Charles Bukowski
A John William Corrington, 17 de noviembre
de 1961.
Soy un blando. No puedo hacerlo. Estaba
dando vueltas en auto con mi chica y era domingo y yo buscaba un lugar para
comprar cerveza y vimos un cartel, POLLOS, y ella dijo, oh, compremos un pollo,
vamos a cocinar un rico pollo, y yo dije claro, y paramos ahí y tenían pollos
muy buenos, sólo que caminaban y tenían plumas blancas, había 60 o 70 y, cuando
entré, un par de ellos se cagaron y otro me miraba guiñandome el ojo. Me detuve
en el mostrador y el tipo dijo lindos pollos, ¿no? Pegué di media vuelta, salí
y mi chica dijo dónde está el pollo, y le respondí qué mierda, todos parecían
enfermos, no podías saber lo que te estabas llevando con todas esas plumas, y
ella dijo pero es fácil, pálpalos con los dedos y mírales los ojos. Agarré un
pollo de ojos limpios. Los pollos son como la gente, si los ojos no están
limpios es que algo anda mal.
¿Cómo los matas?, Le pregunté.
Mi padre les retorcía el cogote, ¡whirrr,
zip!!!
Comamos un sandwich de banana, dije.
Me acuerdo del matadero, allí por donde
dobla el tranvía, los pisos estaban grasientos de sangre, verdes, la sangre
tiene un olor especial que no se va nunca y no hay nada más difícil de quitar
que una mancha de sangre, la sangre es vida, y la muerte llegaba minuto a
minuto pero, a diferencia de los doctores y las enfermeras del hospital del
condado de los angeles, yo nunca me pude acostumbrar. Y no tenía auto. Había
que subirse al tranvía y la gente olía la sangre sobre mí y me miraba, me
miraba, y después llegaba a casa y me comía un churrasco. Y no estoy a favor de
los vegetarianos, quienes quizá sean demasiado blandos para la fórmula en que
fuimos concebidos. Yo como carne, pero no quiero ver cómo la consiguen nunca
más, nunca más quiero oír ese sonido.
Cuando la vida cambia a muerte, en ese
pequeño instante algo se rompe en tu cabeza, y ya no puede ser reconstruido.
Tampoco cazar ciervos, pibe. Me pondría enfermo atar el cadáver en el baúl.
Tipos como hemingway deben pensar que soy puto.
Una vez me contaron una historia divertida.
Me la dijo un tipo que hacía terapia de grupo. Tocaba no sé qué instrumento en
la orquesta sinfónica, pero andaba como yo, sin hacer nada. Bueno, él fue a
visitar a un tipo. El tipo le dijo ven, te voy a mostrar algo. Tengo 2 pollos.
Así ahorras plata. Compras los pollitos y los criás. Ay ¿cómo los matas?,
Preguntó mi amigo. El tipo no sabía cómo matarlos. Agarró un martillo y largó
los pollos en el patio, tratando de matar los dos a la vez. Fue un desastre.
Los pollos no se morían. Y el tipo les pegaba con el martillo. El ruido, la
sangre, un ojo colgando del nervio, el pico hundido en la cabeza y el pollo
seguía corriendo, y mientras el martillo subía y bajaba, el otro pollo estaba
quieto, esperando. Al final, mi amigo, piadoso, se puso mal. Y empezó a dar
instrucciones y al cabo de un rato el trabajo concluyó.
El tipo agarró los dos pollos y los tiró a
la basura. Su novia lo abandonó y nunca más le habló, y tampoco le habló al que
había dado las instrucciones.
charles bukowski A Jon y Louis Webb, 26 de
marzo de 1963.
Si piensan que la entrevista que me hizo
Kaye estuvo dura, tendrían que haber escuchado después... cuando los dos nos
habíamos entonado un poco:
K: "Escuchame, si el mundo fuera a
terminar en 15 minutos, ¿Qué harías? ¿Qué le dirías a la gente?" B:
"No les diría nada".
K: "¡MIRA, no estas cooperando! ¡Si el
mundo se terminara en 15 minutos, quiero saber qué harías!" B: "Me
tiraría a descansar un rato, como ahora".
K: "¡Pero qué le dirías a la gente,
hombre, LA GENTE!" B: "Que lleven monedas para el colectivo".
Y lo más raro de todo es que si tú les
dices la verdad, creen que no estás cooperando.
Charles bukowski A Ann Bauman, 2 de mayo de
1963.
