúo condenado, ¿hasta cuándo tendrás a
este pobre mundo trastornado?.
LOS ELEMENTOS DE LA CÁBALA
Cartas de Eliphas Lévi
(Facilitadas por su discípulo Monsieur Montaut).
PRIMERA LECCIÓN

Prolegómenos Generales
Señor y hermano:
Puedo daros este título, puesto que buscáis la verdad en la sinceridad de vuestro
corazón y que para encontrarla estáis presto a sacrificaros.
Siendo la verdad la esencia misma de aquello que no es difícil encontrar, está en
nosotros y nosotros estamos en ella; es como la luz, que los ciegos no ven.
El Ser es. Esto es incontestable y absoluto. La idea exacta del Ser es la verdad; su
conocimiento es la ciencia; su expresión ideal es la razón; su actividad es la creación y la
justicia.
Decís que queréis. Para ello basta conocer y amar la verdad. Porque la verdadera fe
es la adhesión inquebrantable a las deducciones necesarias de la ciencia en el infinito
conjetural.
Las ciencias ocultas son las últimas que dan la certeza, porque toman por bases las
realidades y no las alusiones.
Permiten discernir en cada símbolo religioso la verdad y la mentira. La verdad es la
misma por doquier, y la mentira varía, según los lugares, los tiempos y las personas.
Estas ciencias son en número de tres: La Cabala, la Magia y el Hermetismo.
Cabal o ciencia tradicional de los Hebreos, podría denominarse las matemáticas del
pensamiento humano. Es el álgebra de la fe. Resuelve con sus ecuaciones todos los
problemas del alma, despejando las incógnitas.
Da a las ideas la sencillez y la rigurosa exactitud de los números; sus resultados son
para la mente la infalibilidad (siempre relativa en la esfera de los conocimientos humanos)
y la paz profunda para el corazón.
La Magia, o ciencia de los magos, ha tenido por representantes en la antigüedad a
los discípulos y acaso a los maestros de Zoroastro.
Es el conocimiento de las leyes secretas de la naturaleza, que producen las fuerzas
ocultas de los imanes, sean naturales, o artificiales, y que pueden existir aun fuera del
mundo metálico. En una palabra, y para emplear una expresión moderna, es la ciencia del
magnetismo universal.
El Hermetismo es la ciencia de la naturaleza oculta en los jeroglíficos y en los
símbolos del mundo antiguo. Es la investigación del principio de la vida con el sueño (para
lo que aún no han llegado a él), la realización de la gran obra, la reproducción por el
hombre del fuego natural y divino, que crea y regenera los seres.
He ahí, señor, las cosas que deseáis estudiar: su círculo es inmenso, pero sus
principios son muy sencillo y están contenidos en los números y en las letras del alfabeto.
Es un trabajo de Hércules parecido a un juego de niños, dicen los maestros de la santa
ciencia.
Las disposiciones necesarias para salir airoso en este estudio son gran rectitud de
juicio y amplio eclecticismo, preconcebidos, razón por la cual decía Cristo: Sí no os
presentáis con la sencillez del niño, no entraréis en Malkuht, es decir, en el reino de la
ciencia.
Empezaremos por la Cabala, cuya división es: Bereschith, Mercavah, Gematría y
Tamura.
Todo por vosotros en la sagrada ciencia.
SEGUNDALECCIÓN
La Cabala. Objeto y Método
Lo que debéis proponeros estudiando la Cabala, es llevar a la paz profunda la
tranquilidad del espíritu y el sosiego del corazón.
La tranquilidad del espíritu es un efecto de la certeza; el sosiego del corazón débese
a la paciencia y a la fe.
Sin la fe, la ciencia conduce a la duda; sin la ciencia, la fe conduce a la superstición.
Las dos unidades producen la certeza y para unirlas no es preciso confundirlas. El objeto de
la fe es la hipótesis, y llega a convertirse en certeza cuando la hipótesis exige la evidencia o
las demostraciones de la ciencia.
La ciencia se comprueba con hechos. De la repetición de los hechos se infieren las
leyes. La generalidad de los hechos en presencia de tal o cual fuerza demuestra la existencia
de las leyes. Las leyes inteligentes son necesariamente deseadas y dirigidas por la
inteligencia. La unidad de las leyes hace suponer la unidad de la inteligencia legislativa.