Estoy escribiendo esto después de nuestra
conversación telefónica, y tú no tienes plata, y deberías tener, y sin embargo
también hace bien no tener, fuiste un sonido desde la oscuridad, y te amo por
eso, hay algo bueno en tí, puede que no lo sepas, pero existe, y olvídate de todas
las comas y de esta charla estilo libre... Es tan raro escuchar un sonido en la
locura. No me siento cómodo hablando por teléfono. No me siento cómodo
hablando. Aunque digo cosas pequeñas y tontas, es sólo por vergüenza y carencia
de habilidad y de corazón y por todas las carencias que me impiden expresar lo
que quisiera, y cuando cuelgo el teléfono siempre siento que fracasé. No un
fracaso ordinario, sino un fracaso que afecta a todo: a mí mismo, a vos, a
nuestra próxima mañana, a todas las maneras en que se enrosca el humo. Ann,
creo que tienes que saber esto: no soy básicamente un poeta, odio a los putos
poetas que se complican la vida contra el mundo quejoso, y los poetas son
malos, y el mundo es malo, ¡y nosotros estamos acá!, Sí. Lo que quiero decir es
que la poesía, la que yo escribo, es sólo una décima parte de mí. Las otras
nueve partes están asomadas a un acantilado sobre el mar escupiendo maldiciones
baratas. Me gustaría sufrir a la manera clásica y tallar un mármol que dure
siglos después de este perro que escucho tras mi ventana de 1963, pero estoy
maldecido y bofeteado y malgastado hasta la nulidad en mis brazos y ojos y
dedos y esta carta esta noche, 1 o 2 de mayo de 1963, luego de escuchar tu voz
en el teléfono.
Merezco morir. Espero la muerte como a un
halcón engalanado que con su pico, su canto y sus púas busca mi sangre
enjaulada. Suena lindo, pero no lo es. La poesía que es parte de mí, la
realidad aparente, lo que escribo, es bosta y basura y saliva y viejas naves de
combate que se hunden. Sé que cuando el mundo -que es barato y sin clase ¿y qué
más? ¿qué más?- Olvidé la poca poesía que escribí, no será del todo culpa del
mundo, porque yo no pienso en escribir, y sólo el filo del cuchillo, con el que
unto la manteca o corto la cebolla, tiene un poco de práctica en los versos de
mi mente.
No sabes lo importante que fue tu llamada
para mí, aunque te debo haber parecido torpe y atolondrado y estúpido, pero me
gustaría que no me volvieras a llamar porque sé cómo te están yendo las cosas
(no muy bien) y no quiero que la poca buena gente del mundo sea herida por
bukowski el vomitador. Todo esta bien ahora, pero yo no sé si vendrá o cuando
vendrá el próximo ataque, lo cual es un punto de vista cobarde, y todos los
hombres son cobardes al ahogarse, escúchalos gritar, ¿y qué es la vida? ¿qué?
Hundiéndose en el agua, y no es la falta de aire y luz y pulmones y ojos y amor
lo que cuenta: es esta picazón que pusieron en nosotros y que nos hace
preguntarnos por qué carajo estamos acá; por esas pocas cosas. Como una llamada
desde sacramento a las 7.30 de la noche. No sé, no sé, y eso es tan triste. Si
las cosas se arreglaran con mi llanto, todos nos ahogaríamos en mis lágrimas
enfermas.
Pero no sé qué hacer. Tomo demasiado. O no
lo suficiente. Hago apuestas. Hago el amor con mujeres que sólo viven dentro de
sus cuerpos y miro los copos de sus ojos y sé que les miento y que me miento
porque no soy más que un perro, y el amor o su acto deberían contener algo más
que dos pedazos de carne friéndose en una sartén o todo está perdido como pasto
del jardín o caracoles pisados y aplastados, abandonados a una suerte de
viscosidad viviente, a una vida triturada para siempre.
Este asunto de la poesía es el peor de esos
pisotones. Te debilita. Y si un hombre ya es débil antes de escribir poesía,
entonces se convierte, finalmente, a través de los golpes de sombras y quejas,
en lo que es: sólo otro muchachito rosado que hace su puto trabajo de la manera
más frágil y vomitiva.
Tienes que entender que hay otros modos de
enfrentar la vida que no son la máquina de escribir. Quienes lo hicieron así
quizá no sean el mejor ejemplo.
Nunca tomes al arte como un espejo sagrado.
Lo justo siempre es poco, y eso incluye a todos los siglos. Los países más
honorables no sobreviven por coraje, ni las épocas sobreviven a los buenos
artistas. Todo es azar y mierda y el golpe de los vientos. Por favor perdóname
las malas palabras. Si hay algo que odio es una palabra vil dicha vilmente o un
chiste verde o el sexo y la vida de un hombre y una mujer que quieren la cosa
así como está. Quizás yo esté perfectamente loco y tús deberías saberlo (una
nota más sombría con chillidos dorados) y no tengo intenciones de agarrarmelas
con tus obras de teatro...