Esta inteligencia que estamos obligados a suponer según las obras manifiesta, pero que no
es imposible definir, es a la que llamamos Dios.
Recibisteis mi carta; he aquí un hecho evidente; reconocéis mi escritura y mi
pensamiento y deducís de ello que soy yo quien os ha escrito. Es una hipótesis razonable,
pero la hipótesis necesaria es que alguien ha escrito la carta. Podría ser apócrifa, pero no
tenéis razón alguna para suponerlo. Si pretendéis que la carta entera ha caído del cielo,
asentáis una hipótesis absurda.
He aquí, pues, según el método cabalístico, cómo se organiza la certeza:
Hipótesis Necesaria ------------------
Demostración Científica ------------ Certeza
Evidencia ------------------------------
Hipótesis Razonable ----------------- Probabilidad
Hipótesis Dudosa --------------------- Duda
Hipótesis Absurda -------------------- Error
No saliendo de este método, el espíritu adquiere una verdadera infalibilidad, puesto
que afirma lo que sabe, cree lo que debe necesariamente suponer, admite las suposiciones
razonables, examina las suposiciones dudosas y rechaza las absurdas.
Toda la Cabala está contenida en lo que los maestros llamaron las treinta y dos vía,
que son treinta y dos ideas absolutas y reales, unidas a los diez números de la aritmética y a
las veintidós letras del alfabeto hebraico.
Números
1.- Potencia Suprema
2.- Sabiduría Absoluta
3.- Inteligencia Infinita
4.- Bondad
5.- Justicia
6.- Belleza
7.- Victoria
8.- Eternidad
9.- Fecundidad
10.- Realidad
Letras
ALEPH – Padre
BETH – Madre
GHIMEL – Naturaleza
DALETH – Autoridad
HE – Religión
VAU – Libertad
DZAIN – Propiedad
SHETH – Repartición
THET – Prudencia
IOD – Orden
CAPH – Fuerza
LAMED – Sacrificio
MEM – Muerte
NUN – Reversibilidad
SAMENCH – Ser Universal
SNAIN – Equilibrio
PHE – Inmortalidad
TSADE – Sombre y Reflejo
KOPH – Luz
SHIN – Providencia
THAU - Síntesis
TERCERA LECCIÓN
Uso del Método
En la lección anterior no he hablado más que de las treinta y dos vías; después
iniciaré las cincuenta puertas.
Las ideas expresadas por los números y las letras son realidades incontestables.
Estas ideas se encadenan y se conciertan como los números. Se procede lógicamente del
uno al otro. El hombre es el hijo de la mujer, pero la mujer pro-cede del hombre como el
número de la unidad. La mujer explica a la naturaleza; la naturaleza revela la autoridad,
crea la religión que sirve de base de base a la libertad, y que hace al hombre dueño de sí
mismo y del universo, etc. (procuraos un Tarot; pero creo que tenéis uno); y disponed en
dos series de diez cartas alegóricas, numeradas desde el uno al veintiuno. Veréis entonces
todas las figuras que explican las letras. En cuanto a los números, desde el uno al diez,
encontraréis en ellos la explicación repetida cuatro veces, con los símbolos de bastos o
cetro del padre, copas o delicias de la madre, espadas o combate del amor, y oros o
fecundidad. El Tarot se encuentra en el libro jeroglífico de las treinta y dos vías, y su
explicación sumaria hállase en el libro atribuido al patriarca Abraham, que se llama
Sepher-Jézirah.
El sabio Court de Gebelin es el primero que ha adivinado la importancia del Tarot,
que es la gran clave de los jeroglíficos hieráticos. Se han encontrado los símbolos y los
números en las profecías de Ezequiel y de San Juan. La Biblia es un libro inspirado, pero el
Tarot es el libro inspirador. También se le ha llamado la rueda rota, de donde se ha
deducido tarot y tora Los antiguos rosacruces lo conocían, y el marqués de Suchet habla de
él en su libro sobre los iluminados.
De este libro es de donde proceden nuestros juegos de cartas. Las cartas españolas
aún llevan los principales signos del Tarot primitivo, y se sirven de ellos para jugar al
tresillo, o del hombre, reminiscencia vaga del uso primitivo de un libro misterioso que
contiene las sentencias reguladoras de todas las divinidades humanas.
Los tres antiguos Tarots estaban constituidos por medallas que después servían de
talismanes. Las clavículas o pequeñas claves de Salomón se componían de treinta y seis
talismanes, llevando setenta y dos impresiones análogas a las figuras jeroglíficas del Tarot.
Estas figuras, alteradas por los copistas, se encuentran aún en las distintas clavículas
manuscritas que existen en las Bibliotecas. Hay uno de estos manuscritos en la Biblioteca
Nacional y otro en la del Arsenal de Francia. Los únicos manuscritos auténticos de las
clavículas son los que ofrecen la serie de los treinta y seis talismanes con los setenta y dos
nombres misteriosos; los demás, aunque antiguos, pertenecen a las quimeras de la magia
negra y no contienen más que mixtificaciones.
Ved, para la explicación del Tarot, mi Dogma y ritual de la alta magia.
Todo por vosotros en la sagrada ciencia.
CUARTA LECCIÓN
La Cabala

Señor y hermano:
Bereschith quiere decir génesis; Mercavah significa carrito, por la alusión a las
ruedas y a los animales misteriosos de Ezequiel.
El Bereschith y la Mercavah resumen la ciencia de Dios y del mundo.
Digo ciencia de Dios, y por lo tanto, Dios resulta infinitamente desconocido. Su
naturaleza escapa completamente a nuestras investigaciones. Principio absoluto del ser y de
los seres, no se le puede confundir con los efectos que produce, y se puede decir, afirmando
por completo su existencia, que no es ni el ser ni un ser. Lo que confunde a la razón sin
extraviarla, y nos aleja para siempre de toda idolatría.
Dios es el único postulatum absoluto de toda la ciencia, la hipótesis necesaria que
sirve de base a la certeza, y he ahí nuestros antiguos maestros han establecido
científicamente esta hipótesis cierta de la fe: el Ser es. En el Ser está la vida. La vida se
manifiesta por el movimiento. El movimiento se perpetúa por el equilibrio de las fuerzas.
La armonía resulta de la analogía de los contrarios.
Hay en la naturaleza, ley inmutable y progreso indefinido, cambio perpetuo en las
formas, indestructibilidad de la sustancia; he ahí lo que se encuentra estudiando el mundo
físico.
La metafísica os presenta leyes y hechos análogos, ya en el orden intelectual bien en
el orden moral, lo verdadero, inmutable de un lado; del otro, la fantasía y la ficción. Por
una parte, el bien que es lo verdadero; por otra, el mal que es lo falso, y de estos conflictos
brotan el juicio y la virtud. La virtud se compone de bondad y de justicia. Buena, la virtud
es indulgente. Justa, es rigurosa. Buena, porque es justa, y justa, porque es bueno que se
muestra bella.
Esta armonía entre el mundo físico y el mundo moral, no pudiendo tener una causa
superior a ella misma, nos revela la existencia de una sabiduría inmutable, principios y
leyes eternas, amén de una inteligencia creadora infinitamente activa. Sobre esta sabiduría y
esta inteligencia inseparable, reposa esa potencia suprema que los Hebreos denominan la
corona. La corona y no el rey, porque la idea de un rey implicaría la de un ídolo. La
potencia suprema es para los Cabalistas la corona del universo y la creación entera, es el
reino de la corona, o si lo preferís mejor, el dominio de la corona.
Nadie puede dar lo que no tiene y virtualmente podemos admitir en la causa lo que
se manifiesta en los efectos.
Dios es, la potencia o corona suprema (Kater), que reposa sobre la sabiduría
inmutable (chocmah) y la inteligencia creadora (abinah); en él están la bondad (chesed), y
la justicia (geburah), que son el ideal de la belleza (tiphereth). En él están el movimiento
siempre victorioso (netzah), y el gran reposo eterno (hod). Su voluntad es la inmensidad
que puebla los universos.
¡Detengámonos aquí; conocemos a Dios!.