Algunas están bien... Racine, etc., Y uno
sólo se puede reír de eso cuando no da o intenta, y yo digo adelante: versos o
llamadas telefónicas o tarjetas de crédito o muerte o amor o enormes balnearios
en playas de sonido y golpes y momentos de medianoche, te agradezco por seguir
y yo, también, mientras tanto, sigo un poquito más.
P.d.: No me odies por sentir más de lo
(quizás) necesario. Puede que sea mejor que las ranas perdidas y el aire
quemado de nylon y neón... Puede que sea mejor que nos convirtamos en criaturas
de gestos en vez de realidad, y el matrimonio es una realidad de la vida y muy
pocos de nosotros pueden soportar el matrimonio o la realidad o la vida.
Charles bukowski a john william corrington,
28 de agosto de 1963.
Bueno, ya hicieron la marcha por la
libertad hoy en la capital. Muy lindo.
Aunque yo prefiero una libertad negra y
blanca. Algún día van a descubrir que, blanco o negro, igual no puedes
conseguir trabajo. Y cuando votas, cualquier partido, cualquier hombre puede
ser malo. Y van a descubrir que el agua tiene el mismo sabor, pero no se puede
culpar a un hombre por buscar las pequeñas cosas.
Quieren entrar en cualquier iglesia; yo no
quiero entrar a la iglesia. Quieren votar; yo no quiero votar. Quieren vivir
donde vive el hombre blanco; me importa un carajo dónde vivo. Quieren iguales
derechos, es decir, los derechos que se supone que yo tengo, y éstos son tan
pequeños, tan insignificantes en la vida cotidiana que los escupo. Una cosa son
los derechos de los que se habla y otra lo que efectivamente sucede. Un hombre
nunca saldrá adelante con la maquinaria del estado. Un hombre sale adelante con
sus huesos, su mente y sus propias leyes. Los grandes hombres no esperan nada
del estado. Lo ignoran o crean el propio que satisfaga sus pasiones. Así que lo
de hoy en washington, la marcha de la libertad, el progreso del hombre, todo
ese espíritu, que, aparenta mucho pero no es nada, y camina en su tranquila
Viscosidad ahogandose mientras se examina a
sí mismo.
Charles bukowski a douglas blazek, 22 de
marzo de 1966.
Los envenenadores de perros son legión,
actúan furtivamente, y rara vez los atrapan. Como si no tuviéramos suficiente
muerte, ellos juegan sucio con lo poco que hay. ¿y me querían mandar a la
guerra para salvar a tipos como esos? Los envenenadores de perros por lo
general son antiguos vecinos del barrio, respetables, religiosos, propietarios,
y a menudo sin hijos o con hijos que han crecido y no quieren verlos más. Los
envenenadores de perros suelen andar entre los 55 y los 70. La mayoría de ellos
amaba a los animales de chicos, pero la sociedad americana y lo que ella extrae
del cuerpo, la mente y el alma puede producir monstruos muy especiales. Casi
todos están preocupados por la propiedad y los "derechos de la
propiedad" como ellos los llaman. Y como no tienen otra cosa que abrazar, su
mundo se reduce a eso. No hace mucho hubo un doctor por acá que aporreó un
cachorro hasta matarlo con el mango de su pistola.
Ni siquiera era un perro adulto. Y lo hizo
abiertamente, en su jardín, con los chicos y la gente mirando. (yo no estaba
ahí). Su excusa fue que el cachorro no tenía derechos en su propiedad. Siendo
médico y alimentado con la adoración de la gente hacia los médicos y con sus
$$$, resultaba más atrevido y estúpido que sus hermanos mataperros. El caso fue
a los tribunales, pero no sé cómo terminó.
No lo publicaron o me perdí esa edición.
Probablemente fue absuelto o lo multaron con $15. La propiedad, la propiedad.
Yo tuve un lindo perro una vez (mitad lobo, mitad collie, pero amable, amable).
Un día lo estaba paseando y él se paró a mear sobre una planta que estaba
enfrente de una inmobiliaria en beverly boulevard.
Yo lo había entrenado para que lo hiciera
en los baldíos, pero él meó en la planta. Y salió el tipo de la inmobiliaria
gritandome: "¡hey, saca ese perro de ahi! ¡hey, hey, hey! ¡el pis es
veneno, meo mi planta!" Podías oírlo gritar desde bensenville, illinois.
Yo lo miré, miré su cara ¡ácida y sus ojos y su cuerpo colgando ahí. "no
controlo el pis de mi perro", le dije con tranquilidad.