Todo por vosotros en la sagrada ciencia. Eliphas Lévi
QUINTA LECCIÓN
II
Señor y hermano:
Este conocimiento racional de la divinidad, escalonado en las diez cifras de que se
componen todos los números, os da el método completo de la filosofía cabalística. Este
método se compone de treinta y dos medios o instrumentos de conocimiento, que se
denominan las treinta y dos vías, y de cincuenta sujetos o súbditos a los que se puede
aplicar la ciencia, y que se llaman las cincuenta puertas.
La ciencia sintética universal se considera así como un templo al que conducen
treinta y dos caminos y al que se entra por cincuenta puertas.
Este sistema numeral, que también se podría llamar decimal, porque su base es el
número diez, establece, por las analogías, una clasificación exacta de todos los
conocimientos humanos. Nada es más ingenioso, lógico y exacto.
El número diez, aplicado a las nociones absolutas del ser en el orden divino,
metafísico y natural, se repite tres veces, lo que da treinta para los medios de análisis;
añadid las silepsis y la síntesis, la unidad postulada por el espíritu, y la del resumen
universal y tendréis las treinta y dos vías.
Las cincuenta puertas constituyen una clasificación de los seres en cinco series de
diez, que abraza todos los conocimientos posibles.
Pero no basta haber encontrado un método matemático exacto; es preciso, para ser
perfecto, que ese método sea progresivamente revelador, es decir, que nos dé el medio de
obtener con exactitud todas las deducciones posibles; de obtener los conocimientos nuevos
y de desarrollar el espíritu, sin dejar nada al capricho de la imaginación.
Esto es lo que se obtiene por la Gematría y la Temura, que son las matemáticas de
las ideas. La Cabala tiene su geometría ideal, su álgebra filosófica y su trigonometría
analógica. Así es como obliga en cierto modo a la naturaleza a revelar sus secretos.
Adquiridos estos altos conocimientos, se pasa a las últimas revelaciones de la
Cabala trascendental, y se estudia en el shemanphorah el manantial y la razón de todos los
dogmas.
He ahí, señor y amigo, lo que se trata de aprender. Ved si no os asusta; mis cartas
son cortas, pero son resúmenes muy concretos, y que expresan mucho en pocas palabras.
He dejado espacio bastante dilatado entre mis cinco primeras lecciones, para dejaros tiempo
a reflexionar; puedo, pues, escribiros más a menudo si lo deseáis.
Creedme señor, con el ardiente deseo de seros útil. Vuestro de todo corazón en la
sagrada ciencia.
SEXTA LECCIÓN
III
Señor y hermano:
La Biblia dio al hombre dos nombres: el primero es Adán que significa salido de la
tierra, u hombre de tierra; el segundo, es Enos o Henoch, que significa hombre divino o
elevado hasta Dios. Según el génesis Enos fue el primero que dedicó homenajes públicos al
principio de los seres, el cual se dice que fue elevado al cielo, después de haber grabado en
las dos piedras, que se denominan las columnas de Henoch, los elementos primitivos de la
religión y de la ciencia universal.
Henoch no es un personaje, sino una personificación de la humanidad elevada al
sentimiento de la inmortalidad por la religión y la ciencia. En la época designada con el
nombre de Enos o Henoch, fue cuando apareció el culto de Dios representado en el
sacerdote. En la misma época comienza la civilización con la escritura y los monumentos
hieráticos.
El genio civilizador que los hebreos personificaban en Henoch, fue llamado
Trismegisto, por los egipcios, kadmos o cadmus por los griegos (Cadmo, griego considerado
como fundador de Tebas, 1500 años antes de Jesucristo. Créese también inventor del alfabeto griego. N.
del T.). Kadmos era quien a los acordes de la lira de Amfión (Amfión, hijo de Júpiter y de
Anaxitea, favorecido y discípulo de Mercurio; con su lira construyó la murallas de Tebas. N. del T.), ve
elevarse las piedras vivientes de Tebas.
El primitivo libro sagrado, el libro que Postel llamó el génesis de Henoch, es la
primera fuente de la Cabala, o tradición a la vez divina, humana y religiosa. En él la
tradición aparece en su noble sencillez cautivando el corazón del hombre, como así también
la ley eterna regulando la expansión infinita, los números en la inmensidad y la inmensidad
en los números, la poesía en las matemáticas y las matemáticas en la poesía.
¿Quién creería que el libro inspirador de todas las teorías y símbolos religiosos ha
sido conservado hasta nuestros días bajo la forma de un juego de cartas?. No obstante nada
es más evidente; y Court de Gebelin, fue el primero en descubrirlo.
El alfabeto y los diez números, es ciertamente, lo más elemental de la ciencia.
Reunid a ello los signos de los cuatro puntos cardinales o de las cuatro estaciones, y habréis
completado el libro de Henoch. Cada signo representa una idea absoluta, o si lo preferís
esencial.
La forma de cada cifra y de cada letra, tiene su razón matemática y su significación
jeroglífica.
Las ideas, inseparables de los números, siguen, adicionándose, o dividiéndose, o
multiplicándose, etc., el movimiento de los números y adquieren la exactitud. El libro de
Henoch es, en fin la aritmética del pensamiento.
Todo por vosotros en la santa ciencia.
SEPTIMALECCION
IV

Señor y hermano:
Court de Gebelin ha vislumbrado en las veintidós claves del Tarot, la representación
de los misterios egipcios, atribuyendo su invención a Hermes o Mercurio Trismegisto, que
se ha denominado también o Thoth. Es cierto que los jeroglíficos del Tarot se encuentran en
los antiguos monumentos de Egipto; es cierto que los signos de este libro, trazados en
cuadros sinópticos o en tablas o láminas metálicas se asemejan a las tablas isíacas (Las tablas
Jsíacas son unas láminas de cobre, en que por medio del grabado se representaban los misterios de Isis y
de la mayor parte de las divinidades egipcias, con sus correspondientes atributos y distintivos. N. del T.) de
Bembo reproducidas separadamente en piedras grabadas o en medallas, convertidas
posteriormente en amuletos y talismanes. Así se reparaban las páginas del libro, infinito en
sus combinaciones diversas ensamblarlas, transportarlas y disponerlas de modo siempre
original, obteniendo múltiples oráculos de la verdad.
Poseo uno de esos antiguos talismanes traído de Egipto por un viajero amigo.
Representaba el binario de los Ciclos, o vulgarmente el dos de oros. Es la expresión
figurada de la gran ley de la polarización y del equilibrio, produciendo la armonía por la
analogía de los contrarios. La medalla que está un poco borrada, es del tamaño de un duro,
pero más grueso. Los dos ciclos polares están representados exactamente como en nuestro
Tarot italiano, mediante una flor de loto (Lotus o Loto. Árbol sagrado que sirvió de trono a Brama
en el principio de la existencia. En botánica, Almez, árbol de la familia de las leguminosas, de fruto
azucarado y flores blancas o azules, que decían borraba la patria de la memoria de los que la comían. N.
del T.), con una aureola o nimbo.
La corriente astral que separa y atrae al mismo tiempo los dos focos polares, está
representada en nuestro talismán egipcio, por el macho cabrío de Mendés, colocado entre
dos víboras, análogas a las serpientes del caduceo. En el reverso de la medalla, se ve un
adepto o un sacerdote egipcio que, sustituyendo a Mendés entre los dos ciclos del equilibrio
universal, conduce por una avenida bordeada de árboles, al macho cabrío convertido en un
animal dócil, por medio de su varita mágica.
Los diez primeros números, las veintidós letras del alfabeto y los cuatro signos
astronómicos de las estaciones, resumen toda la Cabala.
Veintidós letras y diez números las treinta y dos vías del Sepher Jetzirah, cuatro
representan la mercavah y el shemanphorah.
Es sencillo como un juego de niños y complicado como los más arduos problemas
de las matemáticas superiores.
Es ingenuo y profundo como la verdad y la naturaleza.
Esos cuatro signos elementales y astronómicos son las cuatro formas de la esfinge y
los cuatro animales de Ezequiel y de San Juan.
Todo por vosotros en la sagrada ciencia.