"¡bueno, que mee en otro lado,
sácalo!" No me moví. El perro o yo, cualquiera de los dos podría haberlo
matado. "tu arbolito de mierda no se va a morir", le dije. "y si
se muere, te lo pago". "¡¡saca ese perro de acá!!" Nos quedamos
parados hasta que se fue otra vez adentro a contar sus pedacitos de ganancia. A
veces pienso que esos tipos casi saben que están muertos, que son feos, que
están gastados, y no quieren ver a nada ni a nadie feliz y despreocupado; ni
siquiera pueden ver a nadie infeliz, del modo en que nosotros somos infelices.
Hay que hacerlo a su manera. Un auto atropelló a mi perro después de mi última
separación. Le había dejado el perro a ella. Los animalitos domésticos casi
nunca mueren de viejos.
¡cómo odio este puto mundo y sus modos y
sus valores! Blaz, te vas a recuperar del perro (los perros) muerto, pero no de
aquello que lo mata: la bandera americana. El dinero. La propiedad. Los
habitantes muertos de ciudades de horror, locura y miedo. Cristo, cristo.
Charles bukowski a marina bukowski, 16 de
septiembre de 1969.
Hola marinita: es tan lindo escuchar tu voz
cada vez que me llamas. Tienes la voz más bella del mundo. Muchas gracias por
llamarme. Me siento bien durante días y días después de hablar contigo. Y
pienso que te voy a ver de nuevo y eso me hace andar. A veces cuando me enfermo
pienso en tí y me pongo bien. Por favor ten mucho cuidado al cruzar la calle.
Mira para los dos lados. Pienso en tí todo el tiempo y te amo más que al cielo
o a las montañas o al mar o a nada ni nadie.
Por favor portate bien y sé feliz y no te
preocupes por mí. Con todo mi amor, mi pequeña, hank.
Charles bukowski metáforas,paradigmas y
actitudes sobre el ofício del escritor en una carta de charles bukowski.
A john william corrington enero 17,1961 hola, sr. Corrington:
Bien, a veces ayuda recibir cartas como la
tuya. Ya son dos. Un joven de san francisco esccribió diciéndome que algún día
habrá quien escriba libros acerca de mí, si esto podrá ayudar en algo. Bueno,
no estoy en busca de ayuda, o praise tampoco, y no estoy tratando de ser
pesado. Pero yo solía jugar un juego conmigo mismo un juego llamado isla
desierta, y mientras estaba tirado en la cárcel, en la clase de arte o
caminando hacia la ventanilla de diez dólares en las carreras, me preguntaba,
bukowski, si tú estuvieras en una isla desierta, tú solo, y nunca ser
encontrado exepto por pájarros y gusanos, ¿tomarías una vara y rascarías
palabras sobre la arena? Yo tenía que decir no, y por un rato esto resolvía un
montón de cosas, y me dejaba seguir adelante y hacer un montón de cosas que yo
no quería hacer, y me alejaba de la máquina de escribir y me ponía en el
pabellón de caridad del hospital municipal, la sangre corriendo fuera de mis
oídos, de mi boca y de mi culo, y ellos ahí esperando a que yo muriese, pero
nada pasaba. Y cuado salía me preguntaba otra vez, bukowsky, si estuviertas en
una isla desierta y etc; y sabes pienso que era que la sangre había abandonado
mi cerebro, o algo, y yo decía ,sí, sí, yo tomaría una vara y rascaría palabras
sobre la arena. Bueno, esto solucionaba un montón de cosas porque me permitía
seguir adelante y hacer las cosas, todas las cosas que no quería hacer, y me
dejaba tener la máquina de escribir también; y desde que ellos me dijeron que
un trago más me mataría, ahora le he bajado a dos galones de cerveza al día.
Pero la escritura, por supuesto. Cómo el
matrimonio, la caída de la nieve o las llantas de los autos, no siempre
perdura. Tú puedes ir a la cama el miércoles en la noche siendo un escritor y
despertar el jueves por la mañana y ser otra cosa totalmente diferente. O
puedes irte a la cama el miércoles por la noche siendo un plomero y despertar
el jueves por la mañana siendo un escritor. Éste es el mejor tipo de
escritores… muchos de ellos mueren. Claro. Por sus arduos intentos; o por otro
lado, porque se vuelven famosos y todo lo que escriben es publicado y ya no
tienen que buscar más. La muerte tiene muchas avenidas. Y si a pesar de todo tú
dices que mi material te gusta, quiero que sepas que si se vuelve rotó, no será
porque trate demasiado duro o muy poco, sera porque me quedado, o sin cervezas
o sin sangre.
Para lo que sirva, puedo permitirme
esperar: tengo mi vara y tengo mi arena.
Carta a jon webb, 4 de septiembre de 1962.
En una carta de charles bukowski.
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