Eliphas Lévi
OCTAVA LECCIÓN
V
Señor y hermano:
La ciencia de la Cabala imposibilita toda duda respecto a religión, por ser la única
que concilia la razón con la fe, mostrando que el dogma universal diversamente formulado,
pero en el fondo siempre y en todas partes el mismo, es la expresión más pura de las
aspiraciones del espíritu humano iluminado por la fe necesaria. Va a comprender la utilidad
de las prácticas religiosas, que concentran la atención y fortifican la voluntad. Ella prueba
que el más eficaz de los cultos es aquel que se aproxima, en cierto modo, a la divinidad del
hombre, permitiéndole verlo, tocarlo, y, en cierta forma, incorporarlo. Baste decir que se
trata de la religión católica.
Esta religión tal como se la presenta al vulgo, es la más absurda de todas, por ser de
todas la mejor revelada; empleo esta palabra en su verdadera acepción: revelare; velar de
nuevo. Sabéis que en el Evangelio se dice que a la muerte Cristo el velo del templo se
desgarró por entero; ahora bien de todo el trabajo dogmático de Iglesia, a través de las
edades ha sido el de tejer y bordar un nuevo velo.
Es verdad que los mismos jefes del santuario, por haber querido ser príncipes, han
perdido hace tiempo las claves de la alta iniciación. Esto no impide que la letra del dogma
sea sagrada y los sacramentos eficaces. He dicho en mis libros que el culto católico es la
magia organizada y regulada por el simbolismo y la jerarquía. Es una combinación de
auxilios a la debilidad humana, para firmar su voluntad en el bien.
Nada se ha olvidado, ni el templo misterioso y sombrío, ni el incienso que
tranquiliza y exalta al mismo tiempo, ni los cantos prolongados y monótonos, que mecen el
cerebro en un semi-sonambulismo. El dogma cuyas formas oscuras parecen la
desesperación de la razón, sirve de barrera a las petulancias de un crítico inexperto e
indiscreto. Parecen insondables a fin de representar mejor el infinito. Los oficios mismos,
celebrados en un idioma que la masa del pueblo no entiende, ensanchan el pensamiento del
que ora y le dejan hallar en la oración todo lo que está en relación con las necesidades de su
espíritu y de su corazón. He ahí por qué la religión católica se parece al ave fénix de la
fábula, el cual renace continuamente de sus cenizas. Y ese gran misterio de la fe, es
sencillamente un misterio de la naturaleza.
Semeja una paradoja afirmar que la religión católica es la única que pudiera
acertadamente llamarse natural, y, por lo tanto, verdadera; sin embargo, es la única que
satisface plenamente a esa necesidad natural del hombre.
Todo vuestro en la santa ciencia.
Eliphas Lévi
NOVENA LECCIÓN
VI
Señor hermano:
Si el dogma cristiano-católico es completamente cabalístico, lo mismo hay que decir
de los grandes santuarios del antiguo mundo. La leyenda de Khrisna, tal como la refiere el
Bhaghavadam, es un verdadero evangelio, semejante a los nuestros; pero más ingenuo y
brillante. Las encarnaciones de Vishnú son diez, como las Sefiroths de la Cabala y forman
una revelación, en cierto modo, más completa que la nuestra. Osiris muerto por Tifón,
después resucitado por Isis, es el Cristo renegado por los judíos, después glorificado en la
persona de su madre. La tebaida es una gran epopeya religiosa que es preciso colocar al
lado del gran símbolo de Prometeo. Antígona es el tipo de mujer, tan pura como María. En
todas partes el bien triunfa por el sacrificio voluntario después de haber sufrido algún
tiempo los asaltos desiguales de la fuerza fatal. Los mismos ritos son simbólicos y se
transmiten de religión en religión. Las tiaras, las mitras, las sobrepellices figuran en todas
las grandes religiones. Después se dedujo que todas eran falsas, cuando en realidad lo falso
es la conclusión. La verdad es que la religión es una como la humanidad, progresiva como
ella, y permaneciendo siempre la misma, transformándose continuamente. Si para los
egipcios, Jesucristo se denomina Osiris, para los escandinavos, Osiris se llama Balder. Es
muerto por el lobo Jeuris, pero Wodán u Odín le vuelve a la vida y las mismas Walquirias
le vierten hidromiel en el Walhalla (Palacio de los Campos Elíseos o moradas de los héroes escandinavos. N.
del T.). Los esclados, los druidas, los bardos, cantaban la muerte y la resurrección de Terenis
o de Tétunus, distribuían a sus fieles el muérdago sagrado como nosotros el boj bendecido
en las fiestas del solsticio de estío y rendían culto a la inspirada virginidad de las
sacerdotisas de la isla de Sayne.
Podemos, por tanto, concienzudamente y con entera razón, cumplir los deberes que
nos impone nuestra religión material. Las prácticas son actos colectivos y repetidos con
intención directa y perseverante. Semejantes actos son siempre beneficiosos y fortifican la
voluntad, especie de gimnasia, que nos conduce al fin espiritual que queremos alcanzar.
Las prácticas mágicas y los pases magnéticos no tienen otro objeto, y dan resultados
análogos a los de las prácticas religiosas; aunque más imperfectas.
¿Cuántos hombres no tienen la energía de hacer lo que quisieran y debieran hacer?.
Hay muchas mujeres que se consagran sin descorazonarse a los trabajos tan repugnantes
como los de enfermeras y educadoras. ¿De dónde sacan la fuerza?. De las pequeñas
prácticas reetidas: rezan todos los días sus oficios y sus rosarios de rodillas, haciendo
examen particular.
Todo por vosotros en la ciencia.
Eliphas Lévi
DECIMA LECCIÓN
VII
Señor hermano:
La religión no es una servidumbre impuesta al hombre, es un auxilio que se le
ofrece. Las cartas sacerdotales han tratado en todo tiempo de explotar, y transformar este
auxilio en yugo insoportable y la obra evangélica de Jesús tenía por objeto separar la
religión del sacerdote o al menos poner al sacerdote en categoría de ministro y servidor de
la religión dando a la conciencia del hombre toda su libertad y su razón. Ved la parábola del
buen samaritano y estos preciosos textos: la ley se ha hecho para el hombre y no el hombre
para la ley. Desgraciados los que ligáis e imponéis sobre las espaldas de los demás fardos
que no quisierais tocar más que con los extremos de los dedos, etc., etc. La Iglesia oficial,
se declara infalible en el Apocalipsis, que es la clave cabalística de los evangelios, y hay
siempre en el cristianismo una iglesia oculta o jvanuita que, respetando en todo la
necesidad de la Iglesia oficial, conserva del dogma una interpretación diferente de la que se
da al vulgo.
Los templarios, los rosacruces, los francmasones de altos grados han pertenecido
todos, antes de la revolución francesa, a la Iglesia, de la cual Martínez de Pascual y Saint
Martin y hasta Mme. de Krudemer, han sido los apóstoles en el siglo XVIII.
El carácter distintivo de esta escuela es evitar la publicidad y no constituirse nunca
en secta disidente. El conde Joseph de Maistre, ese católico tan radical, era aunque no se
crea, simpático a la sociedad de los Martinistas y anunciaba una regeneración próxima del
dogma por luces que emanaban de los santuarios del ocultismo. Existen todavía sacerdotes
fervientes que están iniciados en la doctrina antigua y un obispo, entre otros, fallecido
recientemente, me ha pedido enseñanzas cabalísticas. Los discípulos de Saint-Martin
tomaron el seudónimo de filósofos desconocidos, y los de un maestro moderno muy
conocido no han tenido necesidad de tomar nombre alguno, pues el mundo no sospechaba
su existencia. Jesús ha dicho que la levadura debe ocultarse en el fondo de la vasija que
contiene la pasta para trabajar día y noche en silencio hasta que la fermentación invada
lentamente toda la masa que ha de formar el pan.
Un iniciado puede, con sencillez y sinceramente, practicar la religión con que haya
nacido, porque todos los ritos representan diversamente un solo y mismo dogma; pero no
debe abrir el fondo de su conciencia más que a Dios y a nadie debe comunicar sus creencias
más íntimas. El sacerdote no puede juzgar lo que el mismo Papa no comprende. Los signos
exteriores del iniciado son la modesta ciencia, la filantropía sin ruido, la igualdad de
carácter y la más inalterable bondad.
Todo vuestro en la santa ciencia.

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